Pájara | Cita con las tradiciones

Los ‘mariantes’ regresan al mar

Los vecinos de Mezquez recrean la tradición de sus antepasados de dejar el campo y trasladarse a la costa

Allí pescaban y mariscaban durante semanas

Imagen del grupo de vecinos del pueblo de Mezquez que recrean cada año la figura de los ‘mariantes’ durante su desplazamiento a la costa.

Imagen del grupo de vecinos del pueblo de Mezquez que recrean cada año la figura de los ‘mariantes’ durante su desplazamiento a la costa. / E. D.

Lorenzo Hernández Alonso (Pájara, 1965) le prometió a su abuelo, con su mismo nombre, y a su padre, José Hernández, seguir la tradición familiar de que cuando se acababa la cosecha y concluían los trabajos en el campo se iban a la costa a pescar y mariscar para seguir manteniendo la economía familiar. Los vecinos de Mezquez, en el municipio sureño de Pájara, en Fuerteventura, continúan fieles a la tradición y cada mes de agosto recrean los mismos pasos de sus padres, abuelos y bisabuelos. Todo un ejemplo de mantener viva las tradiciones del mundo rural y de los mariantes. Tres de los cuatro de los fundadores de esta iniciativa que arrancó en el año 1998: Lito Roger, Juan Ramón Brito y Lorenzo Hernández, siguen fieles a la cita cada vez que llega el mes de agosto. Al grupo se ha unido en los últimos años los jóvenes Lorenzo, Néstor, Samuel, Daniel y Alejandro. El relevo generacional de los mariantes está garantizado.

Desde muy temprano, los vecinos de Mezquez parten desde el pueblo barranco abajo en dirección a la Madre del Agua, un lugar paradisiaco por donde discurre el agua de forma natural por un espectacular palmeral, donde recogen las cañas para pescar cuando lleguen a la costa. Desde aquí continúan la caminata en dirección a la zona donde permanecerán durante varios días.

Lorenzo Hernández (i) y su hijo Alejandro durante las labores de pesca. | | EL DÍA

Lorenzo Hernández (i) y su hijo Alejandro durante las labores de pesca. | | EL DÍA / Antonio Cabrera

Cuando se les preguntan por el destino exacto hacia donde se dirigen, como buenos mariantes no lo desvelan. Sólo se ciñen a comentar que «en un lugar entre Ajuy y El Cotillo», una contestación acompañada de unas risas socarronas.

Uno de los ‘mariantes’ con una de las piezas capturadas. | | EL DÍA

Uno de los ‘mariantes’ con una de las piezas capturadas. / E. D.

«Dejamos atrás las modernas cañas, los móviles o los sacos de dormir, para trasladarnos a una época inmemorial, aunque eso signifique incomodidad, sacrifico, cansancio. Hace 25 años que comenzó esta iniciativa que se ha convertido en un homenaje cada año a los mariantes», asegura Lorenzo Hernández, uno de los precursores de esta recreación.

Los ‘mariantes’ en el interior de la choza donde pernoctaron. | | EL DÍA

Los ‘mariantes’ en el interior de la choza donde pernoctaron. / E. D.

En sus jenas, una especie de mochila confeccionada de hojas de palma, solo llevan lo imprescindible: queso duro, tomates, cebollas, tunos, higos y gofio. También velas y mechones para alumbrarse durante la noche. «Seguimos la mismas costumbres que nuestros padres y abuelos. En la costa comemos el pescado capturado o el marisco recolectado. Antes incluso venían las mujeres que se dedicaban a recoger lapas, burgaos y mejillones, que entonces no estaba prohibido. Lo cocían y después lo conservaban en vinagre, mientras que los hombres pescaban, especialmente viejas, que jareaban y secaban», indican.

Después de llegar al destino, los mariantes acomodaron sus pertenencias personales en la choza y prepararon las cañas con las puntas de cuerno de cabra, así como los aparejos para iniciar la pesca. Mientras unos pescaban y comenzaban a llegar las viejas, sargos o cabrillas, otros cogían sal de los charcos. Tras varios días en la costa insular se inicia el regreso al pueblo de Mezquez.

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