Opinión | El recorte

La tierra y el viento

Pisos, piso, casa, casas, edificio, vivienda, viviendas, construcción, se compra, se vende, venta, alquiler, hipoteca, hipotecas

Pisos, piso, casa, casas, edificio, vivienda, viviendas, construcción, se compra, se vende, venta, alquiler, hipoteca, hipotecas / EUROPA PRESS - Archivo

La tierra es de quien la vive. Lo ha dicho un inspirado empresario grancanario. Llueve sobre mojado porque ya dijo Zapatero que la tierra era del viento. Y ya se sabe lo que hace el viento con la tierra. Y la tierra con los ojos.

Hay miedo a que te roben la patria, la sombra y el almendro. Unos sienten pánico por los emigrantes magrebíes y subsaharianos. Otros por los alemanes jubilados que vienen a quedarse con nuestras viviendas sociales de más de medio millón de euros. Y hay quienes temen a la llegada de familias de allende los mares, que están dispuestos a partirse el lomo por un sueldo de mil euros con los que mantienen aquí a sus hijos y allí, al otro lado del Atlántico, a sus padres y abuelos. Y los miedos crecen siempre más que las esperanzas.

Resulta que tenemos un malestar: que así se llama el descontento en las sociedades ricas. La peña está cabreada porque los precios están por las nubes, no hay viviendas disponibles para alquilar y los sueldos no dan para el Movistar Plus. A alguien hay que echarle la culpa y no va a ser los que ya están aquí, que votan. Mejor es meterse con los trabajadores europeo de clase media que traen a sus familias de vacaciones y se gastan aquí sus ahorros de todo el año. Porque no votan.

La media docena de hoteleros canarios, además, están cabreados porque los políticos no hacen más que decirles que suban los sueldos a la gente. Sacan papeles para demostrar que lo que se paga en las Canarias a los trabajadores turísticos es similar a lo que se paga en Baleares. Pero los papeles se los lleva el viento.

El problema del turismo en Canarias es que no es canario. Nosotros estábamos aquí, felices indígenas, y llegaron los primeros turistas, que fueron castellanos, portugueses y normandos, que nos pasaron a cuchillo y arcabuz. Luego, ya mezclados, nos hicimos criollos y llegaron los mallorquines y catalanes que vieron hoteles donde solo había tomateros secos. Nos compraron las fincas a media peseta y empezaron a levantar hoteles. Con la mitad de la población de Canarias, las Islas Baleares tiene cadenas hoteleras por todo el mundo. Canarias ni siquiera tiene hoteles en Baleares.

El pecado original del turismo es que nos lo hicieron los otros. Los empresarios canarios llegaron bastante después de que las papas estuvieran al fuego, aunque se han hecho un pequeño hueco. Pero fuera de las islas, los hoteleros canarios tienen un volumen de negocio de chochos y moscas. Llegamos tarde.

Por todo esto, muchos de los miles de millones que genera el turismo de Canarias acaba fuera. Es lo normal cuando el que invirtió es de fuera, el que transporta a los guiris es de fuera, el que le vende las camas es de fuera y el que les pone la cerveza también. La histórica incompetencia de nuestra burguesía abarca todos los sectores, desde la industria tabaquera a los loros de cejas rojas de Brasil. Los nietos de quienes todo lo malvendieron, menos los plátanos y el clima, están más preparados, pero si no mueven el culo la República Bananera de Canarias les comerá la tostada. Al grito de «fuera el turismo» nos van a poner a todos en huelga de hambre. El regreso al paraíso de la guataca.

Suscríbete para seguir leyendo