Opinión | El recorte

Metepatas

Zapatero pide votar sí al pacto de investidura que "culmine el mandato de los electores"

Zapatero pide votar sí al pacto de investidura que "culmine el mandato de los electores"

La efervescente personalidad de Pedro Sánchez parece devastadora en materia de política exterior. Acabamos a la greña con Marruecos. Y luego con Argelia. Y ahora con Israel. Como el metepatas de Zapatero, que insultó gratuitamente a la bandera norteamericana para que luego su sucesor, o sea Pedro El Bocas, tuviera que perseguir por los pasillos al presidente yanki. Memeces juveniles de gente que ya no es tan joven.

La visita escasamente diplomática de Sánchez a Israel y Palestina, acompañado del presidente belga, Alexander de Croo –otro que tal– ha acabado como el rosario de dos auroras boreales. La entrevista con Benjamin Netanyahu fue gélida. Un saludo frío. Un apretón de manos, sin sonrisa, y un pequeño paso atrás para mantener la distancia. Un lenguaje no verbal muy expresivo. Después, un fraternal encuentro con Mahmud Abás, responsable de la autoridad palestina: abrazos, sonrisas y manos cogidas para la foto en un cálido ambiente que estuvo a años luz de la versión judía. A buen entendedor…

Pedro Sánchez, tras las reuniones, no dijo realmente nada extraordinario: condenó el terrorismo de Hamás y pidió terminar con los ataques a Gaza, que están causando un elevado número víctimas civiles. Nada nuevo bajo el sol, pero fue acompañado de un exceso, como decir que España podría plantearse reconocer unilateralmente al Estado Palestino –la infección de Junts avanza– si no da el paso la Unión Europea. Unas palabras dichas en el momento y en el lugar más inadecuados, que han provocado una reacción de cólera por parte de Israel y que han logrado la más inoportuna felicitación por parte Hamás. El grupo terrorista ha valorado la postura «clara y audaz» del presidente español. Un agradecimiento envenenado. Ya era cosa sabida que una parte del Gobierno español era claramente pro palestino. Ahora todo él.

Israel, en unas pocas horas, podría haber borrado a Gaza de la faz de la tierra, incluidos sus más de dos millones de habitantes. Pero eso sería inconcebible. Por eso optaron por ataques selectivos. Por el cuerpo a cuerpo, con sus soldados, que también arriesgan sus vidas. Pero aún así, hay una insoportable cantidad de muertes civiles que los terroristas de Hamas están rentabilizando para ganar una batalla por esa humanidad de la que ellos carecen.

Israel, que apenas suma diez millones de habitantes, ha sobrevivido luchando, rodeada por casi trescientos millones de árabes que han atacado a los judíos en numerosas ocasiones y que persiguen su exterminio. Su cultura es la de la guerra y la supervivencia. Pero el ejército judío no puede pasarse el derecho internacional por el arco del triunfo. Y no debiera convertir un acto de venganza en una masacre.

No deberíamos olvidar, sin embargo, que está pasando exactamente lo que Hamás quería que pasara. Y que Israel es una democracia asediada, debilitada, que lucha contra grupos terroristas amparados por países árabes con sociedades medievales y dictaduras religiosas enemigas de la libertad.

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