Opinión | En el camino de la Historia
Juan Jesús Ayala
Sísifo no nos deja
Los muros absurdos que Albert Camus nos relata desde el asombro y desde la testarudez incontrolada de la ignorancia no cesan, continúan levantándose en los solares de la historia; muros entre las ideologías, entre generaciones que se hacen invisibles unas de otras; entre pueblos, muchas veces por temor a la invasión, cuestión que raya en lo absurdo porque con los sofisticados artilugios para la guerra y destrucción no se necesitan los muros, porque muy por encima de ellos pasan misiles nucleares de todo tipo de alcance que sobrepasan continentes. Sin embargo, hay otros muros que se levantan y no están fabricados de material de construcción se han hecho pensando que la ignorancia fabricada para los que están al otro lado seguirá en el rastro de su misma historia, ajenas a las calamidades incapaces de romper el muro de la sumisión, y de la pobreza perfectamente calculado; y si algún día los sometidos pudieran gritar como muchos pueblos el ¡viva las cadenas! como en su tiempo no solo será una metáfora sino que pueden arrebatarle el sitio a los que se han creído vencedores en todas las guerras llegando hasta pensar que su poder es omnímodo e inagotable.
Hay un universo donde permanece la ambición desmedida y que por mucho que se aferren a subir a lo mas alto de la montaña con su poder donde divisar el mundo a sus pies comprobarán que volverá a rodar por la pendiente; y vuelta a empezar, así una y otra vez sin percatarse que es el merecido castigo que le infligió a Sísifo, Zeus cuando comprobó su tiranía.
Es como si la ignorancia del poder se mantuviese también por el engaño y en la ignominia de llegar a pensar que pudiera rodar con más pausa y que no llegue tan pronto desde la cúspide a la base y viceversa, porque habrá fases en que podrá rodar más despacio y así dar tiempo a que sus tiempos se cumplan.
Para eso se construyen los mitos porque con ellos se llega a considerar lo sentenciado por Píndaro: «no aspires a la vida inmortal pero agota el campo de lo posible». Por eso los mitos en su mejor característica están para fabricar acontecimientos prodigiosos protagonizados por seres extraordinarios, por héroes que son capaces de suponer futuros acontecimientos que no dan explicación alguna sino que cae en el campo de la mitología.
Sísifo, según la mitología griega, era ejemplo de rey impío y fue considerado un héroe del absurdo que lo es tanto por sus pasiones como por su tormento puesto que un rostro que sufre con el contacto de la misma piedra tiempo tras tiempo llega a confundirse con esa mima piedra.
Y como escribe Albert Camus «llegando al límite de lo absurdo, que si hay un destino personal no hay un destino superior, pero al menos sabe que es dueño de sus días, ya que el esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre».
Hay que imaginarse a muchos Sísifo que pueden encontrarse en la fase de dicha y con un poder irreductible.
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