BARRIO A BARRIO | Anaga

Falta de luz, alcantarillado sin conexión e inseguridad de tráfico en Valle Crispín

La nueva asociación de vecinos Tanemmirt reclama un plan vial donde confluya la creación de aparcamientos con controles que garanticen la seguridad en la circulación

Vecinos de Valle Crispín y Villa La Cueva piden conectarse al alcantarillado como se ha hecho en el puente.

Vecinos de Valle Crispín y Villa La Cueva piden conectarse al alcantarillado como se ha hecho en el puente. / Andrés Gutiérrez

Humberto Gonar

Humberto Gonar

El amor al patrimonio y el orgullo del sentido de pertenencia se transmite de generación en generación. Y para muestra, Edey Fernández, hijo del último cambuyonero de Anaga –el recordado Juan Antonio Fernández, fallecido en enero de 2022– que se ha puesto al frente de la nueva asociación de vecinos de María Jiménez que lleva el nombre oficial de Tanemmirf, que en la lengua amazigh significa gratitud, si bien su anhelo es recuperar la denominación que se plantearon inicialmente y que se varió por un error administrativo: Roque Chiguel. El ámbito de influencia es tanto los valles Crispín, Brosque y Grande y no renuncia también a canalizar las posibles demandan que surjan en la parte baja de María Jiménez.

En los primeros pasos de la conversión de la plataforma vecinal en asociación Edey guía una visita por Valle Crispín para mostrar ‘a pie de obra’ las necesidades que soporta el centenar de residentes de esta zona de la parte alta del barrio de María Jiménez, en Anaga.

La falta de iluminación desde poco más abajo de Dos Barranco a La Charca, la imposibilidad del ochenta por ciento de los vecinos a conectarse al alcantarillado que instaló el Cabildo de Tenerife hace un año y la inseguridad en la carretera de acceso a Valle Crispín centran las principales preocupaciones de los vecinos.

Botellón en Anaga

Acompañados por Edey Fernández, el presidente del nuevo colectivo muestra el tramo de un kilómetro y medio donde no hay ni un punto de luz. Lo curioso es que las luminarias se interrumpen desde donde ‘acaba la civilización’ para retomarse en la parte alta.

«Esto me trae al recuerdo el videojuego Grand Theft Auto: Vice City, solo que yo lo llamaría Los Valles City. Hace un año y medio se produjo el vuelvo de un vehículo», explica Edey mientras muestra la fotografía en su móvil. «¿Me puedes explicar cómo puede quedar un vehículo así en una carretera que tiene limitada la velocidad a 30 kilómetros por hora?», se pregunta. Si algo tiene claro la asociación es que busca la paz entre los vecinos, por lo que demandan un plan vial donde concluya y se de respuesta a la carencia de aparcamientos en la vía y a la vez se realicen controles de tráfico entre clientes de los bares y visitantes.

No es la única demanda que plantean el materia de seguridad vial. Ponen de ejemplo los guardias muertos que se han instalado en la subida del vecino Valle Brosque y reclaman que se siga el ejemplo en Valle Crispín. «Mira el ancho de la carretera: es imposible el paso de dos vehículos a la vez», señala el dirigente vecinal, que reclama apartaderos y habilitar estacionamientos en la zona. «Pedimos que se habilitaran dos pero se han quedado congelados en el tiempo», se lamenta Edey, que recuerda el día que acabó a milímetros de una tabaiba para expresar la necesidad de ampliar el paso de los vehículos por su inseguridad.

La falta de iluminación se ha traducido en el auge del botellón en la zona, explica Edey justo en uno de los apartaderos que se encuentra en la parte baja, donde en el pasado estuvo una marquesina de guagua que desapareció, y nunca más se supo de ella. «Pedimos la instalación de tres en las paradas del servicio público y solo se ha repuesto una de ellas», para celebrar el buen funcionamiento de la guagua en Valle Brosque –la línea 916–, que pasa cada hora, mientras Valle Crispín espera que algún día se pueda dar esa cobertura, para lo que es preciso la ampliación de una carretera que a penas tiene tres metros de ancho.

