Eso del kilómetro cero ya empieza a sonar como un concepto algo trillado (y no precisamente en la era). Y es que basta apenas desparramar una leve mirada sobre el paisaje insular para caer en la cuenta del progresivo abandono de las tierras de cultivo y, en general, de las actividades productivas, sustituidas sin pausa por los valores de una sociedad hechizada por esas tareas vinculadas al denominado sector servicios, al mito de la prosperidad, el desarrollo, el futuro...

Sin embargo hay lugares que aún conservan –y lo hacen celosamente– la tradición de los núcleos agrícolas, el sabor único de las medianías, capaces de mantener los rasgos de un territorio marcado por un pasado rural que, además, ha quedado interiorizado en sus habitantes como parte de su idiosincrasia, una seña de identidad para quienes frente a la inteligencia artificial reivindican la sabiduría natural.

Este es el caso de El Tablero, lugar conocido como la despensa de Santa Cruz, un pueblo antes que un barrio que al oeste limita con Machado, separado por el Barranco de Jagua; en la zona del este linda con el barrio de La Gallega y con El Chorrillo al sur, mientras al norte coquetea con Llano del Moro, reserva casi espiritual de una agricultura de subsistencia, de la papa y el cereal, la verdura y los frutales.

En este enclave, el Bar Cuatro Caminos se asoma orgulloso a esa encrucijada llena de vitalidad, digno heredero de un modo de ser antiguo y familiar, el de aquellos tiempos donde los boyeros conducían a los animales rumbo a la fiesta y también de vuelta a los establos, cuando las gentes trajinaban de sol a sol en el campo y era casi una obligación tomar algo de resuello para soportar el tránsito de sus vidas.

En aquel pequeño espacio encontraban cocina de caldero, abundante y siempre reparadora, los famosos bocadillos de potas, también manises, chochos y la inexcusable cuarta de vino tinto de garrafón, maridados con animadas conversaciones. Fue Benjamín Rodríguez quien tomaría el relevo de su madre y también el encargado de entregar el testigo a su hija Noelia y su yerno Michel, quienes desde hace una veintena de años regentan este bar.

El matrimonio que formanNoelia y Michel lleva una veintena de años regentando este bar, heredando su carácter familiar y la condición de encrucijada llena de vitalidad

Aún con el paso del tiempo y las inevitables crisis, en este local permanecen vivos el mismo café de toda la vida, el pan de horno de leña de Machado –la base de sus sabrosos bocadillos–, los platos de cuchara, ya sea un potaje de berros, un rancho canario, las cremas de verduras o una sopa de cabra, también su carne, en salsa y bien arregladita, o a la manera de una sabrosa ropa vieja.  

La propuesta, que es servida con diligencia por Patricia y Maca, se alimenta del jeito de Gema en los fogones, desde unas garbanzas o una fabada, al conejo frito, las potas o el pescado salado, una carta que también toma otros caminos, el de unas carrilleras, el rabo de toro o un codillo. ¡Ah! La pata de cochino asada en horno de leña es una exquisitez.

Gustosa parada en Cuatro Caminos.

(Bar Cuatro Caminos, calle Zarzamora 14, El Tablero, Santa Cruz de Tenerife; abierto de lunes a viernes, de 6:00 a 22:00 y sábados de 6:00 a 17:00 horas; tfno.: 822 90 87 44).