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DÍA MUNDIAL PARA LA PREVENCIÓN DEL SUICIDIO

Uno de cada diez canarios ha tenido ideas suicidas alguna vez en su vida

Los suicidios crecen un 32% en la última década en Canarias | Los médicos piden más recursos psiquiátricos para atender las necesidades de estas personas

Un hombre llora en la sala de espera de un hospital. El Día

Por la mente de uno de cada diez canarios ha pasado alguna vez la idea de morir. La depresión y la coyuntura económica y social, unidas a innumerables circunstancias personales, invitan a algunas personas a pensar que la única solución para acabar con el dolor, pasa por quitarse la vida. Instituciones y sanitarios de las Islas tratan de hacer lo imposible porque quienes coquetean con la Parca vean que existe una alternativa, pero los esfuerzos no han dado los frutos que se esperaban.

En el año en el que el virus de la covid-19 obligó a millones de personas a permanecer encerradas en sus hogares, 208 canarios decidieron acabar con sus vidas. En la última década el Archipiélago había asistido a un incremento lento de los suicidios, pero en 2020 acabaron se suicidaron un 32% más de personas que en el año 2010. 

«Nos preocupa que los suicidios consumados sean solo la punta del iceberg del disconfort mental de la población», resalta el vicepresidente del Colegio de Médicos de Santa Cruz de Tenerife, Pedro Javier Rodríguez. Y es que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), «por cada adulto que se suicida, posiblemente más de otros 20 intentan hacerlo». Por esta razón, como argumenta Rodríguez, las estrategias deben centrarse en «detectar» el problema con suficiente antelación como para poder demostrar a estas personas que existe otra forma de afrontar la situación dramática que está afrontando. «Sabemos que más de la mitad de la patología psiquiátrica en los adultos comienza en ese periodo infanto-juvenil», relata. 

Más de la mitad de la patología psiquiátrica en adultos comienza en el periodo infanto-juvenil

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Por eso, el reguero de trastornos mentales que ha dejado la pandemia preocupa sobremanera a los facultativos, que advierten que en los próximos años se producirá un incremento exponencial en las conductas suicidas y trastornos mentales. Por esta razón insisten en que se debe mejorar el conocimiento, planificación y adopción de medidas preventivas de la mano de los profesionales en los distintos ámbitos de la psiquiatría.

El confinamiento y la dinámica posterior de la pandemia –con su distanciamiento social o la prohibición de ciertos tipos de ocio– ha limitado, especialmente a los más jóvenes, la posibilidad de socializar. Sin que se produzca este proceso, es difícil que la población adquiera los «parámetros psicológicos estandarizados» necesarios para mantener su bienestar mental. El mismo año en el que estalló la pandemia, Canarias se situó entre las comunidades con una mayor tasa de suicidios consumados, de 9,5 por cada 100.000 habitantes. Solo por detrás de Asturias (11,98) y Galicia (11,29). No obstante, tanto las tasas de Canarias como las de España han sido inferiores a las del conjunto de la Unión Europea. 

Para Rodríguez, la de la salud mental es «una nueva epidemia tras la pandemia de la covid-19». Como insiste, «las patologías psiquiátricas se han exacerbado tras lo que hemos vivido, afectando a todos los rangos de edad de la población, y de manera preocupante en la etapa infanto-juvenil, que no solo afecta a los que los sufren, sino a sus familias». 

La OMS concibe el suicidio como un problema de salud pública de alto coste. Cada año más de 800.000 personas deciden acabar con su vida, y esta es la segunda causa principal de muerte entre personas de 15 a 29 años de edad. Además advierte de la probable subestimación de los datos que se proporcionan a nivel mundial pues dependen del sistema de registro que existe en cada país, que se une además al estigma y el tabú que pueda existir con respecto a este acto. 

Aunque las circunstancias que llevan a una persona a acabar de forma súbita con su vida son múltiples, en Canarias se han evaluado tres los factores que están íntimamente ligados a las altas cifras de suicidios que se registran. «Nuestro panorama va en contra, somos los peores del conjunto de España y aunque sabemos que cada persona es un mundo, estos factores tienen un papel relevante», reseña Acosta. La situación desfavorable en cuanto a cuadros de depresión, consumo de drogas y vulnerabilidad económica y social acrecientan el riesgo de que los canarios decidan acometer un suicidio.

La depresión es el trastorno mental que más se asocia a la conducta suicida, hasta el punto que el riesgo en esta población es 20 veces superior que en una persona sin depresión. Canarias presenta unas tasas de depresión más altas que en el conjunto de España. El 10,45% de la población en las Islas sufre algún tipo de cuadro depresivo, mientras que en el resto de España la cifra no alcanza el 8%. 

El 10,4% de los canarios sufre un cuadro de depresión

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Canarias es además, la comunidad en la que se ve con mayor frecuencia personas que deben empezar un tratamiento para desintoxicarse por sustancias psicoactivas. En 2019, 154,9 de cada 100.000 habitantes había sido «admitido a tratamiento», mientras que en España este indicador se situaba en 106 por cada 100.000 habitantes. «Se trata de un indicador muy fiable, aunque solo tenga en cuenta a una parte de la población porque son las personas que piden ayuda», resalta el técnico del servicio de Salud Mental del Servicio Canario de la Salud (SCS), Francisco Acosta. A estos datos se añade que casi la mitad de los canarios consumen alcohol de manera frecuente (al menos una vez al mes), el 5,8% cannabis, 14,9% tranquilizantes, sedantes o somníferos y el 3,4% cocaína. 

Por último está la «deprivación socioeconómica». El Ministerio de Sanidad ha identificado los perfiles que cuentan con un mayor riesgo de suicidio y entre ellos se encuentran las personas solteras, divorciados o viudos, las que viven solas, las que carecen de apoyo social, las que se encuentran en paro, las que tienen bajo nivel educativo o quienes se encuentran por debajo del umbral de la pobreza. Canarias cuenta, en este sentido, con los niveles más altos de paro y las rentas más bajas de España, las mayores tasas de divorcio y el mayor número de personas que se encuentran bajo el umbral de la pobreza. 

Esta escabrosa realidad ha llamado la atención de las autoridades, que intentan revertir la situación con acciones basadas en la concienciación, visibilización y formación. Así, además de diversos cursos dirigidos a sanitarios y otros profesionales que tratan este tipo de problemáticas; la Consejería de Sanidad ha elaborado nuevos protocolos de actuación, ha puesto en marcha de campañas de difusión y ha mejorado el sistema de registro y evaluación. Estas medidas, que se encuentran dentro del Plan de Salud Mental de Canarias 2022-2024, se ven reforzadas, además, con la puesta en marcha este año del teléfono de ayuda 024. Esta novedosa línea de atención a la conducta suicida ha atendido más de 55.000 llamadas, de las que se han derivado a los servicios de urgencias 2.500 llamadas y se ha identificado e intervenido en unos 1.000 casos de riesgo de suicidio muy alto o de suicidio en curso.

Pero para Canarias «aún queda mucho camino que recorrer», como detecta Acosta. «El Programa de prevención de la conducta suicida marca 35 acciones y quedan algunas pendientes», resalta el técnico. Entre ellas se encuentra una de las actuaciones más importantes, que es mejorar la coordinación entre distintas instituciones y órganos implicados en la salud mental. «El sector sanitario es el más visible, pero solo es la punta del iceberg», insiste Acosta, quien remarca que las políticas en salud mental deben ser transversales y a «todos los niveles». Y es que la conducta suicida es un problema social en el que toda la sociedad tiene un papel que desempeñar para ponerle freno. 

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