La ciencia revive al volcán de La Palma para divulgar su legado

La exposición temporal ‘Ceniza y lava’ estará disponible hasta febrero de 2024 en el Museo de la Ciencia y el Cosmos

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Un rugido recibe al visitante en la sala de exposiciones temporales del Museo de la Ciencia y el Cosmos. Es un sonido conocido y para quienes lo vivieron de cerca, reconocible en el primer instante: son las entrañas del volcán Tajogaite. Como si la entrada a otro mundo se tratara, una lona negra separa el exterior –lleno de escolares disfrutando del día en el museo– de un espacio que sumerge al visitante al interior de un volcán en erupción. Un espacio donde Tajogaite vuelve a cobrar vida a través de piezas reales de basaltos volcánicos y videos de lava ardiente recorriendo las paredes de la gran sala, y en el que la ciencia ha recuperado el importante papel que jugó durante los 85 días que duró la erupción. 

El recorrido comienza en el interior del volcán pero su objetivo es adentrarse en el meollo de la ciencia. En una sala contigua se exponen los útiles que los científicos utilizaron para protegerse de los gases nocivos y las grandes bombas que caían desde el cielo. También aquellos con los que auscultaban al fiero volcán. Filtros para evitar respirar aire contaminado, cascos de obra para reducir el daño de un eventual golpe en la cabeza, la roseta que obtuvo datos del fondo del mar y hasta los walkie-talkies utilizados para comunicarse durante la emergencia. En la exposición se pueden ver de cerca varias rocas basálticas de todo tipo: algunas recogidas cerca de las coladas, otras en el fondo del mar y las últimas en la misma boca del Tajogaite. 

Ceniza y lava es el nombre con el que la Delegación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y Museos de Tenerife han bautizado a este viaje científico que reconstruye por «tierra, mar y aire» la erupción del volcán de La Palma. El nombre le va al dedo pues es precisamente la lava la que saluda al visitante y distintas muestras de ceniza (de pequeño o gran tamaño) los que le despiden. 

Inaguración exposición 'Ceniza y lava'

Inaguración exposición 'Ceniza y lava' / Andrés Gutiérrez

Esta acción divulgativa es el fruto maduro del reciente hermanamiento del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC) con otros dos centros de investigación de las Islas: el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y el Instituto Geológico y Minero de España (IGME). «Justo unos meses antes de la erupción estos dos últimos se adherieron también en el CSIC, logrando que Canarias convirtiera en un referente de esta institución pública», relató Inés Perez Martín, vicedirectora del IPNA-CSIC, durante la rueda de prensa de inauguración de esta nueva actividad.

La erupción de La Palma fue el primer trabajo conjunto de los tres centros. Una labor cooperativa que casi dos años después también se refleja en este viaje divulgativo sobre el legado del volcán que el Museo de la Ciencia y el Cosmos acogerá hasta el próximo febrero. «Queremos que pueda ser visitado por los más pequeños durante el periodo escolar», explicó Carlos González, gerente del Organismo Autónomo de Museos y Centros (OAMC), que aprovechó su intervención para agradecer «la complicidad e implicación del personal del CSIC y de Museos de Tenerife para sacar este proyeto adelante. 

Se trata de la segunda exposición que el ,museo acoge en relación a la erupción de La Palma. La primera fue cuando el volcán aún rugía. «En esa primera ocasión quisimos responder a la pregunta: ¿cuándo parará la erupción?», explicó Rubén Naveros, jefe de la Unidad de Gestión del MCC y comisario de la exposición. En aquel momento, era importante resaltar el «aspecto humano» de los impactos del volcán, pero en esta ocasión han querido darle la vuelta. «Ahora queremos ver qué hemos aprendido de todo esto», insistió Naveros, que recordó que durante la erupción los científicos realizaron un «trabajo silencioso» con «resultados de primer nivel» que preparan mejor a Canarias para afrontar una futura erupción. 

El valor de la actividad científica

Si la ciencia es la protagonista de la exposición, los científicos son quienes la han encumbrado. La erupción de La Palma fue uno de los momentos más duros que recuerdan, pero su experiencia es ahora la mayor virtud de Canarias para su futura gestión del riesgo volcánico. El sonido incesante del latido del volcán resonando entre las paredes del museo les devuelve, sin querer, al mismo punto en el que se encontraban hace casi dos años. «Mirar el volcán era hipnotizante, pero cuando no podías mirar el sonido te seguía acompañando», rememora Eugenio Fraile, investigador del IEO. Meses después de aquello, sin embargo, recuerda los sucesos que hicieron que aquel volcán se le quedara grabado mucho más de lo que nunca hubiera imaginado. 

«Aunque ya lo habíamos visto en El Hierro, con Tagoro, nos sorprendió lo rápido que se regeneró la vida marina», resalta Fraile. El oceanógrafo quedó impresionado al ver que la lava incandescente estaba sirviendo como fertilizante del mar. Solo lamenta que, al contrario de lo que ocurre en otros lugares del mundo, no haya podido ver un bloom de fitoplacton en la superficie. «Era imposible, las cenizas cubrían la luz del sol y por mucha fertilización que hubiese, los organismos no podían crecer sin ese recurso». 

Inaguración exposición 'Ceniza y lava'

Inaguración exposición 'Ceniza y lava'

José Antonio Lozano, petrólogo del IEO, guardará por siempre en su memoria el recuerdo de su primer viaje en submarino. «Descendimos hasta 150 metros», rememora Lozano, que explica que en esa travesía tuvo la oportunidad de observar grandes lavas almohadilladas, que se forman cuando la capa exterior de la lava se enfría más rápido que el interior. Un elemento que le sorprendió gratamente al petrólogo ya «que no suelen abundar». 

Lo que más impactó a Pablo J. González, vulcanólogo del IPNA, fue cómo el magma fracturó la tierra muy lejos del cono principal. «Es uno de los grandes misterios para los que la ciencia aún no tiene respuesta», explica González, que hace unos meses publicó un estudio en Science donde instaba a la comunidad científica a estudiar este raro fenómeno. «Esto nos podría ayudar a entender mejor cómo funciona el vulcanismo específico de Canarias, porque no es la primera vez que ocurre», insiste. 

Sergio Rodríguez, especialista en ciencias atmosféricas, ha estado más de 25 años midiendo la calidad del aire en distintas ciudades del mundo «y nunca había visto una concentración de flúor, bismuto y talio como aerosol como el que se podía ver en La Palma». Aquello le sorprendió y también le ayudó a entender mejor la erupción, pero también a conocer mejor el vulcanismo de Canarias para aportar fórmulas de mejora en la protección de la población. Pues si algo ha quedado claro tras dejar de escuchar el rugido incesante del volcán en erupción es que solo la ciencia permitirá a los canarios entender los reclamos de su tierra.

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