BARRIO A BARRIO | Anaga

Los Campitos, un colegio con educación personalizada que trabaja por subsistir

La directora, una de las dos tutoras –que agrupa las aulas por Infantil y Primaria– tiene trece alumnos y está integrado hace dos cursos en el colectivo de escuelas rurales de Anaga

Humberto Gonar

Humberto Gonar

El Colegio de Educación Infantil y Primaria (CEIP) de Los Campitos tiene más niños que aulas. En sus treinta años de historia, la baja natalidad ha pasado factura y también la decisión de suprimir la Educación Secundaria, desde el curso 2007/08, lo que llevó a muchas familias a escolarizar a sus hijos en centros concertados desde los primeros cursos para evitar los problemas que surgen cuando se intenta incorporar en la ESO.

En el antiguo Susana Villavicencio, que el 9 de febrero de 2023 cambió su denominación en cumplimiento de la Memoria Histórica para adoptar el nombre del barrio en el que se localiza, María José Cubeles se entrega de forma vocacional, junto a la comunidad educativa, no solo para evitar el cierre del centro sino a garantizar esa educación personalizada que los distingue, como ocurre con los seis que integran el Colectivo de Escuelas Rurales de Anaga que integra Los Campitos junto a José Pérez Rodríguez (Igueste de San Andrés), Julián Rojas de Vera (Taganana), Las Carboneras (Las Carboneras), Sor Florentina y Agustín Cabrera Díaz (Roque Negro) y María Isabel Sarmiento (Valleseco). Este último, con 42 alumnos, y el de María José, con 13, se integraron al colectivo de centro de Anaga en el curso 2021/22 por decisión de la Consejería de Educación por la baja matrícula.

Con el aval de la docente que ha militado en plazas mayores –por número de alumnos– como el Onésimo Redondo o El Chapatal, María José se muestra feliz en el colegio de Los Campitos, donde atesora su «secreto de la felicidad: disfrutar de lo que haces».

Directora, secretaria, tutora y lo que haga falta en el centro, agradece la implicación de todo el personal y, en particular, el apoyo de la encargada de la limpieza del colegio así como al conserje y responsable del mantenimiento de los jardines. Destinada a Los Campitos en el curso 2007/08 para sustituir al entonces director del colegio y... hasta la fecha. Junto a Inma, son las dos tutoras, que se dividen en Educación Infantil y Educación Primaria, y que cuentan con el profesorado itinerante que se traslada para cubrir las especialidades de Inglés, Francés, Educación Física y Religión, además de la orientadora, PT y la logopeda. «Hay quien piensa que por tener menos alumnos se trabaja menos y es todo lo contrario porque tienes que multiplicar recursos y esfuerzos; se trabaja el triple», asegura, para apostilla: «Soy feliz».

La directora destaca la importante colaboración de Fundación CajaCanarias y Auditorio de Tenerife, que les ha permitido a niños de 3 años haber disfrutado de la ópera, como ocurrió días atrás. Y es que ambas instituciones son pieza fundamental en la oferta cultural y de formación del centro; eso y el empeño de la comunidad educativa que se vuelca en organizar las visitas, recurriendo al transporte público en Titsa antes de seguir la ruta programada.

Inma se entrega a formar a dos niños de 3 años y cinco de 4 años que cursan Educación Primaria, mientras que María José es la tutora de uno de 2º de Primaria, cuatro de 3º y uno de 6º; entre los alumnos, dos hermanos. «Trabajamos la misma materia adaptada a cada edad y capacidad», para reconocer la labor del profesor de Educación Física que también imparte Conocimiento del Medio y Matemáticas.

Atención personalizada

La directora destaca los diferentes programas y técnicas que desarrollan en el centro para fomentar el aprendizaje desde la práctica. Entre los ejemplos, Campishistorias, que ya va por la segunda edición. Esta iniciativa comenzó el curso pasado: fomentando el gusto por la escritura, adaptado a cada alumno, se ha avanzado desde poesías tontas, palabras que rimen... todo para conseguir que los niños se enganchen a escribir desde diferentes estilos que, como ocurrió el año pasado, se incluyeron en un libro que publicaron con sus versos encardinados, adivinanzas, quisiera ser..., con el añadido de las ilustraciones correspondientes. El mercadillo del emprendedor es otra de las actividades que motiva el taller de costura que cuenta con la participación de madres de alumnos para elaborar artículos que luego se venden, como si de una cooperativa escolar se tratara, en una iniciativa que se ha desarrollado de forma tradicional en el centro y que lidera la Universidad de La Laguna

Inma también destaca el desarrollo de los programas Scratch y Makecode, que permite desarrollar actividades científicas y tecnológicas, adaptada a los niños, a las zonas rurales y que desde la filosofía del STEAM que promueve la Consejería de Educación, permite a los alumnos familiarizarse con la ciencia, la tecnología, el arte, las matemáticas y la ingeniería, junto al inicio de la programación o del lenguaje computacional, desarrolla dentro de los hitos establecidos para este curso: igualdad de género y fomento del patrimonio.

Ya el pasado año desarrollaron el proyecto Nuestro Colegio Ideal, que desarrolló una maqueta del centro, y que fue la antesala de Tenerife y sus siete faros, con el Teide como referente natural, explica María José mientras muestra un tapiz elaborado con fieltro con sus mecanismos electrónicos. 

La cara b del centro

María José recuerda que el colegio ofrece a los alumnos desayuno, transporte y almuerzo, si bien no deja en el olvido lo que ella misma denomina la cara b del colegio.

Más allá de las cuidadas instalaciones se descubren las canchas deportivas; la mitad fue clausurada con vallas hace dos cursos a la espera de su reparación, mientas que la que se dejó operativa tiene grietas, al menos tan grandes como en la otra zona, que suponen un peligro para los niños. «Ya hemos tenido varios esguinces».

Con desconsuelo, María José se lamenta que en los quince años que lleva en el centro el ayuntamiento no lo ha pintado, mientras agradece los módulos infantiles que le instaló la anterior concejala de Anaga, Inmaculada Fuentes.

En el aula de Primaria, Fabián, de 8 años, cuando se le pregunta por qué destaca de su colegio pone en valor la amabilidad del profesorado, y conste que la pregunta no fue advertida ni la respuesta preparada. Aitor destaca los cultivos que hay en el colegio, mientras que Amara elogia la decoración y Elisabeth, la comida y el transporte.

Con desconsuelo, la directora también se refiere al teatro, el gimnasio y el aula que se localiza junto a la cancha y que está inutilizado. «Está cerrado por el mal estado de la techumbre». 

María José, junto a la comunidad escolar, afrontar el día a día como si de una familia se tratara, con una educación personalizada y el temor de que algún día la falta de alumnos obligue al echar el cierre al centro que está a solo cinco minutos del centro de Santa Cruz.