Opinión | A babor

Primera piedra

El presidente de Canarias, Fernando Clavijo (i) y el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres (d).

El presidente de Canarias, Fernando Clavijo (i) y el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres (d). / Carsten W. Lauritsen

Pueden imaginar la escena: Fernando Clavijo, su vice Dominguez, la consejera de Hacienda, Matilde Asián, el arquitecto Fernando Menis y de invitado José Julian Ysturiz, testigo mudo del pasado reciente y no tanto, traído desde el exilio para demostrar que este Gobierno no rompe las cartas que le tocan para jugar. Juntos todos bajo una carpa de lona blanca, para poner la primera piedra del primer gemelo, 23.000 metros cuadrados de edificio público construido (mayoritariamente) con fondos europeos, diligentemente captados por el ingeniero Ysturiz, as de la aviación pública, el Barón Rojo capaz de enfrentarse sin miedo a las grandes licitaciones y salir indemne del esfuerzo. Un hombre de Román Rodriguez –hasta el tuétano– muñidor de todas las cosas de Román que merecieron la pena, empezando por el 112, y acabando en esta última faraónica y gemelar apuesta para albergar todos los servicios de emergencia en dos edificios titánicos e idénticos, dos pirámides inatacables por los elementos, indestructibles por tsunami o huracán. Un entorno seguro, anticatástrofe, capaz por tanto de soportar terremotos, inundaciones y ventoleras, protegiendo en sus entrañas de hormigón armado a más de mil empleados públicos desperdigados hoy por 18 centros, muchos de ellos alquilados.

La idea de concentrar en tan sólo dos edificios enormes todos los servicios esenciales de esta región surgió con el Delta y la primera riada de Tenerife, cuando la isla entera quedó paralizada y sin servicios durante días y hasta dos veces, porque llovió demasiado o hizo demasiado viento.

Han pasado veinte años, y la respuesta al destrozo y la inacción de entonces son estos dos edificios equipados con tecnología de última generación, dotados de contramedidas para ataques informáticos y blindados frente a (casi) cualquier contingencia.

Los dos búnkeres parecen algo marciano: el proyecto de los gemelos, en La Gallega y el polígono de Jinámar, es de Menis, autor de alguno de los edificios más emblemáticos de las islas, nuestro arquitecto más internacional, con obras premiadas repartidas por Europa y Asia. Menis es un visionario, y su pareja de edificios idénticos será sin duda el legado más imponente y vistoso que dejará este hacer de mucho ruido y poquísimas nueces, que se ha instalado en la administración.

El proyecto fue presentado hace tres años, en abril de 2021, con unas cifras distintas a las actuales: entonces, según anunció personalmente Román Rodríguez, representaba una inversión de sesenta millones, y una superficie de 15.000 metros cuadrados por edificio. Ahora hablamos ya de poco menos de 80 millones y de un aumento de la superficie útil de cada edificio de algo más de la mitad de lo que ya inicialmente se había calculado, 23.000 metros cuadrados por inmueble. Eso son –si no aumenta el número de empleados– casi 42 metros cuadrados de media. Apretados no van a estar, y eso que se va a meter dentro de los edificios lo que no está escrito y más: el catálogo aturde, y será ampliado: el Cecoes (el 112, para entendernos), el servicio de Atención Ciudadana 012, la teleasistencia, información sanitaria, ambulancias, las direcciones de la Policía Canaria (su sala operativa) y de los bomberos, el Grupo de emergencias y el centro de control de su red, Salvamento Marítimo, seguridad patrimonial de edificios, el Cibercentro que controla la seguridad informática del Gobierno, el Centro de Proceso de Datos y Seguridad Corporativa, además de Inspección pesquera, Vigilancia de costas, el control de viaductos y túneles, el control del tráfico en carreteras y ciudades, Involcan y hasta el mando operativo de Cruz Roja.

Ambos edificios podrán además albergar otros servicios que asuma Canarias en función de nuevas competencias estatutarias o nuevas incorporaciones al tráfico –control ferroviario, por ejemplo– o, por préstamo de espacio a administraciones públicas o entidades dependientes de corporaciones locales, como los centros insulares de protección civil o los de control de los ya citados servicios de los consorcios de emergencias y bomberos.

Cuando Román presentó el proyecto en 2021, el objetivo era meter en el mismo saco la capacidad de respuesta de la administración canaria ante cualquier contingencia, preservando su autonomía de actuación y blindando redes y comunicaciones de los canales de mando.

Un objetivo razonable y sensato. Aunque también costoso. Porque lo previsto en la licitación no incluye la dotación de los helipuertos, el equipamiento hipertecnológico y de seguridad, ni las instalaciones técnicas y el mobiliario. Tampoco otros dos edificios gemelos más, próximos a estos, aunque de menor rango, que deberían albergar (si alguien no se empeña en lo contrario) los servicios informativos de la televisión pública canaria. Algo de protección contra los abusos del tiempo (de cualquier tiempo pasado o futuro) no les vendría nada mal.

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