Opinión | Retiro lo escrito

‘New Deal’

Casimiro Curbelo, presidente del Cabildo de La Gomera. | | E.D.

Casimiro Curbelo, presidente del Cabildo de La Gomera. | | E.D. / El Día

Lo mejor en estos días, si a alguien se le ocurre sacarse del bolsillo una encuesta electoral, es salir corriendo con cualquier pretexto. Si no se tiene pretexto mejor: así empiezas a correr antes. Yo sospecho que las encuestas electorales están empezando a perder interés y, en ese contexto, el que el sanchismo haya prostituido el Centro de Investigaciones Sociológicas bajo el alguacilazgo de un dirigente del PSOE es casi una gamberrada. Con los años me he vuelto lippermaniano, quién lo hubiera imaginado, y lo que nos espera enseguida (primero avanzada la primavera y después avanzado el otoño) es la lucha en un mercado electoral de varias organizaciones políticas oligarquizadas sobre cuya gestión futura –en caso de ganar– solo podemos fantasear ligeramente. En un libro interesante que convendría refrescar, La larga marcha, Joaquín Estefanía explica –aunque no sea ese su objetivo– como la política económica española fue básicamente la misma en los gobiernos socialdemócratas y los conservadores: la diferencias están en las políticas redistributivas a través de los sistemas públicos de salud y educación, en el gasto en pensiones y en la inversión en investigación, desarrollo e innovación. Continuidad sistemática de políticas económicas para cumplimentar los requisitos de entrada en el Mercado Común y después la continuidad de políticas económicas y fiscales como socios leales y consecuentes de la Unión Europea, incluida la adopción de una moneda común y compromisos ineludibles en materia de déficit público y reglas de estabilidad tributaria. Algo que parece que han olvidado algunos: los que piensan que esta situación extraordinaria decidida por Bruselas (gasto masivo, suspensión de las reglas fiscales, incumplimiento del déficit) continuará indefinidamente y, de hecho, legitiman ahora mismo cualquier despilfarro.

En Canarias básicamente ocurre lo mismo. Les guste o no, los tres grandes partidos (el PSOE, Coalición Canaria y el PP) han cogobernado en esta región en los últimos treinta años y son corresponsables en mayor o menos medida de las políticas económicas aplicadas con tres crisis muy definidas (mediados de los 90, crisis financiera y su impacto brutal entre 2008-2016, pandemia y sus consecuencias a partir de 2020). Nuestro PIB es muy similar al de 2008 y nuestro PIB per cápita también, pero esta incapacidad de crear riqueza –imprescindible para la evolución de una economía sana y con capacidad para diversificarse, pero también para financiar políticas públicas de carácter social y asistencial– les trae sin cuidado a los tres partidos. La aritmética electoral les ha obligado a gobernar juntos, pero sin voluntad alguna de consensuar una agenda de reformas políticas, económicas y administrativas imprescindibles. Sacar adelante un nuevo Estatuto de Autonomía está muy bien, pero es relativamente fácil, y no le hace daño a nadie. Debatir, definir y ejecutar una reforma de las administraciones públicas canarias, en cambio, es contemplada como una bañera llena de pirañas por todos.

Descreo que ningún bloque supuestamente político-ideológico consiga una mayoría suficiente en las elecciones del próximo mayo. Ni siquiera con la colaboración meretriz de Casimiro Curbelo. Así que se va definiendo un escenario que a pocos les agrada: un acuerdo entre el PSOE y CC. O eso o el desgobierno. Claro que eso también puede ser el desgobierno. En la próxima legislatura lo que le urge a Canarias no es un pacto de gobierno sino un new deal que nos permita salir de un estancamiento económico y una desigualdad social ya tan metabolizados que los canarios apenan lo notan. Debe llegar un cambio en la cultura política que supere supersticiones e inercias de izquierdas y de derechas o nos encontraremos con un futuro suicida.

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