El futuro no es un pasado mejorado

Cuando luchamos contra las amenazas económicas y sus consecuencias sociales, no lo hacemos para volver a la situación anterior sino para evolucionar aprendiendo de los errores.

Progresar sobre las ruinas superadas hacia un nuevo orden económico y social más próspero, más sostenible y menos vulnerable.

El futuro no es un pasado mejorado.

Se basa en un nuevo modelo que parte de las ruinas de una crisis y que estaría abocado a repetirse si tomamos las mismas decisiones.

El éxito consiste en reescribir la nueva sociedad y sentirnos orgullosos de ella durante un tiempo lo más amplio posible.

Todos exigimos tener la mayor renta per cápita posible e igualarnos por lo alto, pero eso es imposible, tanto matemática como económica o socialmente.

En una economía global lo que unos ganan lo hacen sobre lo que pierden otros.

En este concepto, la mayoría de las administraciones públicas no se dan por aludidas y en vez de procurar una devaluación interna, a través de la búsqueda de un gasto eficiente, no pretenden otra cosa que reforzar su ineficiencia endureciendo su política fiscal y presupuestaria.

De alguna manera, ese tipo de actuaciones anulan cualquier incentivo a mejorar pues, al final, tienes la sensación de que la iniciativa privada tira sola del carro, asumiendo posibles fracasos, mientras que, en el caso de éxito, la administración quiere su parte, que, a fuerza de ser ineficiente, se ha convertido en insostenible.

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