Opinión | Retiro lo escrito

Se me enamora el alma

Isabel Pantoja, en plena actuación.

Isabel Pantoja, en plena actuación. / Europa Press

A Teodoro Sosa le puede gustar mucho Isabel Pantoja, yo no entro en desórdenes estéticos. Incluso me puedo imaginar al alcalde de Gáldar y vicepresidente del Cabildo grancanario cantando melancólicamente y con un puntito tropical Marinero de luces en un inspirador karaoke decorado con brillibrillis canaristas. Los gustos del señor Sosa, sin duda, son suyos y todos suyos; el Cabildo de Gran Canaria, y más concretamente la Consejería de Presidencia, no. Y sin embargo, y a instancias, sin duda, de la acrisolada sensibilidad cultural del alcalde, la Consejería de Presidencia ha firmado con la tonadillera un contrato por valor de 160.500 euros para promocionar Gran Canaria durante la gira 50 Años que la Pantoja celebra en varios ciudades españolas.

¿Cómo promocionará la tonadillera Gran Canaria? ¿Llenará el escenario de postales de la isla que luego arrojará al público? ¿Cantará algún tema de Mari Sánchez? ¿Se blanqueará el bigotillo con agua Firgas? ¿Les hablará a los asistentes de sus conciertos de don Teodoro? «Escucharme, tengo yo un amigo que se llama Teo, pero no es el de los garabatos esos de Teo va a la escuela o Teo monta en bici o Teo coge vacaciones, no, mi alma, es el arcalde de una siudad muy bonica que ama la tonadilla y la bulería, quillo, que las vive como nadie, corazón, y por eso y por lo otro esta va por Teo». Y la gente entusiasmada rompe a aplaudir y busca ahí mismo, en la wikipedia, a Teo, amigo de la Pantoja, mientras arriba, en el escenario, la cantante, con los ojos llenos de lágrimas y la garganta palpitante, se acuerda de su colega y sus 160.500 corazones y le canta desde el fondo de su alma y del contrato:

«Si se ha llenado mi vida de ti

Si mis pasos se quieren perder

Cada noche contigo

Si me tiembla la voz cuando hablo de ti

Y te grita en silencio te amo».

Sin embargo, siempre se puede encontrar seres anodinos que prefieren la prosa de la vida. El portavoz del PP en el Cabildo, Miguel Jorge, ha cuestionado desconsideradamente el contrato de promoción publicitaria entre la corporación y la Pantoja. Para empezar, porque no existe en el expediente un solo informe técnico que lo avale. No sé si el señor Jorge ha encontrado en el contrato la metodología por el cual el Cabildo de Gran Canaria podrá medir el impacto de la promoción pantojil y valorar así su éxito o fracaso publicitario. ¿Qué equipo de técnicos de la Consejería de Presidencia está haciendo el seguimiento de los compromisos contractuales? ¿Qué informes se han elaborado al respecto? Porque lo único que consta, inequívocamente, es que ya se debió efectuar un primer pago de 53.500 euros antes de finalizar el día 1 de diciembre.

La ocurrencia del alcalde de Gáldar puede encontrar simpatías, la tontería asilvestrada suele ser altamente infecciosa, pero en realidad responde a formatos casi prehistóricos de promoción publicitaria. Nadie va a un concierto de la Pantoja pensando en sus próximas vacaciones y la promoción turística de Gran Canaria tiene recursos técnicos solventes tanto en el Gobierno autonómico como en el mismo Cabildo. Por lo demás. ¿necesitamos de veras a tonadilleras, actrices, cocineros, ricachos nómadas, youtubers, influencers y demás fauna del famoseo profesional o amateur para traer todavía a más turistas? Es preferible no pensar en lo peor. Porque lo peor es comprometer más de 160.000 euros en una operación ridícula desde la ignorancia de una obviedad: el mejor reclamo para Canarias a través de su cultura está en sus artistas. Los que trabajan aquí sin apenas respaldo y los que salen fuera por su cuenta y riesgo. Para todos ellos lo de la Pantoja no es solo una onerosa cuchufleta, sino una bofetada a su dignidad.

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