La sanidad canaria resucita la 'moda' de las mascarillas

Los pacientes acogen con agrado la nueva instrucción de la Consejería de Sanidad para ponerle freno a los contagios de gripe y covid en el Archipiélago

Verónica Pavés

Verónica Pavés

El pasado siempre vuelve. En el caso de la moda de las mascarillas, sin embargo, son muchos los que consideran que quizás no tendría que haber desaparecido nunca. No al menos no de los recintos sanitarios. Este martes, tras varias semanas recomendando a los pacientes usar el tapabocas cuando tuvieran síntomas catarrales para frenar la explosión contagios de gripe y covid, la mascarilla ha vuelto a formar parte de la realidad de los centros de salud y hospitales del Archipiélago. 

Ha sido una decisión directa de la consejera de Sanidad, Esther Monzón, la que ha llevado a Canarias a recuperar este elemento de protección. Y es que tras varias semanas replanteándose restaurar su obligatoriedad, la consejera decidió este lunes implantarla de forma unilateral en el Archipiélago tras una fallida reunión del Consejo Interterritorial en la que primó más la crispación política que establecer una línea de actuación común entre comunidades.  

En el centro de salud Doctor Guigou –el hospitalito–, en Santa Cruz de Tenerife, el tiempo parece haber retrocedido seis meses en apenas 24 horas. Los usuarios que se acercan al ambulatorio para hacerse una analítica, acudir a consulta o urgencias vuelven a llevar la mascarilla en el bolsillo. En el exterior del centro decenas de personas esperan su turno para entrar en el edificio. Bajo su mascarilla, Montserrat Armas se muestra cómoda con la nueva situación. "Tendría que haber llegado antes", sentencia la mujer. 

Como Armas, la mayor parte de los pacientes y acompañantes que acuden esta mañana al centro de salud canario han adoptado la nueva obligación con la normalidad de quien se reencuentra con un amigo tras un largo periodo de tiempo. La realidad es que apenas han pasado seis meses desde la última vez que tuvieron que hacerlo. 

Aunque no todos recuerdan que la situación ha cambiado de un día para otro. "Por favor, póngase la mascarilla", le comenta el celador que vigila la puerta de entrada al centro a un paciente que acaba de llegar. El centro de salud ha desempolvado los tapabocas que guardaba en el almacén para cubrir las necesidades de los pacientes más olvidadizos. 

En el interior del edificio, los sanitarios respiran aliviados al poder disponer de una norma que les permita mantener los virus a raya. "Estamos más tranquilos", valora Francisco Vargas, director del centro de salud Doctor Guigou. 

Y es que en los últimos días los sanitarios habían contemplado con cierto temor el progresivo aumento de la afluencia de pacientes, especialmente en el área dedicada a las incidencias –los fuera de hora–. "Muchos de ellos venían sin mascarilla pese a tener síntomas compatibles con una enfermedad respiratoria", asegura el director del centro, que lamentaba no poder hacer más por evitar que se produjeran contagios dentro del centro.  

Pese a tratarse de un regreso a un pasado que parecía olvidado, la implantación de la nueva norma «se está llevando con bastante naturalidad» entre los pacientes, valora el médico de familia Miguel Aranda, que lleva toda la mañana pasando consulta en el primer piso del edificio. Por su despacho ya han pasado varias decenas de personas y otras tantas esperan en el exterior. 

Todas ellas aguardan con la mascarilla puesta, como si el tiempo no hubiera pasado. Como explica, la pandemia ha supuesto un antes y un después para que la población interiorice la importancia de adoptar este tipo de medidas en periodos de alta incidencia de enfermedades respiratorias. «Antes se banalizaba el impacto de las enfermedades respiratorias y no se tomaba ningún tipo de medida para evitar contagios, pero con la pandemia la concepción ha cambiado», revela Aranda. 

María Ena García Cabrera, de hecho, considera que «lo obliguen o no» las mascarillas deberían usarse siempre en establecimientos sanitarios y asegura que si ve a una persona sin mascarilla dentro del centro de salud «huiría». 

Ella, de hecho, ha predicado con el ejemplo, pues como afirma, la mascarilla nunca ha dejado de ser parte de su día a día. "Me la he puesto siempre que he venido", explica. La mujer, además, lleva varias semanas llevando la mascarilla en el bolso para ponérsela cuando lo considera necesario. "El otro día vi tanta gente en el centro comercial que tuve que irme", rememora. En este sentido, la paciente asegura que ponerse la mascarilla "es lo más prudente", tanto por ella misma, como por los demás. 

Seis meses sin mascarilla

Canarias ha decidido recuperar la mascarilla ante el repunte de casos de gripe, que está ocasionando una ola epidémica más intensa que la del año pasado, momento en el que los tapabocas aún eran obligatorios en centros sanitarios, farmacias y transporte público. De hecho, su uso obligatorio no decayó hasta febrero (en el caso de transporte público) y julio de 2023, en el caso de hospitales y centros de salud. "No debían haberla quitado", argumenta Juan García Romero, que esta mañana ha acudido al hospitalito para acompañar a su madre a una consulta. «Aquí es donde están el foco de los contagios, todo el mundo viene con gripe y covid», resalta. 

Para Teresita el gesto de ponerse la mascarilla durante los inviernos forma parte de su rutina. Más aún después de pasar tres días hospitalizada en 2019 por una gripe que se complicó. 

"Me dio antes de la pandemia, cuando se produjo una epidemia de gripe A", revela. Este año los ingresos hospitalarios por una infección respiratoria grave suponen el 19% del total. Es decir, casi dos de cada diez hospitalizaciones se producen por una gripe o un covid en el Archipiélago. Sin embargo, este dato también denota que Canarias es la comunidad con menos ingresos hospitalarios pese a ser, por contra, la región en la que más están circulando estos virus. 

Apuesta por la vacunación

Pese a tratarse de una de las herramientas más eficaces para evitar contagios de enfermedades respiratorias, la mascarilla no es la única medida que se puede tomar durante las epidemias. "Lo mejor es que se vacunen si no se quieren poner la mascarilla", afirma Miriam Martín. 

Martín ha acudido al centro de salud como paciente acompañada de su marido y no solo se congratula por la medida impuesta por la Consejería de Sanidad, sino que también defiende la necesidad de vacunarse, al menos con una dosis, para reducir el riesgo de sufrir complicaciones tras un contagio. "Yo tengo puestas tres dosis de la de covid y no he cogido nada", afirma. Eso sí, asegura que, por el momento, ya no recibirá ni un pinchazo más. "Este año no he querido vacunarme, creo que es un negocio de las farmacéuticas", asevera. 

El cansancio, la desinformación y la hostilidad hacia la vacunación son algunas de las razones por las que este año Canarias no ha logrado vacunar lo suficiente. «Estamos por debajo del año pasado», argumenta Amos García Rojas, jefe de epidemiología del Gobierno de Canarias. En concreto, según el epidemiólogo, la vacunación de la gripe y de la covid en el Archipiélago se ha reducido entre un 5 y un 10% con respecto al año anterior. En el centro de salud son pocos los que no lo han hecho. "A mí no me han vacunado de la gripe porque no estoy dentro del grupo de riesgo, pero si lo estuviera lo haría sin dudarlo", destaca Montserrat Armas. 

Suscríbete para seguir leyendo