Opinión | Desde el Blocao

Jerónimo González Yanes

Las ‘operaciones Balmis’ a lo largo del tiempo

Con ese nombre y por los acontecimientos pandémicos recientes, a la mayor parte de la población les recuerda la operación que desplegó con ese nombre el personal del Ejército de Tierra, la Armada, el Ejército del Aire y la Unidad Militar de Emergencias en nuestras islas para hacer frente al covid-19, cuyas actuaciones principales se centraron en la desinfección de infraestructuras críticas (puertos, aeropuertos) de residencias de mayores, dependencias sanitarias –tanto civiles como militares– al igual que el apoyo a servicios públicos esenciales, realizaron el transporte de materiales diversos a lugares e instalaciones de la atención sanitaria. Además del aporte con el personal, nos consta que el Centro Militar de Farmacia de la Defensa (Madrid) fabricó en cantidades importantes gel hidroalcohólico para la limpieza de manos, paracetamol y antivirales, entre otras tantas acciones realizadas.

De todo ello, nos queda el recuerdo del deber cumplido ante una eventualidad tan dramática y alarmante como la citada pandemia, pues no es precisamente para las que están encomendadas nuestras fuerzas armadas stricto sensu, ya que básica y fundamentalmente –salvo la Unidad Militar de Emergencias (UME)– la misión de éstas según nuestra Carta Magna es la de garantizar la soberanía e independencia de España, defendiendo su integridad territorial y el ordenamiento constitucional, por lo que afrontar la situación sanitaria cae un poco lejos como misión específica, si bien puede ser colaboradora como lo ha sido.

Pero siempre nuestras fuerzas armadas fueron el paladín ante los desastres naturales: incendios forestales, accidentes aéreos, terremotos, inundaciones, hasta la creación de la citada UME, que afronta todos esos desastres naturales en los territorios donde se encuentran o donde se les llama cuando sobrevienen dichas adversidades. Recordemos acontecimientos recientes: volcán de La Palma, incendios en La Gomera, Tenerife, La Palma, erupción de El Hierro. Al final de este episodio pandémico, a los militares participantes se les concedió una medalla conmemorativa y a los sanitarios civiles un aplauso diario durante varios meses…

Mientras, la otra operación Balmis, cuyo nombre verdadero fue el de Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803 – 1806), liderada por Francisco Javier Balmis y Berenguer, y como subdirector José Salvany i Lleopart, ambos médicos militares, que junto a la rectora de la Casa de Expósitos que llevaba a los 22 niños que transportaban la vacuna en sus cuerpos, Isabel Sendales y Gómez (de ahí que un hospital en Madrid dedicado a los enfermos covid se denomine de esa manera), entre otros integrantes, acometieron la expedición científica-filantrópica, cuya razón principal fue llevar la vacuna frente a la viruela a todos los territorios de la Corona española, a bordo de la corbeta María Pita.

Cuando se anunció la llegada de la Real Expedición a Tenerife, el comandante general de Canarias, mariscal de campo Fernando Cagigal de la Vega, se convierte en el director de operaciones, pues una Real Orden le anunciaba que «procurase persuadir con su ejemplo al buen recibimiento de la expedición… dando las disposiciones que le dictase su celo, comunicando a su tiempo lo que resultase». El general Cagigal organizó una eficiente campaña de mentalización ciudadana, reuniendo a las autoridades de la isla para que facilitaran dependencias a fin de ubicar al equipo sanitario de la expedición y realizar las vacunaciones a los máximos niños posible (García Nieto, 2004, 48). Una colaboración más de la institución militar con la finalidad de acabar con la mortalidad infantil por la viruela.

Lo importante de la expedición de la vacuna, enviada por el Rey Carlos IV y su ministro Manuel Godoy, que dadas sus influencias palaciegas se había tomado mucho empeño en la misma, con el propósito de terminar con la plaga que aniquilaba la población infantil por esta terrible enfermedad contagiosa, no solo en España sino en los territorios de ultramar, dio su resultado. Desde su salida del puerto de La Coruña, la tripulación inmunizó no solo a las poblaciones de las Islas Canarias, sino a la de América, en las Islas Filipinas, Macao, Cantón y Santa Elena.

Una heroicidad sanitaria en la que los integrantes de la Real Expedición Filantrópica de la vacuna dirigida por Javier Balmis, con la colaboración de la institución militar –como en la reciente Operación Balmis– escribieron un capítulo en la Historia de la Medicina de la humanidad.

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