Fascinación por la flora canaria

Canarias organiza varias actividades de ciencia ciudadana para poner en valor las especies endémicas de Canarias e identificar las exóticas más dañinas

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Un grupo de senderistas pertrechados con bastones telescópicos, ropa deportiva y mochilas con todo tipo de recursos caminan por los senderos del Parque Recreativo La Caldera, en La Orotava, con su teléfono móvil en mano para fotografiar flores, arbustos y árboles. Son los participantes del III Biomaratón de Flora Española que pretende acercar a los ciudadanos al medio natural y hacerles partícipes de la identificación de especies.

A Carmen Dolores Hernández le han gustado las plantas desde que tiene uso de razón. Se le dan bien. Un don muy codiciado en un mundo donde las tecnologías y la urbanización desmedida han privado a muchos del oxígeno. Por eso quizás, en el momento en el que vio la posibilidad de apuntarse al III Biomaratón de Flora Española que se iba a celebrar en el Parque Recreativo de La Caldera, en La Orotava, no lo dudó ni por un instante. 

«Para estas actividades siempre se suelen acabar las plazas muy rápido», afirma la mujer, que ha llegado a La Caldera acompañada de varias amigas, todas ellas grandes entusiastas del mundo natural. Pertrechadas con las ropas adecuadas y los suministros suficientes como para afrontar una buena caminata, las mujeres escuchan atentamente las indicaciones de su guía de hoy, Jairo Patiño, uno de los investigadores del Grupo de Ecología y Evolución de las Islas del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA). 

Tercera edición del Biomaratón de Flora Española, en el Parque Recreativo La Caldera, La Orotava

Tercera edición del Biomaratón de Flora Española, en el Parque Recreativo La Caldera, La Orotava / María Pisaca

«Nos vamos a dividir en dos grupos, uno irá por un sendero más suave y otros por una zona de mayor desnivel», les comunica a los cuarenta participantes que, como Hernández, se han animado a pasar un sábado diferente reconectando con la naturaleza. Sin embargo, la actividad no se basará simplemente en recorrer los senderos disfrutando del entorno natural. Esta vez también tendrán que ponerse en la piel de un botánico o un naturalista para identificar todas las especies que encuentren a su alrededor. 

Esta tercera edición del Biomaratón viene a consolidar una cita que se organiza en toda España desde hace tres años, promovida por la Sociedad de Botánica Española (Sebot), en el marco del Día Internacional de la Fascinación por las Plantas, que se celebra cada 18 de mayo. Este año, los responsables de que el Archipiélago también pueda disfrutar de la actividad han sido los científicos del IPNA-CSIC y el Ayuntamiento de la Orotava, aunque esta mañana también acompañarán a los participantes investigadores del Jardín de Aclimatación de La Orotava, del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), y de la sección de Geografía de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

Los participantes se ponen en la piel de un botánico para identificar especies vegetales de Canarias

En uno de los muchos senderos que rodean el Parque Recreativo de La Caldera, los asistentes al Biomaratón escuchan atentamente las instrucciones y apuntes de los científicos que les acompañan. La idea de la cita está clara. «Queremos involucrar al ciudadano para que desarrolle interés y disfrute por la flora de todo el territorio español», revela Patiño.

Pero, además, los participantes tienen otro objetivo: deben intentar identificar todas las plantas que encuentren en su camino. No es un reto menor, pues en el pequeño espacio que comprende La Caldera se pueden encontrar hasta 150 especies de plantas endémicas. 

«¿Alguien sabe qué planta es esta?», comenta, señalando la flor de una bonita Cistus symphytifolius, más conocida como Amagante de pinar. Los senderistas encienden sus móviles y buscan el pájaro verde de la aplicación iNaturalist. De uno en uno, se detienen frente a la flor rosada para sacarle una foto. La aplicación, gracias a su inteligencia artificial, les sugiere varias posibilidades sobre la especie a la que puede pertenecer. El investigador les saca de dudas. 

Esta app móvil, desarrollada por la Academia de las Ciencias de California y National Geographic Society, es capaz de dirimir, con bastante exactitud, cuál es especie fotografiada. Este macroproyecto internacional de ciencia ciudadana cuenta con 2,6 millones de observadores en todo el mundo, más de 300.000 científicos que corroboran las identificaciones y han conseguido, a través de 139 millones de fotografías observar un total de 428.018 especies animales y vegetales en todo el mundo.  

