Opinión

María Contreras

La importancia del descanso para la salud mental

Tener un trastorno mental incrementa el riesgo de muerte por enfermedades físicas

Tener un trastorno mental incrementa el riesgo de muerte por enfermedades físicas

“Soy Alicia y tengo 36 años, vengo a consulta porque no puedo más, me siento triste y noto que me he quedado sin energía. Estoy irritable y salto a la mínima. Me duelen las cervicales y la espalda, las rodillas las tengo destrozadas. A diario tengo que lidiar con dolores de cabeza en la sien. En algunas ocasiones siento una opresión fuerte en el pecho que no me deja respirar”.

La historia de Alicia es un relato muy frecuente en las consultas de atención psicológica. En este caso, tras realizarle una evaluación psicopatológica, se diagnosticó que Alicia estaba pasando por un episodio depresivo leve con niveles medio altos de ansiedad. Al preguntarle cómo descansaba, contestó que ella nunca ha sabido hacerlo. Las personas de su alrededor siempre le han animado a que parase y se tomase un respiro, pero ella sentía que no podía hasta que ha hecho crack.

En nuestro día a día tenemos ciertas obligaciones y responsabilidades que hay que cumplir, como estudiar o ir a trabajar, sacar la familia adelante… Además, pueden surgir preocupaciones relacionadas con nuestro entorno, conflictos con personas o problemas cotidianos que tenemos que resolver, como cuestiones económicas, afectivas o sociales. Ante estos retos que nos surgen en el día a día, la sociedad manda un mensaje encubierto de «Hay que llegar a todo y hay que hacerlo bien». De manera indirecta esta frase nos crea tensión y estrés en el día a día, lo que nos puede conducir a un estado de fatiga y cansancio, si no aprendemos a descansar.

Los síntomas de agotamiento son irritabilidad, intranquilidad, preocupación, frustración, miedos, ansiedad, sentimientos de tristeza, síntomas psicosomáticos como dolores de cabeza, de estómago, de espalda, picores en la piel…, dificultad para dormir, pérdida o aumento de apetito, dificultad para concentrarse, apatía, etc.

Las obligaciones y responsabilidades cotidianas no las podemos evitar. Hay que hacerles frente y esto nos puede producir un estrés diario. ¿Y qué hacemos con ese estrés o esas emociones, como el miedo, el enfado o el estrés, que pueden llevar a agotarnos? ¿Les doy salida?

En psicología, para aludir a ese «dar salida a las emociones», hablamos de regulación emocional. Este concepto hace referencia a un proceso que poseemos las personas para manejar nuestras propias emociones. Pero para gobernarlas, primero tenemos que identificar y evaluar lo que sentimos. En este proceso se necesita desarrollar ciertas habilidades emocionales, que si no se adquieren se produce una desregulación emocional (DE). La DE hace referencia al desbordamiento emocional como un ataque de ansiedad, estar muy irritable y triste, o somatizar en forma de dolor físico.

Muchas personas no llegan a ese desbordamiento emocional porque se regulan emocionalmente con estrategias poco sanas: fumar, beber alcohol, darse atracones de comida, consumo de drogas, consumo de pornografía o ejercer violencia hacia las personas cercanas.

Actualmente, estas conductas son muy prevalentes en los jóvenes. Por eso, la sociedad necesita oír sobre la importancia del descanso ya que tiene una relación directa con la salud mental. Para ello, con motivo del Día Mundial del Psicólogo, propongo cuatro puntos necesarios para tener un descanso personal reparador: sueño: mantener horarios regulares, acostándose y levantándose siempre a la misma hora, y dormir entre 7 y 8 horas diarias; alimentación: llevar una dieta saludable haciendo entre 4 o 5 comidas al día; ejercicio físico: desde salir a andar, realizar deporte en equipo o de alto impacto tiene grandes beneficios en nuestra salud mental; y aficiones: desde realizar actividades con las manos como coser o hacer un puzzle, aficiones artísticas o contemplar la naturaleza.

El cuidado diario de estas cuatro áreas, dedicando además media hora al ejercicio físico o las aficiones, son suficientes para llenar de gasolina nuestro coche. Por último, existen otros tres consejos para evitar un agotamiento crónico: en primer lugar, atrévete a decir «no», si ves que no puedes llegar a lo que te piden; en segundo lugar, sé consciente de que para poder cuidar a los demás y llegar a tus responsabilidades es necesario que primero te cuides tú ¡No te sientas culpable por realizar actividades que te apetecen!; y por último, si te sientes triste, ansioso o abatido por estrés ¡pide ayuda!

¡Aprende a descansar!

Suscríbete para seguir leyendo