Opinión

Viajando por las islas Hawai

El volcán Kilauea ruge de nuevo en Hawai

El volcán Kilauea ruge de nuevo en Hawai / USGS / EFE

Las relaciones modernas entre España y Estados Unidos se remontan a 1972, cuando Francisco Ortuño, director general del Icona, visita Yelowstone para celebrar el centenario de la declaración del citado PN norteamericano. Fueron las segundas relaciones entre USA y España tras la visita de IKE a Madrid en diciembre de 1959. A España no se le consideraba en el mundo democrático tras la guerra civil de 1936-39. Entonces consigue incorporar relaciones en materia de conservación y técnicos españoles visitan las jornadas del Seminario de Michigan que se celebraban en agosto. Además de asuntos militares se incluyen la historia y la conservación de la naturaleza y algunos ingenieros de montes (Isidoro Sánchez) y biólogos (Antonio Machado) del Icona participamos en este intercambio de colaboración que en 1976 y 1978 se hacen relevantes en Canarias, donde Tenerife y La Gomera destacan sobremanera.

A principios de 1981, contábamos con las siete islas más o menos grandes, algunas pequeñas como La Graciosa, Lobos y Alegranza, algunos islotes y tres parques nacionales volcánicos: El Teide, Caldera de Taburiente y Timanfaya. Garajonay estaba a punto de su declaración que se aprobó en abril del citado año. En el recuerdo, los prusianos Alejandro de Humboldt y Leopoldo von Buch y el canario Telesforo Bravo. Todos ellos vulcanólogos de diferentes siglos, del XIX los prusianos, y del siglo XX el profesor Bravo, pero conocedores de la actividad volcánica en algunas de las islas Canarias, principalmente Tenerife, La Palma y Lanzarote y de manera particular, Leopoldo von Buch y Telesforo Bravo.

Entonces se produce un intercambio de técnicos canarios y americanos y tengo la posibilidad de participar en un convenio especial en materia de Parques Nacionales Gemelos y me envían a los Estados Unidos de América en la primavera del año 1981. Visité los estados continentales de Washington (Seattle) y de Colorado (Denver), así como el estado archipielágico de Hawai. Fui con un poco de neumonía por un problema del aire acondicionado pero pude conocer en Hawai la realidad de sus islas y el paralelismo subtropical en materia geográfica y ecológica con Canarias. El viaje se lo encargué a la agencia del amigo Alfonso Pérez, experto en el mundo americano que aún vive. Me recomendó la organización del periplo hawaiano y por eso conocí cinco islas de las nueve en que está repartido el archipiélago americano además de las islas de Midway.

La conclusión a la que llegué después de visitar estas cinco islas es la misma a la que llegó la escritora Ana Vidal Egea en su artículo aparecido sobre Hawai en la revista El Viajero, en la que señala que Hawai es mucho más que playas y surf donde la naturaleza manda, ya que en este territorio insular archipielágico el paraíso se materializa y traza una aventura en la que los volcanes, los bosques y una cultura ancestral son protagonistas. Primero Oahu, después Maui, más tarde Kauai, también Molokaí y por último la Big Island de Hawai. Todas estas islas conforman el grupo principal del archipiélago a lo largo de una línea volcánica de unos 2500 km y que hoy tienen una población de algo más de un millón doscientas mil personas.

Al principio recuerdo O’ahu y su ciudad más grande Honolulú, la capital adonde llegan los aviones comerciales al corazón del océano Pacífico procedentes del continente americano, de California principalmente a una distancia de unos 3000 km de la costa. Inolvidables las visitas al Hawaian Cultural Center y al volcán Diamond Head, donde pude contemplar las cruces de los soldados americanos que fallecieron cuando el ataque japonés a Pearl Harbour al comienzo de la segunda guerra mundial, diciembre de 1941. Fue la primera isla hawaiana que colonizó James Cook. Actualmente es un destino turístico internacional tanto de los Estados Unidos como del Japón. Como centro turístico la playa de Waikiki, una de las más famosas del mundo por el surf. Luego me vienen a la memoria los recuerdos de las cañas de azúcar y de las piñas que crecían en las fincas de la isla de Maui, así como del Parque Nacional de Haleakala y de uno de sus técnicos que conocí en Tenerife en 1977 cuando vino a conocer el Teide y Garajonay con su esposa y su hija casi recién nacida y tuve que ayudarla en el Puerto de la Cruz por razones de salud. Los nombres de James Cook, La Perouse y el rey Kamehameha no se me olvidaron. Molokai es otra de las islas que no puedo ignorar. La forman dos volcanes y son famosos los acantilados costeros más altos del mundo, más de mil metros. Su población se caracterizó por enfermedades en los nativos introducidos por los inmigrantes asiáticos y europeos. Los leprosos del reino fueron aislados en una colonia muy especial donde la lepra acabó con muchos de ellos y en especial con el padre Damián, misionero católico belga, llegado a finales del siglo XIX. A Kauai también me acerqué al norte del grupo de islas principales del archipìélago. Su faro y sobre todo sus espectaculares acantilados me llevaron a evocar la isla de La Gomera y me asomaron a pensar en los barrancos de Valle Gran Rey. La isla grande de Hawai la dejamos para un artículo singular del relato.

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