¿Le ha sorprendido la voracidad con la que ha evolucionado el Covid-19?

Cuando las autoridades chinas tomaron las primeras medidas en Wuhan la posibilidad de que el virus saliera al resto del mundo era real, pero nadie fue capaz de imaginar entonces que se podía originar una situación tan grave.

¿Qué porcentaje de esta propagación tan voraz tiene la globalización?

Estamos hablando de una pandemia global. El virus no entiende de fronteras y se mueve con libertad a una velocidad vertiginosa en base a una serie de conductas que ya hemos normalizado... Ahora existe una mayor movilidad mundial y las medidas higiénicas no siempre son las recomendables.

Desde la distancia se percibe que las medidas en Wuhan han sido mucho más estrictas que la que las impuestas en España a partir de la declaración del estado de alarma.

Cada país decide marcar las medidas de protección más adecuadas en función de la gravedad de la pandemia y la información que maneja para combatirla de la mejor forma posible. Los tiempos en China han sido distintos a los que después se dieron en Europa, más tarde en Estados Unidos y en estos momentos de América Latina. No sé si todo se reduce a ser más o menos estricto que el resto de los países, pero en Wuhan, por ejemplo, además del confinamiento en casas había que utilizar siempre la mascarilla.

Igual a partir de ahora no nos va a resultar tan extraño ver a una persona andando por la calle protegido con una mascarilla, o bajo un paraguas para evitar la incidencia de los rayos solares, ¿no?

Es verdad que en occidente eso lo vemos como algo extraño, pero tenemos que aprender a protegernos mucho mejor de esos agentes externos que nos pueden cambiar la vida en cuestión de segundos. La eficacia de un confinamiento estricto puede ser algo pasajero porque en algún momento habrá que volver a la calle... Este virus se para con distancia social, extremando las medidas higiénicas diarias y, sobre todo, aprendiendo a no estar expuesto más de la cuenta a escenarios que sanitariamente no son los mejores.

¿Se atreve a hacer un pronóstico de cómo vamos a estar dentro de un año?

¿A nivel social o económico?

¿Empecemos por la parte social?

(Silencio)... Los tiempos que se manejan en el ámbito sanitario y en campo de la investigación son distintos a los que tenemos la mayoría de los ciudadanos. Es difícil anticiparnos a lo que puede ocurrir dentro de unos meses, pero lo único que podemos hacer en estos momentos es protegernos de la mejor manera posible. El coronavirus volverá más fuerte antes de tener la vacuna. Esa es una batalla larga que aún está por decidir. El siguiente paso será la comercialización y la posible demanda será extremadamente alta.

¿No es optimista a la hora de poder contar con un antídoto a corto plazo?

La vacuna no saldrá pronto, pero aún en el caso de que se anuncie en un espacio de tiempo relativamente corto, luego se abrirá un periodo de confirmación y espera. A día de hoy la alternativa para poder normalizar un poco nuestras vidas son los test masivos: evitar los contagios y aislar a las personas que tienen el coronavirus.

¿Y cuándo cree que se podrían normalizar nuestras vidas?

Eso es algo que va a depender mucho de cada país... De esta saldremos en uno o dos meses; no va a ser una solución total pero sí la mejor... Debemos tener paciencia; esto se va a alargar un poco más.

¿Económicamente cómo "resisten" los negocios chinos instalados en Tenerife?

La situación no es diferente a la del mercado español. La mayoría de los establecimientos, salvo las asesorías, están cerrados.

¿Vienen años difíciles?

El coronavirus es algo más que una incidencia sanitaria mundial; un serio revés económico que nos costará tiempo superar. Lo primero que tenemos que tener claro es que las reglas han cambiado. Si en los meses anteriores a que estallara el virus ya se hablaba de una recesión, a partir de estos momentos todas las previsiones de crecimiento hay que hacerlas a la baja.

¿Cómo van a afectar, en concreto, a los intereses comerciales que sus compatriotas tienen en Canarias?

No será muy diferente al resto de los empresarios. A unos no les va a quedar más remedio que cerrar y otros, los más afortunados, tendrán que empezar otra vez de cero. ¡Habrá que reconstruirse!

¿Reconstruirse sin adornos?

Nadie asumirá grandes riegos o situaciones que ahora no se ven... Al principio habrá que ir sobre seguro para no cometer errores que podrían ser definitivos. En situaciones de inestabilidad hay que tirar más de la cabeza que del corazón.

La Asociación Dragón Chino que usted preside está desarrollando una alta actividad solidaria, ¿por qué?

Residimos en Tenerife y queremos mostrar nuestra gratitud con la tierra que nos ha acogido. El dinero que hemos recogido a través de los miembros de la comunidad china lo empleamos para adquirir material sanitario que donamos a hospitales, centros de salud, asociaciones de mayores, policías locales, Policía Nacional y Guardia Civil. Nadie puede ser excluido de esta sociedad, vamos a ser solidarios en la medida que podamos.

¿Qué buscan sus compatriotas a la hora de instalarse en el Archipiélago?

Lo primero es una vida mejor a la que tenían en China. La mayoría son inmigrantes que han encontrado en las Islas una oportunidad para reorganizar su economía.

¿Y en su caso?

Yo vine a España hace 20 años y, aunque he vivido en diferentes ciudades, no he encontrado motivos para irme de Tenerife. Soy feliz la Isla.

¿Encontró lo que buscaba?

Si no lo hubiera logrado ya no estaría aquí hace tiempo. Mi familia se adaptó bien a la Isla y las actividades comerciales han fluido con normalidad durante estos 20 años.

¿Qué volumen de negocio están moviendo en la actualidad?

Nosotros no funcionamos como una Cámara de Comercio para medir con exactitud el volumen total de los negocios chinos que hay en la Isla, aunque es evidente que en los últimos años hemos experimentado un importante crecimiento. Esperemos que después de este confinamiento se puedan mantener esa tendencia, pero ya le digo que vienen años difíciles.