Opinión | ENTRE ACORDES Y CADENAS

España se suicida

De un país de unos cinco millones y medio de habitantes, que cada año se suiciden cerca de quinientos es un problema social de gran relevancia

Imagen de recurso sobre el suicidio.

Imagen de recurso sobre el suicidio. / Ferran Nadeu

Hace unos días, durante mi lectura diaria de la prensa, encontré una noticia que me causó un gran impacto. Entre decenas de titulares dedicados íntegramente a la política, a los pactos de gobierno y al maniqueísmo que, por desgracia, caracteriza al debate público actual, encontré la siguiente frase: «Singapur: el número de suicidios ha aumentado casi un 26% en 2022». Y, debajo de ella, esta entradilla: «El centro de prevención Samaritans of Singapore alerta de las consecuencias del aislamiento social y de la soledad, en particular entre los 10 y 29 años y entre los 70 y 79 años».

En concreto, durante el año 2022, se suicidaron un total de 476 personas en dicho país, de los cuales 125 eran jóvenes de entre 10 a 29 años. Un número que, al parecer, va in crescendo conforme pasa el tiempo. En 2021, sin ir más lejos, fueron 378 quienes decidieron quitarse la vida.

Como seguro pensarán, en un país de unos cinco millones y medio de habitantes, que cada año se suiciden cerca de quinientos es un problema social de gran relevancia.

Así las cosas, decidí investigar acerca de si, en España, sucedía o no lo mismo. Una información de la que carecía porque prácticamente nadie habla de ello. De modo que recurrí al gran almacén de internet y llegué a la página web de la Fundación Española para la prevención del suicidio (denominada, hasta 2019, Fundación Salud Mental España para la prevención de los trastornos mentales y el suicidio), institución sin ánimo de lucro privada e independiente, según se autodefine allí.

Según los datos que manejan, extraídos de la estadística de defunciones elaborada por el INE, en nuestro país, en 2018, se suicidaron un total de 3.539 personas; en 2019, 3.671; en 2020, 3.941; en 2021, 4.003, la primera vez, desde que se tienen datos, desde el año 1906, en que se superaban las cuatro mil personas fallecidas, duplicándose, además, el suicidio de los niños menores de 15 años; y, en 2022, 4.097, otro máximo histórico.

Los números, por sí solos, causan pavor. Sobre todo cuando se complementan con otros. Por ejemplo, entre los 15 y los 29 años, el suicidio es la principal causa absoluta de muerte. Provoca 316 defunciones anuales en esta franja de edad, frente a las 299 causadas por accidentes de tráfico y las 295 originadas por algún tumor.

Es más, en el global de las edades, también el suicidio es la principal causa de muerte no natural en España. En 2022, ya hemos dicho que fallecieron un total de 4.097 personas. En accidentes de tráfico, en cambio, 1.145, y, por violencia de género, mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, 49.

Ahora bien, estos datos son de suicidios consumados. A ellos hay que sumar los intentos de suicidio que tienen lugar cada año. Según la OMS, veinte tentativas por cada suicidio. Al parecer, 80.000 anuales sólo en España.

¿Y qué hacen nuestros gobernantes ante esta situación? Nada. Un decepcionante y colosal nada. Durante años, expertos en prevención del suicidio han reclamado a los sucesivos Gobiernos centrales un plan específico, con recursos económicos propios, que aborde este problema social. Un plan nacional de prevención del suicidio que, sin embargo, por razones que desconozco, no llega a cuajar.

Ni un euro para prevenir el suicidio de los españoles, de los niños y de los ancianos, de las mujeres y de los hombres, de todos, pues se trata de un mal que afecta a todos por igual y que, según dicen los expertos, no se corresponde siempre con problemas de trastorno mental.

Y digo yo, ¿por qué no se actúa de una vez?, ¿por qué no se invierte tiempo y dinero en evitar la muerte de más de cuatro mil personas al año y, por el contrario, se gastan millones de euros en otras iniciativas, muchas de ellas intrascendentes? Lo desconozco, pero, como todo hoy en día tiene que ver con las encuestas electorales, con el marketing político y, en resumen, con llegar al poder, cueste lo que cueste, caiga quien caiga, me temo que sea porque estas cuestiones no venden lo suficiente.

España se suicida. Cada año que pasa muere un poco más. Y parece que a pocos les importa. Puede que hayan olvidado aquello de «no hay salvación si no es con todos», ya que todo indica a que quieren salvarse sólo ellos.

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