Opinión | CRÍTICA

Crimen perfecto

Una escena de la película dirigida por Dominik Moll.

Una escena de la película dirigida por Dominik Moll. / E. D.

La noche del 12 fue la cinta triunfadora en la pasada edición de los Premios César del cine francés. Mejor película, mejor dirección, mejor guion adaptado, dos premios de interpretación (actor secundario y actor relevación) y mejor sonido. Se trata de un thriller policial centrado en la investigación del asesinato de una joven. Rodada sin recurrir a los habituales registros que fuerzan el enganche del público, rezuma credibilidad gracias a una narración casi documental, sin aditivos ni recreaciones para enfatizar a los personajes o potenciar la trama. Tanto los policías como los investigados se presentan como gente corriente, al margen de estereotipos y clichés. En ese sentido, se aleja notablemente de los largometrajes más clásicos del género. Sin una banda sonora que envuelva al espectador, ni una fotografía que juegue con los colores, ni unos diálogos especialmente ingeniosos, ni siquiera contiene secuencias de acción que le aporten intensidad o intriga. Tal vez ello conlleve que determinadas partes del metraje resulten carentes de potencia y empuje, pero su autenticidad es tal que hay que asumirla de esa manera.

Y, ciertamente, el resultado es notable y honesto. La necesidad de justicia reclamada constituye siempre un reclamo más que suficiente para mantener en vilo a los espectadores. Estas obras centradas en los crímenes y en las respuestas a los mismos conforman un subgénero propio, entrañando una apuesta segura cuando se realizan con ingenio y habilidad, como ocurre en esta ocasión. La nota de desilusión radica, sin duda, en las dificultades halladas para que los delitos no queden impunes.

Me viene a la cabeza el gran filme de Alfred Hitchcock Crimen perfecto(1954). En él, Ray Milland se afana en contemplar cualquier mínimo detalle y demostrar así la posibilidad de delinquir sin ser castigado, una idea que el «mago del suspense» se empeñó en llevar a la pantalla una y otra vez, aunque para calmar y satisfacer al público lo deseable sea que el malévolo plan salga mal y el final punitivo se imponga. Sin embargo, esa amarga realidad también se materializa de cuando y cuando y, desgraciadamente, no todos los casos policiales se esclarecen. Todos los investigadores se topan tarde o temprano con un crimen difícil o, incluso, imposible de resolver y que se convierte para ellos en una obsesión. Para Yohan se trata del cruel asesinato de Clara en una calle solitaria. Por mucho que los interrogatorios se sucedan y no falten sospechosos, las dudas del policía no paran de aumentar. Tras el atractivo rostro de la chica fallecida, aparecen diversas amistades y relaciones desconocidas en su entorno, y la única certeza se reduce a que su horrible final tuvo lugar en la noche del 12. A partir de ahí, las pesquisas degeneran en un enredado ovillo de lana.

Con una apropiada duración, inferior a dos horas, La noche del 12 se alza como un título interesante y correcto. Puede que no integre el listado de las muestras más destacadas del género, pero en este errático 2022, pleno de proyectos extravagantes y decepcionantes, supone una opción asegurada.

Lula Cotton-Frapier interpreta a la víctima en este su primer trabajo importante y con mayor proyección internacional. Bastien Bouillon capitanea la brigada policial y ya le hemos visto con antelación en Simone, la mujer del siglo.

Les acompañan Bouli Lanners (Un amor en Escocia), Camille Rutherford (Felicidad) y Johann Dionnet (de la serie de televisión Lupin).

Título: La noche del 12

Director: Dominik Moll

Intérpretes: Bastien Bouillon, Bouli Lanners, Théo Cholbi, Johann Dionnet

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