Opinión | El recorte

Alguien está mintiendo

Puigdemont y Sánchez, en el Parlamento Europeo.

Puigdemont y Sánchez, en el Parlamento Europeo. / EFE

Por un lado dice Pedro Sánchez que las competencias en materia de control de frontera y expulsiones de migrantes no se van a traspasar a Cataluña. Por el otro dicen Carles Puigdemont y los suyos que eso es precisamente lo que se ha firmado. Son dos versiones distintas sobre un mismo asunto en el que la primera parte contratante de la segunda parte contratante sostiene una cosa y la otra la contraria.

Sería fácil saber quién dice la verdad si se conociera el texto íntegro de lo que se ha pactado. Pero los partidos políticos que prometieron «luz y taquígrafos» mantienen a los ciudadanos como a los champiñones: a oscuras y con mucho estiércol. Sabemos dónde, quiénes y cuándo se llegó al acuerdo entre los socialistas y Junts, pero desconocemos exactamente qué se firmó. Miriam Nogueras, portavoz de Junts, ha sido explícita: «La letra pequeña del pacto no se puede explicar». ¡Ah, qué bien! Al mismo tiempo, en el País Vasco, el PNV –que igual sí conoce esa letra menuda– ha recordado que ellos ya pidieron lo que los catalanes y que se apuntan al «café para todos».

Desgraciadamente, la palabra del presidente del Gobierno no va a misa. Ha perdido mucho crédito, deteriorada por los «cambios de opinión». Nos ha acostumbrado a decir demasiadas cosas que en poco tiempo se convierten en otras distintas, simplemente porque las circunstancias o sus necesidades han cambiado. Como una veleta en lo alto del campanario de Moncloa, sus palabras cambian cuando gira el viento.

El ministro de Interior, Grande Marlaska, ha dado garantías a los sindicatos de Policía Nacional de que no habrá cesión en el control de fronteras o en control de los procedimientos de expulsión de los sin papeles. Sinceramente, uno está tentado de pensar que en este caso el Gobierno dice la verdad. Porque resultaría un estrambote incomprensible que España tuviera diecisiete políticas de inmigración distintas bajo el paraguas del propósito de la Unión Europea de tener solo una para todos los países miembros. Vale que somos raros, pero eso sería una pasada.

Si fuera así, lo que está diciendo Junts o es una falsedad o se basa en un acuerdo imposible de cumplir. En este último supuesto podría decirse que el Gobierno socialista ha salido de Guatemala pero rumbo a Guatepeor. Si salvó la última votación del Congreso firmando un acuerdo que se piensa pasar por el arco del triunfo, el cabreo que se van a coger los de Puigdemont no va a ser ni normal. Supondría que han hecho el más estrepitoso de los ridículos, asegurando cosas que ni son ni van a ser. Por ejemplo, el secretario general de Junts, ha asegurado que «la Generalitat podrá hacer gestión integral en materia de inmigración» y que «tendremos que ver en qué condiciones podemos echar a estas personas (inmigrantes irregulares que sean reincidentes)». O Miriam Nogueras que ha dicho que «(el traspaso de inmigración)… será en materia de documentación o permisos de residencia. Cataluña debe poder decidir sus flujos migratorios».

Cuando dos partes dicen cosas tan distintas, una miente. No hay más tutía.

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