"Estas niñas empiezan a convertirse en señoritas y deberían poder elegir cómo vestir": diversidad de opiniones tras la decisión de la Pureza de María de eliminar las faldas del uniforme

Se trata de una medida puesta en marcha en el año 2019 y que este curso escolar llega a centros como el de Santa Cruz

Colegio Pureza de María en Santa Cruz

Colegio Pureza de María en Santa Cruz / E.D.

La Congregación Religiosas Pureza de María ha decidido eliminar las faldas de los uniformes que han de llevar las alumnas de sus centros escolares. Se trata de una medida que comenzó a introducirse en los 14 centros que posee la congregación en toda la geografía española en el año 2019 y que continúa extendiéndose ahora por otros territorios, como es el caso de Canarias.

En concreto, existen colegios de este grupo que imparten clases desde Educación Infantil a Bachillerato, en Tenerife –con tres centros en Santa Cruz de Tenerife, La Laguna y Los Realejos–, cuatro en Islas Baleares, tres en la Comunidad Valenciana, uno en Madrid, uno en Cataluña, uno en Granada y otro más en Bilbao.

Se trata por tanto de una medida que está en marcha –de hecho el colegio de Santa Cruz de Tenerife introdujo esta modificación desde comienzos del presente curso escolar– y que ha generado tanto críticas como halagos. La congregación de religiosos explica que ha decidido introducir esta modificación en la indumentaria para «facilitar una mejor adaptación» a las metodologías pedagógicas activas que se emplean en los centros de Pureza de María.

Afirman que los pantalones «ofrecen una mayor libertad de movimiento y más comodidad» para las niñas, así como «mayor protección contra el frío y el viento en invierno». La medida comenzó a introducirse en el colegio de Bilbao en 2019 e irá llegando hasta las aulas del resto de España en los años sucesivos. Se espera que la modificación de la indumentaria se haya completado en cinco cursos académicos.

El caso tinerfeño

En el caso de centros como el de Pureza de María de Santa Cruz de Tenerife, algunas familias de alumnos coinciden en que la decisión de cambiar las faldas por los pantalones en el caso de las niñas es un avance, ya que favorece la comodidad de las menores. «Versátil» y «práctica» son algunos de los adjetivos empleados por los familiares que defienden el uso de los pantalones en el uniforme. No obstante, hay quienes consideran que se debería haber consultado antes a los progenitores ya que esta decisión implica ahora que los padres tendrán que comprar nuevos uniformes. Esas voces discrepantes se vienen a sumar, así, a la reciente polémica que se ha generado en el colegio de Madrid, que introducirá la modificación de la indumentaria a partir del próximo curso escolar.

Conchi es una de las abuelas que cada día va a recoger a su nieta al colegio de la capital chicharrera y asegura que la medida resulta «más cómoda» para las alumnas, aunque «puede resultar chocante desde el punto de vista estético». Aclara que, de todas formas, algunas de las menores se subían las faldas y las hacían más cortas.

Marta Sánchez es madre de dos niños que también reciben clase en este colegio y opina que la decisión de los responsables de los centros Pureza de María a nivel nacional «es una medida positiva, ya que el pantalón es más cómodo para ellas». Sin embargo, añade que el color elegido –beige o camel– «no es el más adecuado», porque se ensucia mucho. Desde su punto de vista, podía haberse mantenido el azul marino en los pantalones, que es el que antes llevaban en las faldas.

Otros familiares de alumnos chicharreros proponen otra solución y hablan de que hubiera sido mejor que la elección sobre el tipo de uniforme correspondiera a los padres. Así, a pesar de que muchos están de acuerdo en el uso de pantalones por la comodidad que suponen, también defienden la libre elección para vestir, tal y como prefieran los menores.

Es el parecer de abuelas como Luly, quien estos días lleva a su nieto al centro Pureza de María de la capital tinerfeña y opina que no estaría mal que algunas chicas lleven falda y otras pantalón, si es eso lo que desean. En esta línea, madres como Silvana manifiestan que «hubiese sido mejor que dejaran la decisión al criterio de las familias porque estas niñas empiezan a convertirse en señoritas y deberían poder elegir cómo se quieren vestir». En cualquier caso, la mayoría de las familias se centra en lo realmente importante, que es la calidad educativa de estos centros, y de eso no tienen ninguna queja.