PERFIL | El nuevo presidente de la Comisión de Convivencia Ciudadana

El increíble currículo del concejal de Vox de Tenerife que lleva una comisión de convivencia: filósofo y galerista en Nueva York

Le preocupa la situación en Rodeo Alto y el derecho al descanso de los laguneros

Manuel Alejandro Rodríguez posa en uno de los pasillos de las casas consistoriales.

Manuel Alejandro Rodríguez posa en uno de los pasillos de las casas consistoriales. / María Pisaca

El Día

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Licenciado en Filosofía, galerista de arte durante unos años en el barrio neoyorquino de West Chelsea y concejal de Vox. Manuel Alejandro Rodríguez Pardo tiene un perfil peculiar. En las últimas semanas ha sido noticia su nombramiento como presidente de la Comisión de Convivencia Ciudadana de La Laguna. Ni él se esperaba que se produjese tal designación, pero disfruta del momento: «Estoy encantado».

Manuel Alejandro Rodríguez propone ser fotografiado ante un cuadro de un joven Alfonso XIII que cuelga en uno de los pasillos del Ayuntamiento de La Laguna, cerca de la oficina de su formación. En realidad, su deseo previo –finalmente imposible en una típica mañana nublada en la vieja Aguere– era posar ante la cámara en un día soleado. Se ponen ahí de manifiesto dos de las facetas de quien antes de ser político trabajó en una consultora de comunicación y fue marchante de arte en Nueva York. Hoy es concejal de Vox y ha sido recientemente nombrado presidente de la Comisión de Convivencia Ciudadana de La Laguna. Su designación ha levantado cierta polvareda por su afiliación política y porque su nombramiento lleva la firma de Luis Yeray Gutiérrez, alcalde del PSOE, una organización que rechaza a Vox.

«Somos un partido democrático y deseoso de que haya una convivencia amable y fluida entre todos los laguneros», defiende Rodríguez cuando se le pregunta si los postulados de Vox son compatibles con una responsabilidad como la que le han encomendado. «Las ideas que defendemos son puramente de sentido común y de derecho», sostiene. En su opinión, lo que viene ocurriendo con Vox es que una parte de la ciudadanía carece de información clara de las políticas que promueve. «Lo que le queda es el escorzo que hacen algunos medios y que nos deja como un partido radical», lamenta.

La trayectoria de Manuel Alejandro Rodríguez Pardo (Santa Cruz de Tenerife, 1978) es llamativa. Nació en la capitalina calle Enrique Wolfson y vivió en La Laguna desde la adolescencia. Se formó en el Colegio Luther King y estudió tres cursos de Derecho en Icade, en Madrid, hasta que acabó desencantado con el mundo de las leyes. «Encontré que aquello que yo esperaba que fuera el último limitador de los comportamientos humanos era, en realidad, algo mucho más arbitrario y dependiente de la voluntad del legislador», reflexiona sobre aquella etapa.

Giro de guion. Descartado el Derecho, apostó entonces por la Filosofía y se licenció en la Universidad Complutense. Cursó un máster en Pragmática Lingüística y emprendió su particular aventura americana previo paso por Londres, donde pulió el inglés. En Nueva York realizó un máster en Comunicación Corporativa y trabajó en la consultora Weber Shandwick, en la Tercera Avenida. «Allí me acogieron bastante bien, aunque en un ambiente muy competitivo y un poco desagradable en algún sentido; hay que reconocer que todo el mundo desconfía de todo el mundo y se hace durillo», recuerda.

La galería de arte

Su siguiente parada profesional fue abrir una galería también en Nueva York, en West Chelsea, el barrio de arte más importante del mundo. «Allí los rascacielos desde la primera planta hasta la 20 o la 30 tienen galerías de arte. No tienes más que entrar, coger un ascensor y plantarte en cualquiera de ellas, y allí descubres las cosas más diversas», describe. «Empezar un negocio en un mercado no diré saturado pero sí altamente competitivo no es fácil, y tus competidores tratan de ponerte palos en las ruedas y de quitarte los espacios de galería y a los artistas; es el poaching [caza furtiva, traducido a español], que llaman allí», rememora. «Pero es parte del negocio... Dicen que no odies al jugador, sino al juego», relativiza sobre un período que tuvo que concluir cuando caducó su visado profesional.

«Mi planteamiento era irme directamente a Londres, porque es una ciudad con una cantidad de negocio artístico equiparable a la de Nueva York; menor pero equiparable», precisa. Fue ahí cuando entró en escena la covid para sacudirlo todo. Su regreso a España lo hizo estrechar el vínculo con Vox, un partido al que se había afiliado a inicios de 2019 y del que le atrajo «sobre todo» la «defensa de la unidad nacional». Antes, a partir de 2004, había militado en el PP, hasta que se fue descontento con el expresidente nacional Mariano Rajoy. «De allí salimos muchos cuando vimos que Rajoy entraba en el Gobierno y despreciaba completamente lo que habíamos hecho y lo que habíamos estado gritando por las azoteas», manifiesta.

Su nueva función de presidente de la Comisión de Convivencia Ciudadana la percibe como una «responsabilidad in vigilando» y con la que tratará de «proteger los bienes de la convivencia, sean estos inmateriales, como es el caso de los comportamientos, o físicos». Son unas tareas que, asegura, le han llegado casi por accidente. «No pensábamos que fuéramos a tener ninguna responsabilidad tan directa como esta, pero nos la han encomendado sorpresivamente y yo estoy encantado», apunta. «El acuerdo al que llegamos con Unidas y Drago era para que nosotros lleváramos la Comisión de Sugerencias y Reclamaciones», detalla, antes de completar que al final fue nombrado para este otro cargo.

Formación cívica

En un análisis a bote pronto sobre la convivencia en La Laguna, Manuel Alejandro Rodríguez muestra su preocupación con la situación que se viene produciendo en la zona de Rodeo Alto con los inmigrantes. Cree que parte del problema reside en la falta de una «formación cívica que facilite la convivencia». El otro elemento que destaca es el «derecho al sueño» y, en especial, en el casco histórico, que «parece un parque de atracciones».

Preguntado sobre asuntos del escenario nacional, se muestra en sintonía con su formación. En ese sentido, entiende que las protestas de Ferraz son «un ejemplo perfecto de libertad de expresión y que esta debe ser protegida y no reprimida», antes de agregar que «otra cosa es que las manifestaciones se prolongaran hasta las seis de la mañana».

¿Y cómo ve el apaleamiento a un muñeco de Pedro Sánchez? «El hecho de que se apalee una representación, un muñeco, es algo que se ha hecho toda la vida; es muy típico de Francia. Lo hemos visto con las caras de Chirac, De Gaulle, Sarkozy, Hollande... Parece que nunca preocupó cuando se veían esas cosas por televisión; sin embargo, aparecen un día en Ferraz y nos rasgamos las vestiduras. Es un machango al que se le apalea para expresar el desagrado que producen las políticas del presidente del Gobierno. Eso no va más allá», expresa.