Colaboración para la ciencia

Pero también falla, y especialmente en Canarias. «En las islas tenemos mucha flora endémica que la aplicación no reconoce y sugiere especies diferentes», explica Jairo Patiño, coordinador de la actividad e investigador del IPNA. De ahí que esta actividad contribuya incluso a reforzar la base de datos de investigación con la que cuentan los científicos en Canarias. «Nosotros revisamos toda la información que llega a la aplicación para validarla», asegura. Esto les ha permitido encontrarse alguna vez con la proliferación de especies exóticas en un lugar concreto o incluso alguna especie que no sabían que estaba en ese lugar en concreto. «A través de las fotos de los ciudadanos podemos acercarnos al lugar y estudiarlo con más detenimiento», explica otro de los científicos involucrados en la búsqueda. 

«Realmente la actividad está centrada en la ciencia ciudadana, los validadores vamos tratando de confirmar la identidad de la especie cuando la fotografía tiene la calidad suficiente. Esas confirmaciones se suben a una plataforma internacional que se llama Gbif», explica Patiño. Esta red de datos mundial y de uso libre permite a los científicos de todo el mundo desarrollar proyectos que pueden abarcar desde el registro de especies raras, hasta el mejor entendimiento de los hábitats de las plantas, o, incluso, a averiguar cómo pueden éstas responder al cambio climático.

Tercera edición del Biomaratón de Flora Española, en el Parque Recreativo La Caldera, La Orotava

Tercera edición del Biomaratón de Flora Española, en el Parque Recreativo La Caldera, La Orotava / María Pisaca

Una oportunidad única

Antón Bravo ha acudido a la cita pertrechado con un bastón telescópico, ropa de deporte y hasta protección para el frío, lo que denota su gran experiencia en el senderismo. Bravo lleva ya seis años viviendo en Tenerife, pero la pasión por la naturaleza le viene de lejos. Ya en su tierra natal, en Santiago de Compostela (Galicia), solía pasar los fines de semana recogiendo setas. «Allí hay más de 3.000 especies», celebra el hombre, que se ha convertido en todo un experto micólogo. 

Una vez aterrizó en Tenerife, le faltó tiempo para introducirse en los bosques de la laurisilva en busca de los hongos que tanto le han entusiasmado a lo largo de su vida. Pese a lo que pudiera parecer, en Canarias hay más de 2.000 especies, pues según Bravo, «se dan las condiciones de humedad y temperatura ideales» para su crecimiento. Pero solo diez cuentan con el sabor suficiente como para ser considerados «excelentes comestibles». 

Bravo no se ha dedicado a la ciencia, pero el conocimiento le entusiasma y lo demuestra. «Me gusta que nos den la posibilidad de acudir con expertos a este tipo de actividades», argumenta. No es de extrañar, pues todo lo que ha aprendido ha sido gracias a cursos, excursiones, el contacto con la naturaleza y la sabiduría de los investigadores. Su acompañante José Rodríguez, añade que este tipo de actividades «son una oportunidad única» para aprender más de aquello que les llama la atención. 

Otros, como Ana Rojo, acuden a la cita atraídos por el magnético placer de conocer los nombres científicos de las especies. «Es lo que más me gusta, me los aprendo y los repito», resalta la mujer entre risas. Durante la jornada, los participantes no solo tienen la oportunidad de aprender a identificar algunas de estas plantas, sino que también obtienen información sobre el origen de su nombre. «La mayoría de los nombres por los que se les conoce popularmente provienen del portugués o del guanche», explican los investigadores a los visitantes, que insisten en que lo mejor es siempre conocer el nombre científico «porque no varía de una región a otra». 

A ojos de Jairo Patiño, esta actividad tiene «un valor tremendo» porque permite a los ciudadanos «sensibilizarse» con problemas tan acuciantes como la introducción de especies exóticas, o incluso relacionados con el daño que está provocando el cambio climático a estos vegetales. «Permite acercarles a la historia de las plantas y conseguir que, cuando salgan al campo, no solo disfruten del oxígeno y de la naturaleza, sino también de poner nombre a todo lo que van viendo y que, muchas veces, desconocen», revela. 

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