Opinión | Cosas de Carnaval

La murga del alcalde

Un momento de la actuación de Ni Fú - Ni Fá en la final de murgas.

Un momento de la actuación de Ni Fú - Ni Fá en la final de murgas. / Andrés Gutiérrez

He tenido un sueño de lo más raro. Lo caprichos de Morfeo me llevaron hasta cierta Cantina Ilegal con el amigo Humberto Gonar. Mientras Pedro Mengibar nos servía unas garbanzas de su señora madre nos contaba un secreto. Que mira que confesar algo así a periodistas tiene su miga, pero los sueños, sueños son.

Total, que nos decía que el alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, quería meterse en una murga. Por probar cómo era eso de pintarse de payaso, será. El caso es que no sabía a cuál y se dirigió a su concejal de Fiestas para pedirle consejo. Alfonso Cabello se entusiasmó tanto con la idea de que la Alcaldía quedara disponible que no le hizo demasiado caso.

Así que nuestro alcalde se dirigió a la otra persona del Ayuntamiento que podía ayudarle: Dámaso Arteaga. El hombre, que había sido concejal de Fiestas durante muchos años, le sacó un esquema con los pros y contras de cada una de las murgas, porque claro, a ‘Damasito’ le costaba elegir. “Bambones no, que son de La Laguna y queda feo”, le dijo y a Mamelucos los descartó no vaya a ser que vuelvan a decir que es la murga nacionalista.

Justo después de preguntarle por las opciones en Diablos Locos, su concejal soltó una carcajada. Claro, Arteaga recordó eso de “desnúdate” del pasacalle trónico e imaginó a su jefe en esa tesitura. Así lo dejó en medio de las risas el alcalde y, ofuscado, siguió pensando.

Las murgas compuestas por mujeres ni se las planteó porque él quería tocar el pito y no la batería y en Zeta Zetas llegó a pensarlo pero a é lo de las murga 3D le sonaba demasiado complejo. Y Chinchosos le pareció una buena opción hasta que recordó que ahora llevan careta y de eso también está cansado.

Andando en medio de su reflexión llegó a otra de esas personas que saben mucho de murgas: Pedro Mengibar, y decidió preguntarle. El problema es que el ahora cantinero lleva aún alma de letrista y lo primero que le dijo es que igual cuadraba mejor en una murga infantil. Ni así quiso darse por vencido y se plantó en medio de la Plaza del Príncipe, a ver si el corazón del Carnaval le ayudaba a tomar una decisión.

Y allí estaba él, Don Enrique. La escultura en honor al maestro murguero le dio la solución: entraría en la Ni Fú – Ni Fá. ¡Qué mejor que la afilarmónica por excelencia para un personaje tan relevante cómo él!

Si lo consiguió o no, no lo sé. En ese momento mi cerebro decidió que ya estaba bien de sueños y decidió despertarme. Eso sí, llevo todo el día pensando en qué murga pegaría no solo el alcalde sino toda la corporación. ¿Qué carajo, y en que murga metemos al presidente del Gobierno?