Nunca tardó tanto una mudanza que se tenía que realizar a escasos veinte metros, de las 115 casas construida hace setenta años a la nueva promoción que distribuye el mismo número de pisos en dos torres de diez alturas, que duplica los 34 metros de la superficie anterior y, encima, con aparcamientos.

Emiliano Gutiérrez, María Candelaria Casañas, Raúl Ezequiel Casañas, María Mónica Álvarez, Ana Rosa Casañas, María Teresa Almazán, Jorge Trujillo, Francisco José Bruno Hernández, los hermanos Ana María, Juan Manuel, María Felicidad y Ricardo Hernández, y Javier Amo contarán a sus hijos y nietos que en el 2021 no solo hubo una pandemia mundial sino que ese año estrenaron las viviendas de reposición que se construyeron hace setenta años, como recordó el presidente del Cabildo de Tenerife, Pedro Martín, una de las autoridades que apadrinó el acto de entrega de las llaves de los diez pisos nuevos a sus titulares. Unos la han vivido durante ese tiempo, otro las heredaron y otros la han adquirido en algún momento.

El milagro de La Candelaria

El titular del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, también presente en el acto, dejó traslucir su vocación municipal al recordar que «si hay algo que satisface a los responsables públicos, es compartir con los vecinos el derecho constitucional que tienen como es el de la vivienda», y sacó a baleo sus promesas políticas: «el Gobierno de Canarias responderá a una necesidad social con un plan para los próximos años que cuenta con casi 700 millones de euros y servirá para construir 6.000 viviendas nuevas».

El milagro de La Candelaria CARSTEN W. LAURITSEN

El alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, no pasó por alto el anhelo y la lucha que han abanderado los vecinos hasta la consecución de sus nuevos pisos, «desde las primeras reuniones en el año 2014, a la firma del convenio en 2015 y, posteriormente, todas las vicisitudes para adjudicar el comienzo de la obra que hoy, después de sortear muchos problemas ya es una realidad».

El regidor municipal sorprendió no tanto con el mensaje de agradecimiento dirigido al equipo de Viviendas Municipales, «que está motivado e ilusionado», sino por el reconocimiento expreso que hizo a la labor desarrollada por los cuatro concejales del área que han trabajado e impulsado hasta hacer posible la entrega de los pisos: desde Ángela Mena y Carmen Delia Herrera, del CC, a Marta Arocha, del PSOE –a la que también incluyó–, y al actual responsable del área, Juan José Martínez –mención que despertó el aplauso de los vecinos que seguían desde la calle el acto.

Cabe recordar que el actual responsable de Viviendas Municipal ha centrado sus esfuerzos en desbloquear la situación del inmueble, que estaba construido y pendiente de la acometida de luz, además de ya dejar encausada el tapiado y la posterior demolición de la vieja barriada de La Candelaria. De hecho, en un tono paternalista, Juan José Martínez, que actuó como maestro de ceremonia del acto de entrega de las llaves, pidió a los propietarios «que cuiden las nuevas viviendas porque ha costado mucho hasta llegar hasta aquí». Ayer recogieron las llaves de sus viviendas los primeros diez propietarios: la mayoría había visitado su piso piloto, unos pocos ya conocían su casa nueva pero alguno, como Emiliano Gutiérrez, cogió la llave y fue directo al piso para conocerlo por primera vez.

Viviendas Municipales organiza el traslado en grupos de diez y da de baja y alta los contadores

Como el niño que madrugada para abrir los regalos que le dejaron los Reyes Magos, después del acto protocolario protagonizado por los representantes de tres de las administraciones que han costeado la reposición que ha costado 8,8 millones –Gobierno canario, Cabildo de Tenerife y el propio de Ayuntamiento de Santa Cruz, a los que se suma la aportación de los propietarios con el 14%–, el propio Emiliano salió disparado hacia el pasillo central. La única pista para localizar su piso era la bolsita que había recogido sobre una pequeña mesa y que indicaba la nueva dirección de su propiedad. Enfiló el pasillo principal y se encontró con los ascensores. ¿Y ahora? Ahí estuvo Noemí Carreras, de Alcaldía, para con la ayuda del arquitecto de Viviendas Municipales orientar a Emiliano sobre cómo llegar a su casa, y este pintor se convirtió en el dueño que visita su vivienda por primera vez. Y se tomó tu tiempo para regodearse en «un piso bonito, grande; incluso más grande de lo que pensaba».

Tercera generación

«Estoy contento y a la vez nerviosos; sólo sabía que el piso era uno de los grandes». Y, sobretodo, y aunque parezca una afirmación de perogrullo, «todo nuevo»; fue la frase más repetida cuando se le preguntaba por el nuevo piso.

Emiliano Gutiérrez es la tercera generación que vive en La Candelaria; su abuela era la titular de una casa de 32 metros cuadrados, que tenía una habitación, un baño, un pequeño pasillo y una cocina junto a un comedor. Ahora, la nueva, duplica la superficie, con unos 65 metros cuadrados, y también la distribución: dos baños, dos habitaciones, y una cocina independiente del salón y amplio. «Y todo nuevo», precisa de nuevo.

