Opinión | Retiro lo escrito

La miseria del triunfalismo

Archivo - Inem, paro, oficina de empleo

Archivo - Inem, paro, oficina de empleo / EUROPA PRESS - Archivo

Si todavía conservan la costumbre de leer periódicos, incluso si se limitan, gracias a los hábitos bovinos del presente, a seguir la televisión, se habrán enterado de que estamos de enhorabuena. En esta floración paradisiaca Canarias fue el pasado diciembre la tercera comunidad autónoma donde más cayó el paro en términos absolutos por detrás de Andalucía y Madrid. A lo largo de 2023 consiguieron empleo unos 15.000 residentes en Canarias. Más triunfalmente todavía Canarias fue la región en la que más aumentó el número de afiliados de la Seguridad Social, con un alza del 3,9% sobre 2022. Actualmente un total de unos 910.000 personas están afiliados a la Seguridad Social. Algunos celebran incluso que el desempleo en Canarias no era tan maravilloso desde el año 2007. Toda esa brillante pantalla multicolor es un pequeño espectáculo estadístico que excluye cuidadosamente cualquier análisis crítico. Por eso mismo un individuo como Román Rodríguez hincha pecho y exalta el dinamismo de la economía canaria, la pujanza del mercado laboral y el excelente estado de salud financiera de la administración autonómica. Y todo esto –me parece realmente impresionante– porque se ha contratado a 15.000 personas en los últimos doce meses. Los salarios, las condiciones laborales, la formación y las edades de esas 15.000 personas devienen irrelevantes. Al parecer el señor Rodríguez ignora que no todo el mundo tiene un grupo parlamentario que le contrate con un sueldo de viceconsejero.

Para empezar por algún lado: Canarias no registra un menor número de parados que en 2007, antes de la sanguinaria crisis financiera internacional. Solo puede decirse semejante cosa en términos brutos, porcentualmente seguimos acariciando el 15% de nuestra población activa en paro; durante 2007 se bajó por alguna décima del 10%. Desempleo entre menores de 25 años: el 31%. Paro entre mayores de 53 años: alrededor de un 20%; de esas 35.000 personas, más de un 40% son desempleados de larga duración. En su mayoría mujeres.

Es singularmente ilustrativo que sea en el sector servicios –que tiene como principal motor el turismo– el que registra la mayor contratación y, al mismo tiempo, el que presenta mayor número de parados. Por supuesto la explicación está en esa maravillosa figura que es el fijo discontinuo. Te contrato, trabajas tres meses y vuelves a la inactividad laboral en los próximos tres meses, aunque figures estadísticamente como contratado. Tienes empleo y no tienes empleo. Estás contratado pero periódicamente no tienes curro. Si consigues algo mejor o con un sueldo ligeramente superior, abandono de ese contrato pestilente y vuelta a empezar. La rotación en los servicios es elevadísima y en la hostelería y el comercio minorista está ligado a coyunturas temporales más o menos cíclicas. La estabilidad laboral es un objetivo prácticamente imposible para una amplia mayoría de trabajadores. La reforma laboral de 2021 «ha sido muy eficaz en la reducción de la tasa de temporalidad contractual pero no parece haberlo sido en la mitigación de la precariedad o de la inestabilidad laboral», apunta un estudio concienzudo de Fedea presentado hace un par de meses. En efecto: una cosa es la temporalidad contractual y otra la temporalidad empírica. En su momento fue inútil subrayar que un mercado laboral no se reforma únicamente con la persecución o anulación de los contratos temporales. Una verdadera reforma laboral es poco eficaz y efectiva si no se transforma paralela y paulatinamente la realidad económica, profesional y formativa que articula los mercados de trabajo.

Lo que estamos viendo es la enésima explosión benéfica de un mercado de trabajo característicamente intensivo, ligado a los servicios y con una alta tasa de rotación y temporalidad por encima de legalismos formales. Estos «éxitos» se han vivido en el pasado y han estado seguidos de desplomes dolorosos y recuperaciones igual de frágiles. Una complacencia miope y triunfalista no puede llevar a los canarios a no consensuar y emprender las reformas (jurídicas, administrativas, educativas, fiscales, laborales, inversoras en I+D+i) para superar las patologías e insuficiencias del mercado de trabajo en las islas.

De hecho el impulso se está desacelerando. La bajada del desempleo en el año que acaba de terminar ha sido menor que las registradas en 2022 y 2021.

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