Viaje por un cosmos análogo

El mundo de los universos paralelos ha sido muy explotado en el noveno arte. De hecho, no se entendería nada de la historia de los superhéroes desde mediados de los ochenta hasta ahora sin este concepto que revolucionó, no solo las teorías físicas y astronómicas, sino la misma novela gráfica.

Los llamados multiversos dieron posibilidad a que los grandes autores norteamericanos pudieran extender las sagas de Superman, Spiderman, Batman u Hombre de Hierro, hasta el infinito. El argumento partía de que, al existir universos paralelos, también existían galaxias paralelas, estrellas paralelas y planetas paralelos y, por tanto, también vidas paralelas, con lo que Superman, Spiderman, Batman o el Hombre de Hierro, tenían su alter ego y su némesis en cada uno de esos mundos con pasados, presentes y futuros completamente diferentes.

Esto dio lugar a que los superhéroes murieran varias veces, se aliaran entre ellos de todas las maneras posibles, lucharan desde diferentes galaxias, o se crearan todo tipo de asociaciones, ya sea para hacer el bien como para hacer el mal en cualquier confín del espacio, con integrantes procedentes de cada uno de esos mundos lejanos. Cientos de títulos surgieron al amparo de esta teoría, pero fueron dos obras maestras las que marcaron el devenir del género de forma contundente. La primera sería Crisis en Tierras Infinitas, una especie de crossover de todos los personajes Marvel y DC donde Marv Wolfman establecía cómo debían las biografías de cada uno de ellos desde ese preciso instante. Y el segundo es El multiverso, firmada por ese genio llamado Grant Morrison, en la que fijó las 52 realidades diferentes que conforman ese multicosmos especial.

En Canarias tenemos un experimento breve, pero intenso, de cómic sobre este tipo de temáticas, aunque no se circunscriba al ámbito concreto de los superhéroes. Una obra que permanecía oculta y que acaba de rescatar Ediciones Idea y que se había publicado en diferentes revistas europeas, alcanzando relevancia en Rusia.

Ficción

Se trata de Universos paralelos, del artista y escritor, nacido en Barcelona, pero afincado en Canarias, Francisco Lezcano Lezcano que se introduce en el mundo del cómic de ciencia ficción, en la línea de todos los trabajos que ha realizado en sus diferentes manifestaciones artísticas. Obras que, en el fondo, sirvan para consolidar su compromiso con el pacifismo y que se publica ahora dentro de Los Archivos de la Fundación Cine+Cómics, que dirige Francisco Pomares, para recuperar obras perdidas de autores de las islas.

El estilo es muy ochentero, con viñetas que encajarían en 'Metal Hurlant' o '1984'

El artista grancanario se aferra a la hipótesis de la teoría del físico Alberto Casas que no descarta la posibilidad de que coexistan mundos similares en diferentes lugares del firmamento. El estilo gráfico de Lezcano es ochentero de manera casi radical. De hecho, sus viñetas podrían pasar desapercibidas en alguna publicación histórica del cómic experimental más clásico tipo 1984 o Metal Hurlant. Son pinceladas claras, pero de rasgos entre psicodélicos y underground, con varias tonalidades de colores, aunque siempre suaves y pasteles. Se trata de cinco historias en las que una civilización avanzada, procedente de otro universo, trata de ponerse en contacto con la nuestra con un resultado casi siempre catastrofista, pero que encierra una especie de moraleja sobre el peligro de los prejuicios y el miedo a lo desconocido. En el primer capítulo, Dimensionaje, un camionero recibe en un ojo una pieza de origen extraterrestres de los restos de la máquina desintegrada con la que tres dimensionautas pretendían contactar con la Tierra. Todo acaba con un accidente en su propio vehículo y con la perplejidad del médico que lo atiende.

El autor se aferra a la hipótesis de Alberto Casas que sostiene que pueden coexistir los mundos similares

En el segundo, Hambre, un grupo de supervivientes de una brutal sequía se dirigen a la Tierra Prometida mientras dos extraterrestres viajan a La Tierra desde Saturno. El desequilibrio del transporte cuántico y el límite de la cohesión molecular hace que los mensajeros no puedan culminar su misión y sean enviados a una plataforma de entrenamiento intensivo. Pero, mientras, la burbuja psíquica en la que viajan se desintegra cayendo sus restos entre los nómadas que consideran que es el maná que les ha caído del cielo. El tercero, La granja, quizás sea la joya del volumen. En este caso, otros dos cosmonautas viajan en una orbe hacia otra civilización extraterrestre y aterrizan en un planeta en el que, tras visitar sus costumbre culturales y gastronómicas, luego comprueban con espanto quiénes son los animales reproductores que están criando en granjas y que les suministran dichos alimentos. Aquí no puedo contar más por el peligro de caer en el espóiler.

Estas propuestas demuestran una vez más las enormes posibilidades de este género artístico

El cuarto, Hello Boy, trata el racismo en su más pura esencia. Y, junto al primero, es el más desconcertante de todos. La huida de su poblado de un ser que tiene la piel de colores es eliminado por un terrestre que, a su vez, es eliminado por ser «demasiado humano». Y el quinto, El siguiente, es el que más premios ha conseguido y que, con un estilo austero, en el que casi no existen diálogos, aborda la historia del cazador que elimina al extraterrestre que iba con intenciones pacíficas. Cinco títulos, en definitiva que muestran, una vez más, las inmensas posibilidades expresivas de un medio como la novela gráfica para exponer, de una manera sencilla pero profunda, todo tipo de temáticas físicas, filosóficas o humanistas.

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