Llama la atención al interlocutor que Emiliano no conociera con anterioridad la viviendas, pero lo cierto es que su madre, María Rosa, que heredó la casa de su abuela, sufrió una caída, y él prefirió dedicarse a cuidar a su progenitora, al margen de haber cumplido con todos los trámites para ser de los primeros en mudarse: acreditar su titularidad y el pago del 14 por ciento del pago que le corresponde a cada dueño.

«Los antiguos estaban cayéndose», reconoce; de hecho, prefiere que ni el fotógrafo inmortalice el estado de cómo se encuentran los viejos bloques, «porque además está todo empaquetado y pendiente de hacer la mudanza según se vayan las autoridades», comenta sin que la mascarilla permita descubrir la cara de satisfacción que se intuye en su conversación.

Desde que se anunció la reposición, el período que se le hizo más cuesta arriba fueron los dos años de espera por las llaves que le entregaron ayer. «Pero estoy muy contento porque es un piso muy amplio y mi madre va a estar cómoda y muy bien el tiempo que le quede». «Y todo nuevo», reitera.

Para Emiliano, «es un lujo vivir aquí: tenemos todo cerca: la piscina municipal, la rambla, el parque de La Granja»... Acaba de atender a la prensa y pone rumbo a su vieja vivienda, y en a penas treinta metros acerca a su madre de una casa del siglo pasado a una moderna construcción que hasta cuenta con la categoría de Eficiencia Energética nivel B, «algo que no todos los edificios de Santa Cruz pueden presumir tener». «Y por fin el cochito estará a cubierto», reconoce, aunque todavía habrá que esperar a que lleguen más propietarios para que se pongan en marcha los aparcamientos habilitados en las cinco plantas subterráneas que se construyeron.

«Cuando cogí las llaves pensé en sorpresa que me iba a encontrar, como le pasa a un niño con un Huevo Kinder». Emiliano reitera: «Y todo nuevo». Un día fue su madre quien lo llevó en brazos a su casa, y ayer fue Emiliano quien le prestó su ayuda para que María Rosa, con el apoyo de una muleta en la otra mano, conocer la nueva vivienda, toda nueva.

11 personas en 32 metros

Entre los diez titulares que ya estrenaron la urbanización de las 115 viviendas de La Candelaria, el matrimonio formado por Candelaria Casañas y Ángel González. Ella, de 67 años, nació en la propia barriada, donde era la vivienda familiar. «Recuerdo de venir al piso y, por la noche, toda la casa estaba llenada de colchones, porque en unos 32 metros cuadrados vivían nueve niños además del matrimonio», cuenta Ángel, de 65 años y natural de Somosierra, en referencia a su esposa y los hermanos, sumando a sus suegros.

«Cuando nos casamos nos fuimos un añito a Taco hasta que volvimos aquí; en el bloque Vivían mis padres y nosotros compramos ahí un piso también», cuenta Candelaria, que saca cuentas del tiempo que llevan residiendo en esta zona. «Aquí nació nuestra segunda hija y ya tiene 42 años».

Ángel recuerda los esfuerzos realizados cuando, de recién casado, estuvo trabajando con la familia Tavío como jefe de recepción y también atendía algunos negocios que tenían en el sur. Con el sueldo percibido se apañaron para salir adelante y adquirir también una casita. «Nosotros nos casamos con 19 y 20 años», añaden.

«Aquello era una época diferentes; hasta los chiquillo salía a la calle, no como ahora», añaden.

Aunque admiten que la vivienda que ya dejan atrás era pequeña, asegura que estaba «muy bien»: eran 33 metros cuadrados, tenía una entrada, un pasillo, un baño, dos habilitaciones un una cocina con comedor. Pero con el paso de los años hacía falta un mantenimiento, y como sabía que estaba en marcha el plan de reposición, solo realizaban inversiones en lo realmente necesario, «hasta que al final acabamos viviendo con cables por los suelos; se nos cayó el termo y la tubería de agua caliente no funcionaba... En el último tiempo nos hemos estado bañando con agua fría, porque yo tampoco estoy en condiciones de calentarla y llevarla en un cacharro a la bañera», explica Candelaria. «Ha sido duro, pero este esfuerzo y sacrificio ha valido la pena», añade. Tanto cariño le tienen al piso antiguo que Ángel asegura que hasta eligieron la vivienda nueva orientaba a su antiguo domicilio.

En el caso de Candelaria y Ángel, ellos sí habían visitado su casa un par de veces, no así sus hijas y cuatro nietas, de ahí las ganas de afrontar ya mismo la mudanza para recibirlos en el nuevo hogar.

Los vecinos, muy contentos

Junto a las autoridades, el concejal de Viviendas Municipales también cedió la palabra a Inés Gutiérrez, que habló en nombre de los once presidentes de las comunidades de propietarios. «Estamos muy contentos por estos primeros diez vecinos que estrenan su piso y que ya han recibido su casa», admitió, a pesar de que ella esperará a ser incluida en otra tanda con diez propietarios para estrenar su vivienda en unos días.

Cabe recordar que desde Viviendas Municipales se organizan en grupos de diez a los dueños para realizar en un día la baja y la alta de contadores y proceder al tapiado de las viejas viviendas. De hecho, ayer mismo ya se procedía al tapiado de las casas antiguas. Atrás quedan 70 años de historia y se abre una nueva etapa que duplica la calidad de vida en la urbanización de La Candelaria, donde todo es nuevo.