Semana Santa | Procesión del Martes Santo

El Señor de las Tribulaciones se queda en casa

Un exceso de celo llevó al párroco de San Francisco a suspender la procesión del Señor de Santa Cruz, que tuvo dos actos: misa en el templo e improvisada visita a la calle de las Tribulaciones

Humberto Gonar

Humberto Gonar

«Para una vez que el Distrito Centro se vuelca en los preparativos de la procesión del Señor de las Tribulaciones resulta que no sale a la calle». Este fue el categórico comentario de algún feligrés de la parroquia de San Francisco de Asís al término de la misa que presidió el obispo de la Diócesis de Tenerife, Bernardo Álvarez, cuando el párroco del templo, Miguel Ángel Navarro, anunció que la imagen del Señor de Santa Cruz no saldría a la vía pública por las malas condiciones meteorológicas. Y no caía ni una gota de agua, pero como luego explicó el propio cura a los vecinos, que atendió la invitación de la responsable del distrito de ir a la calle de Las Tribulaciones donde desde la tarde los residentes habían preparado las alfombras como marca la tradición, el presbítero estaba en la iglesia mientras se celebró la eucaristía y se limitó a seguir las recomendaciones de ‘alguien’ que, en un exceso de celo, se tradujo en la suspensión de la procesión.

El esperado Martes Santo en la capital tinerfeña finalizó destartalado, con la misa en la iglesia y la improvisada ‘procesión civil’ que organizó sobre la marcha la concejala del Distrito Centro, Purificación Dávila al corazón de El Toscal. Había concluido la misa, el cura ya había comunicado la suspensión y comenzó la ‘procesión claustral’, como mal menor, con el canto del Himno del Señor de las Tribulaciones a cargo de La Zarzuela, en Carnaval, y la coral del Círculo de Amistad XII de Enero, enSemana Santa, que luego siguió con una marcha de la Banda Municipal de Música de Santa Cruz, luego otra canción de la coral que dirige Salvador Rojas, de nuevo otra pieza de la banda municipal, y un responso a cargo del obispo en recuerdo a las mujeres de la antigua prisión de El Toscal. 

No había cantado aún el solista José Redondo su inédita ‘Malagueña al Señor de las Tribulaciones’, y la concejala del Distrito disculpó su ausencia a sus compañeros de banco, el propio alcalde, Carlos Tarife y Alicia Cebrián, del PP, y los Javis –Rivero y Caraballero, de CC–. Se levantó, abandonó la fila reservada a las autoridades y donde siguió toda la misa y ‘arrancó’ para El Toscal. «Me voy a dar con los vecinos que han estado allí preparando las alfombras y cuando acabe ya le dije al alcalde y al cura que vayan para allá y por lo menos rezamos un padrenuestro». Y con la misma puso rumbo a Tribulaciones. Entre los vecinos, el incrédulo Pepón Jiménez, uno de los toscaleros de pro que no salía de su asombro e indignación. «Pero cómo puede ser que el cura suspendiera la procesión si estuvo esta tarde aquí», se preguntaba una y otra vez mirando al cielo. Y seguía sin llover.

La misa en San Francisco de este Martes Santo tuvo dos actos: una, la ceremonia religiosa en sí, y el segundo, la ‘procesión civil’ de Purificación Dávila. Era cuanto menos llamativo ver cómo muchos feligreses, nada más anunciar el párroco que no salía la procesión, salieron rumbo a sus casas tal vez en previsión de que cayera un palo de agua y a paso procesional enfilaban Villalba Hervás rumbo a la capilla del Hogar Escuela, en la calle de La Rosa, los componentes de la UA El Cabo

Quien sí se enteró de la suspensión de la procesión en el templo fue el presidente de ElCabo, Joe Socorro, quien mostró su alivio porque precisamente la rondalla acudía sin su director titular, Israel Espino, porque se acababa de someter a una intervención de apendicitis y la coral acudía a las órdenes del responsable de cuerdas, Ángel Luis Falcón. Pero poco le tuvo que lugar el respiro al presidente de ElCabo cuando la concejala del Distrito le pidió que se trasladara hasta Tribulaciones para cantar entre las alfombras de sal y ante el decorado muro que a diario ha lucido una arruinada imagen y que en estos días aparece ‘plastificado’ en unas zonas recreando las fachadas desaparecidas, en otra la leyenda de la historia del Señor de Tribulaciones... Y eso sin obviar que durante todo el Martes Santo el distrito, en colaboración con Zona Centro, medio centenar de comercios distribuyeron bolsas de papel reciclado con pétalos que regaló a los vecinos para que los tiraran de sus balcones al paso del trono que no salió.

Quien no se equivocó en su previsión sobre el futuro que le esperaba a la procesión el consejero insular de Carreteras del Cabildo de Tenerife,Dámaso Arteaga, que no las tenía todas consigo. Y no se equivocó.

Durante la eucaristía, en el momento de la homilía el obispo centró sus palabras en los sinónimos que aporta la Real Academia Española de la Lengua sobre la tribulación, para acabar hablando de los suicidios... Ya al término de la misa, el párroco agradeció que el prelado nivariense siempre haya acudido a la celebración del Martes Santo y dio por sentado que esta era la última Semana Santa que Bernardo Álvarez vivía como obispo ya que presenta su renuncia por enfermedad, para luego recordar que así lo establece la norma cuando un obispo cumple 75 años de edad. Falta aún por tanto que el Vaticano la acepte.

El anuncio de la suspensión de la procesión fue un tiempo de idas y venidas. El alcalde esperó a la puerta del templo que finalizada la misa y comenzara el desfile religioso, por lo que al escuchar las palabras del párroco se colocó en primera fila; a los seis concejales del grupo socialistas, que se habían gozado la eucaristía en la segunda fila, les faltó tiempo para, nada más escuchar que no saldría la procesión, abandonar el templo; no se esperaban que se realizara la ‘procesión claustral’, con las intervenciones de la coral del Círculo, la Banda de Música y la malagueña de José Redondo y menos que la responsable del Distrito Centro organizada su ‘procesión civil’ en la calle de Tribulaciones.

Allí se reunieron decenas de vecinos ante el ‘altar plastificado’. El cura improvisó un responso que tuvo que pedir ‘unas gafas de cerca’ para leer la oración del Señor de las Tribulaciones, y el fotógrafo de I Love, Alfonso Escaleno, les prestó las suyas... unas gafas rojas, el mismo color del fajín con el que se ciñen los obispos. «¿Será un signo divino?», se preguntó en tono distendido el cura, para finalizar la oración a la que siguió la actuación de El Cabo en la calle de Las Tribulaciones, anoche sin el trono del Señor.