Canarias vivió ayer su primera jornada sin el uso obligatorio de la mascarilla en espacios exteriores con precaución y prudencia, con una mayoría de la población a favor de mantener esta medida preventiva en las calles hasta que España alcance la anhelada inmunidad de grupo. En un escenario epidemiológico favorable a excepción de Tenerife, que ayer ascendió al nivel 3 de alerta sanitaria, las islas se liberan por fin de la orden de utilizar el cubrebocas al aire libre después de 45 semanas desde que el Gobierno de Canarias decretase su obligatoriedad tanto en espacios interiores como exteriores y que entró en vigor, en concreto, el 14 de agosto de 2020 en el Boletín Oficial de Canarias (BOC).

Muchos puntos neurálgicos de la capital grancanaria que registran una mayor afluencia de personas los fines de semana, como la Calle Mayor de Triana o la Avenida de Las Canteras, alojaban ayer un mosaico de ciudadanos donde confluían personas con mascarilla y otras sin ella, pero con una mayoría adscrita al primer grupo por seguridad, responsabilidad y cautela.

A este respecto, cabe recordar que esta medida solo contempla la posibilidad del no uso de la mascarilla al aire libre cuando existe, al menos, un metro y medio de distancia interpersonal o si se trata de personas convivientes, tal y como contempla el Real Decreto aprobado el pasado jueves en el Consejo de Ministros. En cambio, en espacios interiores, la protección de la mascarilla sigue siendo obligatoria y permanente, salvo durante el tiempo de consumición. En cuanto a las concesiones, solo podrán quitarse el tapabocas bajo techo los usuarios y usuarias de las residencias de personas mayores cuya vacunación haya superado el 80% o profesionales de trabajos esenciales que estén de guardia en su puesto laboral, y siempre que el 80% de la plantilla haya sido inoculada.

«Yo me he acostumbrado a llevar la mascarilla aunque siempre es algo incómodo, sobre todo, en el verano, pero prefiero llevarla un poco más de tiempo a que nos pasemos de confiados y volvamos pa’ atrás», señaló ayer Jesús, un transeúnte en la Calle Mayor de Triana, que aprovechaba su primer día libre de la semana para «los recados». «Me lo tomo como un último esfuerzo», añadió con una sonrisa en los ojos. Y esta fue la tónica general de esta jornada inaugural que comporta un paso más hacia normalidad, donde la extensión de esta protección por parte de la mayoría obedecía a una decisión libre y consciente, no a un desconocimiento sobre la flexibilización de esta norma.

En el casco histórico de Vegueta, un agrupación de jóvenes descansaba en un banco de la Plaza de Santa Ana con las mascarillas aferradas al codo. «La plaza está casi vacía y aprovechamos para vernos las caras y coger aire, porque ya se puede», comentó Carlos, estudiante. «Pero cuando vayamos hacia la parada de guaguas, sabemos que coincidiremos con gente y nos la pondremos», añadió. Y en efecto, aquellos y aquellas que se apuntan al desprendimiento del cubrebocas en exteriores deben portarla, por norma, en algún lugar de fácil acceso para poder recurrir a ella en caso de cruzarse con alguien en la calle o de entrar en cualquier espacio interior, tal como se estableció también en el Consejo de Ministros.

Por otra parte, uno de los espacios donde la multitud se ha retirado las mascarillas casi en masa en la ciudad ha sido, por supuesto, la playa, en una jornada especial marcada por el calor y la bienvenida del verano.

Reversible

Con todo, el conjunto del territorio español estrenaba ayer esta medida liberadora después de más de un año de obligatoriedad en el grueso de las comunidades. Según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 99,4% de los españoles se acostumbró al uso habitual de las mascarillas en el transcurso del último año de pandemia.

No obstante, este escenario de mejora es de carácter reversible, puesto que los responsables de Sanidad, con Carolina Darias al frente, han estipulado que, si el ritmo de contagios registrase un nuevo aumento en el futuro, el Gobierno central podría recular y restablecer por decreto ley el uso de las mascarillas en exteriores, con independencia de la distancia de seguridad interpersonal.