Naufragio

“Villa de Pitanxo”, el barco que no debió partir

Juan Padín “coordinó” con Eduardo y Samuel la versión a ofrecer en Canadá. “Nos pidió papel y boli”, explica la tripulación del “Playa Menduiña Dos”

El pecio del "Villa de Pitanxo", en Terranova.

El pecio del "Villa de Pitanxo", en Terranova. / Cedida

Lara Graña | @lara_grana

A726,6 metros de profundidad, en los Grandes Bancos de Terranova, hay 21 historias encerradas en un casco de acero. Un cuerpo metálico incorrupto, inmune al terror de un naufragio que lo consumió en pocos minutos. Devolvió los cadáveres de nueve marineros; casi 600 días después, los de otros doce, incluido el del joven investigador canario Francisco Navarro, se los quedó el mar.

El atronador silencio alrededor del Villa de Pitanxo solo se ha roto por las declaraciones de los tres supervivientes y, sobre todo, por el testimonio de los que iban a bordo del buque pesquero Playa Menduiña DosEl propio barco de Pesquerías Nores ha hablado, a través de unas images nítidas que exhiben su estructura incólume, reveladora. Y él mismo, el Pitanxo, ha declarado, de acuerdo a los peritos y como ya avanzó FARO DE VIGO, del grupo Prensa Ibérica, que podía haber sobrevivido. Él y todos los 24 que iban a bordo.

Y tampoco debía haber partido de un muelle de Vigo el 26 de enero de 2022.

La partida

Son las 17:55 horas en el muelle de Frigalsa, en Teis. El viento del sudeste apenas agita el agua. La temperatura es agradable al sol. El Villa de Pitanxo, un habitual en la pesquería de NAFO, está listo para aproar las Cíes tras haber resuelto los problemas en la hélice propulsora. Ha declarado en Capitanía Marítima de Vigo, y así consta en su despacho, que a bordo van 21 tripulantes y un investigador científico. Pero es mentira: son 25 las personas a bordo, en una embarcación preparada únicamente para 22.

Hacia Canadá ya no está a bordo el marinero de origen senegalés Siaka Thior. Dio positivo por COVID tras haber compartido al menos 24 horas con el resto de los tripulantes. De nada sirvió que todos se hubiesen hecho los test de comprobación, porque el barco no esperó por los resultados. Por esos problemas en la hélice, el Pitanxo tuvo que volver a Vigo, cuando los síntomas de Thior ya eran evidentes. Lo mandaron desembarcar y ficharon un reemplazo urgente: Miguel Lumbres.

No hicieron cuarentena.

El pesquero salió igualmente.

De los nueve cadáveres recuperados del mar, siete tenían una alta concentración vírica de COVID. Lumbres falleció.

Última imagen del "Pitanxo", con las Cíes al fondo, el 26 de enero de 2022.

Última imagen del "Pitanxo", con las Cíes al fondo, el 26 de enero de 2022. / LG/CEDIDA

Entre los 25 hombres que iban a bordo aquel 26 de enero estaba un marinero que sería transbordado en alta mar, como desveló este periódico, una información que no obraba en poder de Marina Mercante. Raúl González Santiago (segundo oficial) y Francisco Navarro no tenían camarote, no había sitio. Fueron alojados en la enfermería. Acabaron contagiados; el primero sufría de asma. "Algunos esputaban sangre", han sostenido familiares de las víctimas.

En diversas declaraciones, representantes de Pesquerías Nores apuntaron a que a bordo había chalecos y trajes de supervivencia para todos. Este último equipamiento es vital para una pesquería como la de los Grandes Bancos de Terranova, con temperaturas muy bajas. La noche del naufragio, el agua rondaba los 2º, con lo que una eventual caída al mar es mortal en pocos minutos antes de fallecer por shock térmico.

Si es cierto que el Villa de Pitanxo llevaba estos trajes para todos (los 24), no figura en el “inventario de equipo adjunto al Certificado de Conformidad en vigor”, como expone el informe de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim). “Aunque disponía de dos balsas salvavidas, una a cada banda, con capacidad para 25 personas cada una, el número de trajes de supervivencia (según los certificados) era de 22”.

El barco

¿Podía faenar en NAFO el Villa de Pitanxo? Sí y no. Tenía licencia para fletán negro, gallineta, raya y locha. Estaba correctamente incluido en la relación de buques españoles con cuota por la Organización de la Pesca del Atlántico Noroccidental, como consta en el Boletín Oficial del Estado (BOE). A fin de comprobar que su actividad se ceñía a las áreas especificadas en su permiso, y como todos los pesqueros españoles de más de 12 metros de eslora, el Pitanxo llevaba una caja azul. Es un dispositivo de control que se supervisa desde Madrid (Ministerio de Pesca); formalmente, desde el punto de vista estrictamente extractivo, no había pegas.

El "Pitanxo", en el astillero Nodosa.

El "Pitanxo", en el astillero Nodosa. / CIAIM

Pero no dice lo mismo el informe de comprobación de estabilidad, expedido por Capitanía (Ministerio de Transportes). Es un análisis que se hace a los barcos con arreglo al Real Decreto 1422/2002, por el que se determinan las “normas de seguridad a cumplir” por los pesqueros de 24 metros eslora o más. Es un reglamento que no solo aborda las condiciones de un buque cuando se enfrenta a hielo a la deriva (en el agua, como el iceberg que malogró al Titanic), sino que fija directrices para cuando se acumula a bordo. Se basa en la denominada Acta final de la Conferencia de Torremolinos, que emplaza a tener en cuenta el peso del hielo a efectos de la estabilidad. Su regla 34 versa así: “Los buques destinados a faenar en zonas en las que, según se sabe, se produce formación de hielo serán proyectados de modo que se aminore la acumulación de hielo [y] equipados con los medios que la administración considere necesarios” para retirarlo.

