Opinión | Editorial

Una apuesta por la biodiversidad

Que la biodiversidad sea protagonista del espectáculo del Circo del Sol ‘Ovo’ trae ahora a colación el hecho de que hace seis años la Asamblea General de las Naciones Unidas decidiera designar un Día Mundial de las Abejas

Estreno del espectáculo 'OVO' del Circo del Sol, anoche, en el Gran Canaria Arena.

Estreno del espectáculo 'OVO' del Circo del Sol, anoche, en el Gran Canaria Arena. / José Carlos Guerra

Los insectos del Circo del Sol aterrizaron ayer en Canarias a través del montaje Ovo. Esta es la 25ª producción creada por la compañía de origen canadiense. En su cuarta década entreteniendo y deslumbrando al público, el Circo del Sol llega al Archipiélago sin perder la esencia y la visión que le caracteriza. Prueba de ello es como Ovo, con los insectos como protagonistas, apuesta por la defensa de la biodiversidad. Esta apuesta artística explora la belleza de la biodiversidad en todas sus formas y contrastes, a través de acrobacias que destacan la personalidad y las habilidades únicas de determinadas especies de insectos. Lydia Harper, directora artística del espectáculo, que destaca como puntos fuertes del show sus «acróbatas increíbles» y la música que «conecta con la audiencia de una forma muy directa».

Ovo fue diseñado por Deborah Colker. Es un espectáculo centrado en el movimiento que se estrenó por primera vez en Montreal, Canadá, en 2009. Pero, aunque el show tenga ya más de una década, continúa adaptándose a los nuevos tiempos: «Creo que lo más especial de Ovo es que es sobre enamorarse, sobre un día en la vida de un insecto y sobre la alegría y la felicidad. Son cosas que son siempre relevantes, es fácil conectar con estas emociones. Aunque vayas a una ciudad diferente, son todas emociones humanas que todos entendemos», recalca Harper.

Que la biodiversidad haya sido elegida como protagonista de este espectáculo trae ahora a colación el hecho de que hace seis años, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidiera designar un Día Mundial de las Abejas y que en los últimos años haya habido diversas campañas de oenegés y otras instituciones, algunas de ellas radicadas en las Islas, para concienciar a la población de la importancia de este y otros insectos polinizadores para el mantenimiento de los ecosistemas. La fuerza de un mensaje sencillo ha servido para que muchos ciudadanos abrieran los ojos a los peligros que supone la pérdida de una especie. Canarias y sus endemismos bien los saben. Ha habido muchos otros casos de campañas y planes de recuperación que se focalizan en un animal en concreto. Su eco mediático ha sido positivo para implicar a la sociedad en la protección de la naturaleza, pero hoy sabemos que las amenazas van más allá de unas cuantas especies en peligro de extinción, que es la diversidad de especies en su conjunto lo que hay que proteger. El hecho de que cada vez haya menos variedad de insectos, aves o roedores en el bosque, que en los océanos y mares haya un declive de especies marinas, en definitiva, que los ecosistemas se estén empobreciendo y homogeneizando es el último aviso de alerta que nos da la naturaleza.

La pérdida de biodiversidad es un hecho constatable que ha alterado el paisaje a veces irremediablemente, pero aún es posible actuar para frenarlo. Para conseguirlo, se necesitan dos elementos complementarios entre sí: voluntad política y compromiso ciudadano. Gobiernos de todo el mundo están incorporando en sus programas políticas ecologistas, en respuesta a una mayor sensibilidad social. Por supuesto, ni todos los países están implicados en igual grado, ni todos los que dicen estarlo acaban demostrándolo con acciones palpables. Pero que 196 estados consiguieran ponerse de acuerdo el pasado diciembre, en la cumbre de Montreal, para proteger el 30% de la superficie terrestre y marina del planeta para 2030, es síntoma de la aceptación global de un problema, que es el primer paso para resolverlo. Otro ejemplo: este mismo año el Parlamento Europeo dio el visto bueno a la ley de restauración de la naturaleza, con el objetivo de proteger la biodiversidad de la Unión Europea. La norma, con todo, cosecha el rechazo de quienes consideran que la regulación va en contra de la agricultura y la pesca, lo que pone de manifiesto determinadas resistencias ante la necesidad de cambiar nuestra relación con el entorno.

Mantener el ritmo actual de explotación de recursos naturales es insostenible. Los pesticidas más dañinos pueden acabar con insectos y animales pequeños que son claves en la cadena trófica. El calentamiento global favorece la presencia de especies invasoras que compiten con las autóctonas. Numerosos hábitats naturales son fuente de vida y regulan el clima del planeta. Su degradación no puede sernos ajena, porque también nos afecta. Es importante proteger la biodiversidad y somos parte implicada en el problema, pero también en la solución. Divulgar cualquier iniciativa que nos ayude a tomar conciencia de esta situación forma parte de nuestro firme compromiso en promover el progreso de las personas sin destruir el planeta.

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