Opinión

Querido anticarnavalero

Ambiente de la plaza de la Candelaria en el Carnaval de junio.

Ambiente de la plaza de la Candelaria en el Carnaval de junio. / Andrés Gutiérrez

Las murgas gritan en vez de cantar y encima ya no hacen gracia. Además, tiene que pasar una femenina a la final… y se llevan todas mal. Las rondallas son aburridas y las comparsas lo único que hacen es mover el cucu. A las agrupaciones musicales no hay quien las escuche y las murgas infantiles cada vez van a peor porque no cantan cosas de niños. La Gala de la Reina es la peor en años y el traje que ganó no lo merece porque había otros mejores. ¿El de la Infantil? Parece una carroza, la pobre y a la de mayores hay que dejarla que al menos se divierte. Por eso les llenan el Recinto Ferial gracias a las guaguas y los bocadillos de mortadela.

La Cabalgata es un desastre y el Entierro de la Sardina cada vez tiene menos viudas. Nada es como antes y ahora el Carnaval se ha politizado y solo se usa para rascar votos. Lo peor es que dejan la ciudad hecha un asco, claro. Pan y circo en lugar de dar ese dinero a sanidad.

No me he vuelto loca, no. Son expresiones, frases, opiniones que se repiten año tras año, en las redes sociales o en las barras de los bares y las paradas de guagua. Que son las redes sociales de siempre.

¿Son verdad? Algunas, varias, muchas. Como en la vida en general todo depende del cristal con que se mire y, aunque nos llamen locos, a los carnavaleros nos gusta verla a través de uno de colores.

No seré yo quien les diga a los que tanto critican esta fiesta que no opinen porque para eso está la libertad de expresión. Solo les recuerdo que, al menos en esto, tienen derecho a elegir.

Elegir apagar la tele, no comprar una entrada, no meterse en el hashtag de Carnaval y no disfrazarse. No hace falta que nos acompañe en esta locura, ni siquiera que piense cuánta gente come, literalmente, gracias a lo que ingresa por esta fiesta.

Si tuviera la libertad de pedir algo sería que nos conozca. Que se siente a hablar con nosotros, que le contemos por qué hacemos esto, que nos permita mostrarle que nos hace felices. Al menos hoy, esta noche, mañana… Al día siguiente, cuando se apague la purpurina, les aseguro que seguiremos luchando, como ellos, contra todos nuestros problemas, exigiendo más limpieza en la calle y denunciado la falta de fondos para servicios públicos.

Y es que, nosotros, querido anticarnavalero, también somos personas.