En base a estos preceptos, el certificado expedido el 9 de marzo de 2018 estableció lo siguiente: “El lastre fijo no podrá ser modificado sin autorización previa de la inspección de buques. Se prohíbe navegar en zonas de formación de hielos. Se prohíbe llevar carga sobre cubierta”. La armadora recibió una copia. Desde entonces, el Villa de Pitanxo no fue sometido a ninguna obra de remodelación reglada, como consta en el registro de buques de la Comisión Europea, que le hubiese permitido revertir a priori esta prohibición.

Tripulación del "Pitanxo", retirando hielo a martillazos.

Tripulación del "Pitanxo", retirando hielo a martillazos. / LG / CEDIDA

Pero el pesquero salió igualmente, a tres o cuatro mareas por año, desde aquel expediente.

Incluida su expedición final, la de 2022, de la que no volvió.

La travesía

Los testimonios de los tripulantes, en mensajes y llamadas a sus familias (en cursiva), dibujan un tormento.

– Hacen las cosas tan mal que como se entere la autoridad portuaria le clausura el barco. El barco mete agua por el parque de pesca.

Pasan cuatro días cuando que se detectan los primeros positivos por COVID. Son dos. El capitán del barco, Juan Padín, enervado – “puede ser muy buen patrón, pero educación, ninguna. Ya se cagó en Dios”–, opta por aislarlos en un pañol adaptado para guardar útiles de pesca, con un par de palés haciendo de suelo, cubiertos con cartones.

– Donde los están confinando es peor que donde duermen los perros. No hay ventilación ninguna.

El patrón asegura haber notificado los positivos a bordo a Centro Radio Médico de Madrid, que depende del Instituto Social de la Marina (ISM) y, a su vez, del Ministerio de Seguridad Social. Según las familias, no consta que desde la capital española se hubiese aplicado el protocolo vigente, que establecía una llamada directa y personal a cada contagiado para evaluar la situación y tomar una decisión. Incluida la de un eventual regreso a puerto.

En el Villa de Pitanxo, no se pone la calefacción. Incluso hay reticencias a la hora de repartir las mantas, según los mismos testimonios. “Tenían frío”. Han pasado cinco días desde que el pesquero iniciara los trabajos de pesca en NAFO, a unas 300 millas al este de San Juan de Terranova.

– Aquí en el camarote hace un frío de mil cojones, ya está el hielo por todas partes. No quieren ponerla y es necesario. Solo duermo con la sábana [...] Me duelen al dormir las articulaciones.

mensaje whatsapp marineros Pitanxo

La noche del 15 de febrero

El Playa Menduiña Dos recibió la llamada de auxilio, desde Madrid, a las 4:41 de la madrugada del 15 de febrero. Algo había pasado con el arrastrero Villa de Pitanxo. “Jamás me imaginé que nos íbamos a encontrar eso”. Sin rastro del buque. Una balsa con tres personas con vida; otra, vacía. Cadáveres. Y Juan Padín, el capitán, “con los tenis secos”.

Según la versión del patrón, el barco escoró fatalmente tras la pérdida súbita de propulsión por un fallo del motor principal, un Wärtsilä modelo 9L20. No emitió ninguna señal de socorro, como constatan fuentes del pesquero cangués. “Se lo preguntamos. Juan, ¿por qué no pediste ayuda? ¿Por qué no avisaste a nadie? Juan, ¿dónde está el costa [primer oficial, Juan Antonio Cordero, de guardia esa noche]. ¿Dice que sí pidió ayuda y no lo escuchamos ninguno de los que estábamos pescando? No. Pasó lo que pasó y él se las arregló para salvarse. Los dejó tirados como perros. Porque Eduardo [Rial, sobrino de Padín] tuvo que tirarse al agua [para subir a la balsa], pero Juan venía con los tenis secos”. El tercer superviviente es Samuel Kwesi Koufie.

En el Playa Menduiña Dos acogieron a bordo a los tres supervivientes, y utilizaron las mantas de los tripulantes para amortajar cadáveres. “No nos ayudó a hacerlo, a desvestirlos. Lo peor fue tenerlo a bordo, hasta haciendo bromas”. En la primera noche, "Padín pidió un papel y boli para negociar con su sobrino y con Samuel lo que iban a declarar al llegar a Canadá". Y, en efecto, la protesta de mar de los tres dice prácticamente lo mismo. Todo cambió cuando el marinero de origen ghanés llegó a España.

Según su versión, el pesquero sufrió un embarre o espichada, y que fue esta presión lo que escoró definitivamente de babor el pesquero, con una entrada masiva de agua que ahogó el motor. Porque el patrón no quiso cortar los cables del aparejo para no perder las capturas de aquella largada, aunque se lo hubiesen implorado los marineros que estaban en cubierta.

El pecio del "Villa de Pitanxo", en unas imágenes entregadas a la Audiencia Nacional.

El pecio del "Villa de Pitanxo", en unas imágenes entregadas a la Audiencia Nacional. / CEDIDA

En la misma noche del naufragio, cuando el Centro de Coordinación de Salvamento (CNCS)/Sasemar se puso en contacto con la armadora para notificarle lo que había acontecido, un reponsable de Nores –la Ciaim no lo identifica– mintió al asegurar que “a bordo del Villa de Pitanxo iban 22 personas”.

Tanto el patrón de la embarcación como la armadora tienen condición de investigados (imputados) por cuatro delitos por la Audiencia Nacional: homicidio por imprudencia grave, contra los derechos de los trabajadores, encubrimiento y falsificación documental. A Padín se le ha retirado el pasaporte y debe acudir al juzgado a firmar cada quince días.

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