Opinión | Artículos de broma

Cara de Trump

Archivo - El expresidente de EEUU Donald Trump

Archivo - El expresidente de EEUU Donald Trump / Brian Cahn / Zuma Press / Contactophoto - Archivo

Donald Trump ya es uno de los 70 millones de estadounidenses fichados por la policía. Dada su tendencia al riesgo y al exceso parecería que la policía ha tardado, pero la causa es que en EE.UU. ponen pocas trabas burocráticas al emprendimiento. Los estadounidenses no tienen DNI y el Estado, para saber quién es cada uno, mira si conduce y cómo se conduce: identifica por el carné de conducir y por los antecedentes penales. El 20% de los estadounidenses tiene una foto como la del primer expresidente fichado.

En esos retratos siempre buscamos la inocencia o la culpabilidad en el rostro según ese archivo mental coleccionado a lo largo de la vida sobre el que se construyen los prejuicios y las precauciones. El cine nos ha interesado sobre las imágenes del inocente («no culpable»), del falso culpable y del asesino en serie inexpresivo. A los que fuimos jóvenes en los años jipis del Vaticano II nos puso del lado del forajido aquel póster de «se busca, Jesús de Nazaret, 33 años, cicatrices en las manos y en los pies, se acompaña de leprosos, mendigos y perseguidos y una banda de 12... Recompensa: la eternidad».

Una cara ceñuda y desafiante como la que ha puesto Donald Trump para pasar de la ficha policial al merchandising y al tatuaje de sus seguidores es inédita incluso en los dictadores más feroces. Los dictadores militares ofrecen gravedad, pero no furia, porque creen que se retratan ante la historia y que acabarán en sello o en billete. Trump se retrata como en un fotomatón y el resultado, más que para detenido, sería adecuado en un cartel de «extraviado bulldog inglés, responde por Günter» o en una placa de «cuidado con el amo» en la valla de una finca. El mundo está al revés porque ha puesto esa cara para que lo voten, ofreciendo más la desconfianza del que puede estrellar contra ti su coche de segunda mano que la confianza que la del que te lo puede vender. No engaña. Advirtió hace 7 años: «podría pararme en mitad de la Quinta Avenida y disparar a gente y no perdería votantes». No hay que respetar a sus votantes, aunque sí sus votos.

Suscríbete para seguir leyendo