Dolores, Norberto, Juana, Mary Carmen, Severina... son algunos de los residentes en el interior de Anaga que se benefician del programa ‘Santa Cruz Activa’, puesto en marcha por el IMAS.

Casi no se ha puesto la carretera en Anaga y ya Dolores Rojas Perdomo está en la parada de guaguas de Roque Negro, a la espera del micro que el Instituto Municipal de Atención Social, que dirige Charín González, habilitó hace cinco semanas dentro del programa Santa Cruz Activa.

Dolores, como los quince vecinos que se acogen a esta iniciativa, tiene que madrugar para estar en la parada a las ocho y media de la mañana, hora en la que el micro la recoge para poner rumbo a la playa de Las Teresitas, como cada miércoles. Más pronto se tienen que levantar los residentes en el caserío de Afur, donde Goya Alonso, presidenta de la asociación, tampoco falta a la cita junto a otras vecinas de la zona. Es más, Goya no solo es la dirigente del barrio, sino que casi actúa como la guía y monitora, capaz de animar el viaje, bajar en las dos paradas de Roque Negro, si hace falta, a ayudar o, incluso, ayudar a nadar en la playa a sus vecinos de Anaga.

Con tres habitantes de Afur en la guagua, el micro pone rumbo a la parada de Roque Negro, donde le esperan Dolores y Norberto, que ayer se sumó por primera vez a este programa que acerca a los mayores de Anaga a Las Teresitas. Durante la espera, Dolores recuerda todo lo que ha trabajado en su vida hasta llegar a esta merecida recompensa, al igual que Norberto, que se dedicaba a montar tejados y planchas de sándwich.

Al grupo se suman Juana Rojas, Mary Carmen Siverio y Severina Siverio, quienes en su conversación mientras esperan el transporte contratado por el IMAS para llevarlas a la playa lamentan que les quitaran Ansina... «A mí me quitaron media vida», se queja Severina en presencia de Almudena, que se incorpora a la expedición, mientras estas vecinas recuerdan en la conversación la complicidad que establecieron con Soraya, una de las animadoras del programa insular que dependía del Cabildo. «No nos quejamos de estos que ahora ha puesto el Ayuntamiento; al contrario, estamos muy agradecidas, pero... ¡qué buena era Soraya!».

Con el programa insular no solo iban a la playa, sino que «nos sacaban y nos llevaban por los pueblos... Nosotros vamos donde nos lleven», afirman con gran humor, para recordar que días atrás han comenzado con la parranda que tienen en Roque Negro, «porque ya ni bailar nos dejan con esto del Covid».

Dolores le tira de la lengua a Juana: «¿Te acuerdas cuando se iba a cargar garrafones de agua a la galería La Negra? Así estamos ahora como estamos», cuenta, mientras su vecina parece sentir todavía el peso en la cabeza.

A las ocho y media llegan a Las Teresitas para disfrutar todos los miércoles de un baño en la playa y hasta los ejercicios que dirige Dani, el monitor contratado por el IMAS. E. D.

No han pasado cinco minutos y a las ocho y media en punto llega el micro que recoge el pasaje, llegado de Afur, a Roque Negro, para más adelante hacer un nuevo alto, con el tiempo suficiente para que Goya Alonso se bajen para ayudar a subir a una compañera. «¿Tú sabes lo que nos pasa?», pregunta Goya a su interlocutor: «Tenemos ganas de bureo». Y gracias precisamente a esa novelería, las vecinas son capaces de madrugar y pasar casi una hora en guagua hasta llegar a Las Teresitas, para disfrutar de un baño en la playa.

Durante el trayecto, entre la bruma por la carretera de la cumbre, un carrusel de camiones y coches de servicio público, salvo una hormigonera que baja de La Laguna para ir a la obra del talud de Almáciga, de resto la guagua que une La Laguna y Afur, un furgón de Emmasa y otro de mantenimiento de carreteras.

El micro del IMAS aparca junto a la parada de Titsa, a la altura del primer acceso de Las Teresitas, poco antes de las nueve y media. Goya lidera el grupo que pasa por la pasarela de madera y coloca sus pertenencias, entre las que no falta del churro con el que Almudena se ayudará en el agua. La expedición del interior de Anaga tiene todo cronometrado y sabe que a las diez llega Dani, para iniciar la gimnasia en la playa, también dentro del proyecto Santa Cruz Activa, por lo que Goya aprovecha para darse una vuelta por fuera de la playa caminando mientras otras se atreven a darse un chapuzón. «Es que no tenemos mucho tiempo; ahora viene David y da la clase de zumba, y a las once y media nos viene a buscar el micro», comenta Dolores. Mientras disfrutan de media hora libre, hasta que comience la gimnasia, llegan a la playa algunos vecinos de Igueste San Andrés a los que conocen los de Afur y Roque Negro, porque también tienen una parranda. «Tienes que escuchar cómo canta la nieta de la señora que tiene el pelo rojo; y su hija, que es una maravilla», cuentan.

A las diez, lleva el profe, Dani, que pasa lista y advierte que quien tenga más de tres faltas sin justificar pierde el derecho a seguir en el grupo de mantenimiento, y emprende los ejercicios de calentamiento. Para ese momento, Goya ya recorrió de lado a lado la playa y se mete en el agua con algunas vecinas que prefieren el baño y a las que la presidenta de la asociación de Afur ayuda, porque alguna no sabe nadar o no tiene mucha destreza.

Mientras, Dani anima al grupo: «Vamos a caminar de puntillas; ahora, como si nos estuvieran tirando de los dedos de las manos hacia atrás», lo que permite ganar elasticidad... Poco después de las once y cuarto, el grupo de Roque Negro se retira, saca sus viandas y regresan a casa, hasta el miércoles de la próxima semana. De lujo.