Edey retoma el tema de seguridad para reclamar la presencia de Policía Nacional y que realice controles por la noche. «Hay un vecino al que ya le han robado aguacates más de veinte veces», se lamenta. «Los agentes deberían venir de madrugada e identificar a quienes transiten a esa hora por si se presentan denuncias tener identificados a los posibles sospechosos. No es gente de fuera, seguro», se lamenta el dirigente.

Vinculado al tráfico en la zona y al caos que provocan los clientes de los bares de la zona, Cathaysa, una de las vecinas de Valle Crispín, cuenta que muchas veces tiene que ir al restaurante de turno para advertir de que le quiten los vehículos que el impiden salir o entrar de su casa –en algún caso cuando regresa de guardias cono enfermera en Guía de Isora–, teniendo incluso que soportar malas respuestas, añade Edey, para ahondar que algunos episodios que soportan las vecinas de la zona son propios de ‘violencia machista’ por tratarse de comentarios ofensivos de visitantes.

El dirigente vecinal pone de ejemplo a los empresarios de los bares La Charca y Dos Barrancos, que se procuraron sus propias zonas de estacionamiento. «Nosotros no queremos perjudicar a nadie, sino que podamos coexistir».

En la conversación entre Cathaysa y Edey surge otro problema, la falta de cobertura telefónica que ‘aparece y desaparece’, lo que complica a quien teletrabaja en una zona que depende precisamente de comunicación.

Alcantarillado sin conexión

Otro de los residente de Valle Crispín, caso de Fernando, un enfermero ya jubilado que vive en la zona de Villa La Cueva, un poco más abajo. Pero la situación que vive le afecta al ochenta por cierto de vecinos de la zona. «El Cabildo ejecutó hace un año la instalación del alcantarillo, que costó un millón de euros». «Sin embargo, solo se han podido enganchar cuatro vecinos y dos bares», apostilla de forma coloquial Edey.

Fernando recibe al visitante en su casa para explicar que «no nos dejan pasar la tubería porque hay que cruzar el puente que da acceso a la vivienda desde la carretera a la casa», mientras se acerca a menos de cincuenta metros más abajo para mostrar la obra que realizó el propio Cabildo para pasar precisamente la red de alcantarillado. «El problema está en el Consejo Insular de Aguas, donde los técnicos no dan permiso para pasar el tubo porque dicen que se rompería en caso de registrarse una riada en la zona. Si se desborda el barranco la ruptura de la red quedaría en un segundo lugar con lo que podría pasar», acota Fernando, mientras espera una solución que se hace de rogar, si bien casi parece un consuelo que esté hecha la canalización frente a lo que ocurre en Valle Brosque, que sí tiene servicio público de guaguas –a diferencia de Valle Crispín–, pero carece de alcantarillado.

Estas demandas fueron planteadas tanto a la concejala del distrito Anaga, Gladis de León, como al edil de Servicios Públicos, Carlos Tarife, y la responsable de Urbanismo, Zaida González, en una reciente visita que realizaron.

Presidente por cuatro años

Si algo tiene claro Edey Fernández es que ha asumido la presidencia de la recién constituida asociación por cuatro años. «Así consta en los estatutos; eso no quita que transcurrido ese tiempo me aparte de la lucha. He estado implicado en ella y voy a continuar, puede ser como vicepresidente o como vecino, pero ni no comparto que un dirigente se eternice décadas en el cargo, no voy a incurrir en ello».

Vecino de Valle Crispín desde hace treinta años, Edey nació en Las Mercedes y vivió en el barrio de La Salud hasta que su padre adquirió un terreno donde ahora tiene su casa.Tiene a gala ser hijo de María Espinosa, quien diseñó no solo el PRUG de Anaga, sino que entre otros méritos hizo posible que llegara el agua corriente a la zona. Ahora su hijo sigue comprometido en la lucha, en su caso desde el movimiento de participación ciudadana, por coexistir en el paraíso de Santa Cruz: Anaga.