Ser canario cuesta un riñón

En las Islas el alto consumo de sal, la obesidad y la diabetes están detrás de una de las cifras más altas de prevalencia de enfermedad renal crónica de toda España

Una mujer recibe hemodiálisis para poder sostener de forma artificial su riñón dañado por la enfermedad crónica.

Una mujer recibe hemodiálisis para poder sostener de forma artificial su riñón dañado por la enfermedad crónica. / ANGEL GONZALEZ

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Ser canario cuesta un riñón. Los isleños se encuentran entre los españoles más proclives a padecer problemas renales. Son, de hecho, los segundos de España en prevalencia (total de personas afectadas) y en incidencia (nuevos casos anuales) en enfermedad renal crónica (ERC) terminal. Y la situación no mejora. Los nuevos casos detectados cada año, lejos de estabilizarse o descender, son cada vez más. La tendencia preocupa a los profesionales que, para conmemorar el Día Mundial del Riñón, recuerdan que la prevención podría evitar gran parte del sufrimiento. 

Así lo refleja un nuevo estudio publicado por la Sociedad Española de Nefrología (SEN) que advierte que cada año los riñones de 340 canarios se rompen y que al menos 3.200 están mantenidos gracias a algún tipo de tratamiento renal sustitutivo, ya sea diálisis o trasplante. «Estas tasas de daño renal son demasiado altas», advierte Manuel Macía, jefe del servicio de Nefrología del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria, que recuerda «las perspectivas son aún peores». 

En los últimos diez años, el número de nuevos pacientes que necesitan un tratamiento renal sustitutivo ha crecido un 24%. «Solo hemos bajado un poco durante la pandemia», explica Macía. Lo que hasta cierto punto era previsible, dado que durante 2020 se bloqueó el acceso al sistema sanitario para poder intervenir en los casos de covid-19 y, por ende, se realizaron menos pruebas y exploraciones. Las previsiones no son nada halagüeñas. «Para 2040 se espera que sea la quinta causa de mortalidad en el mundo», relata Eduardo de Bonis, jefe de servicio de Nefrología del Hospital Universitario de Canarias (HUC). 

Este alto impacto de la enfermedad crónica en la población isleña tiene relación con tres factores de riesgo en los que Canarias también se encuentra a la cabeza: la diabetes, la hipertensión y la obesidad. La diabetes afecta al 10,3% de la población canaria, la cifra más alta de toda España. La hipertensión, por su parte, afecta al 24,5% de los canarios, siendo también la cifra más alta de toda España. Por último, el 17,5% de los isleños sufre obesidad. 

Se estima que el 10% de la población española tiene daño renal sin saberlo

Aunque hay patologías que pueden precipitar una enfermedad renal crónica de forma súbita, estos tres problemas crónicos se pueden controlar para evitar un daño renal irreversible. La clave está en la prevención dado que la enfermedad renal avanza de manera «silenciosa» y para cuando empieza a mostrar signos de afección, suele ser demasiado tarde. De hecho, se estima que el 10% de la población española tiene daño renal sin saberlo

El sistema sanitario del Archipiélago cuenta desde 2015 con una guía con la que los médicos de Atención Primaria vigilan a los pacientes más proclives a sufrir estas patologías: mayores de 60 años, hipertensos, diabéticos, enfermedad cardiovascular o con antecedentes familiares de enfermedad renal crónica. «A todos ellos se les realiza una prueba anual de sangre y orina para detectar la aparición de ciertas proteínas relacionadas con esta patología», explica Bonis. Pero «la responsabilidad no es solo del sistema, si no también de los propios pacientes», tal y como incide el nefrólogo del HUC. 

«Los hábitos de vida saludable pueden evitar gran parte de este sufrimiento», corrobora Macía. Llevar una vida sana sustentada en el deporte y en la alimentación variada, en la que se aumente el consumo de agua y se limite el de alcohol y tabaco reduce el riesgo de sufrir esta enfermedad. Pero si en algo creen que hay que insistir es en el alto consumo de sal de los canarios. «Es importante limitar la sal o eliminarla por completo de la dieta», insiste Macía, que se muestra preocupado porque, aunque «lo ideal sería consumir menos de 3 gramos al día de sal», en las Islas esta cifra supera los 10 gramos al día. 

Otras formas de evitar esta patología silenciosa es la prevención secundaria. En la que se encuentra el control de la tensión arterial, el colesterol, la glucosa y los triglicéridos; evitar la automedicación y en especial los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (Aines), como la aspirina, el ibuprofeno o el naproxeno; seguir el consejo de los especialistas y acudir a los servicios sanitarios cuando se produzcan infecciones de repetición. 

El 3% del gasto de los hospitales se destina a estos pacientes

La prevención no solo ahorra sufrimiento, también dinero. Según este último informe las personas con problemas renales en tratamiento renal sustitutivo, que ascienden a 65.740 pacientes (el 0,1% de la población), generan un 3% del gasto del sistema sanitario y un 4% del de los hospitales. «Es una enfermedad que requiere muchos recursos», insiste Macía, que también hace hincapié en las implicaciones que tiene para el sistema económico, dado que estas personas suelen tener que abandonar su trabajo para poder asistir a la diálisis. Por tanto, el fin último del fomento de los hábitos de vida saludable y el diagnóstico precoz es ayudar también a garantizar la sostenibilidad del sistema sanitario español. 

Cuando la prevención no funciona, las personas afectadas pueden acceder a nuevos tratamientos para «enlentecer» el proceso del daño renal. También se puede mantener artificialmente los riñones afectados (diálisis o hemodiálisis). Un proceso que los profesionales cada vez abogan más por trasladar al hogar por comodidad del paciente. «No es lo mismo hacerse la diálisis en casa mientras duermes que estar cuatro horas en un hospital», insiste Macía. Por ahora solo el 5% de los pacientes canarios ha tenido acceso a este tipo de diálisis. Lo último es esperar a un donante con el que reemplazar su riñón afectado. Esto último supone tomar una medicación de por vida para poder mantener este nuevo órgano sin que el organismo lo rechace. «Los trasplantes funcionan y muy bien», cerciora Macía. Durante 2022 Canarias realizó 123 trasplantes renales, de los cuales 62 se hicieron en el HUC y 61 en Complejo Hospitalario Universitario Insular-Materno Infantil. Pero, como insisten los profesionales, la prevención evitaría que muchos llegaran a ese punto. 

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