Gran Canaria

Las dunas de Maspalomas corren riesgo de desaparecer si no se cambian o mejoran los quioscos

Investigadores de la ULPGC advierten que los chiringuitos son un obstáculo que está provocando zonas erosionadas de 50 metros donde no se acumula la arena

Imagen del 29 de septiembre de 2022 en la que se aprecia la sombra eólica provocada por la desviación del viento por parte del quiosco.

Imagen del 29 de septiembre de 2022 en la que se aprecia la sombra eólica provocada por la desviación del viento por parte del quiosco. / Cedida

La Reserva Natural Especial de las Dunas de Maspalomas, en San Bartolomé de Tirajana, corre un serio riesgo de desaparición en los próximos años si no se cambian o corrigen, entre otros elementos, los quioscos que actualmente están instalados en las playas. Así lo avisa un estudio elaborado por el Grupo de Geografía Física y Medioambiente del Instituto de Oceanografía y Cambio Global (IOCAG) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), que revela que estas infraestructuras están provocando una desviación del viento que impide que se acumule la arena en la zona trasera de cada uno de los quioscos y por tanto contribuyen a que se erosione el terreno y se incorpore una menor cantidad de material árido al sistema dunar que se localiza en el interior.

El estudio, titulado El impacto de los quioscos de playa en las dunas áridas, ha sido elaborado por los investigadores Abel Sanromualdo-Collado, Leví García-Romero, Irene Delgado-Fernández, Manuel Viera Pérez y Nicolás Ferrer-Valero, quienes advierten de que estas infraestructuras públicas están ocasionando las denominadas sombras eólicas o superficies erosionadas, es decir, un espacio de suelo en el que no se acumula la arena y se dificulta la creación y el mantenimiento de la duna costera que luego alimenta al resto del sistema dunar. Y la solución es, avisan, cambiarlos por unos quioscos más aerodinámicos o añadir a los actuales alguna estructura que permita al viento circular con mayor facilidad y que permita el transporte de arena hacia la propia reserva natural.

«La arena transportada por el viento entra por Playa del Inglés y poco a poco se acumula en los balancones que hay detrás de la playa y es ahí donde se genera la primera duna o duna costera, muy importante pues la arena que ahí se amontona luego se va soltando y creando las dunas barjanas, las de cresta que vemos en todo el sistema», señala Leví García Romero, uno de los investigadores, «pero, para que se formen, primero debe haber una buena acumulación en la duna costera, es decir, que ésta muestre un buen estado de conservación».

El servicio de limpieza de playas es uno de los impactos más importantes que sufre el campo dunar

Y ahí, precisamente, radica el problema: los quioscos imposibilitan la formación de esa duna primigenia. Al desviar el viento, detrás se forma una superficie erosionada sin arena, con picón y piedras, que en algunos quioscos actualmente supera los 50 metros de longitud. Y cada una de estas sombras eólicas sin arena se convierte en un parche o espacio vacío que comienza a fragmentar la duna costera, la primera del sistema junto a la playa. «Eso es un problema porque si se fragmenta la primera duna que se forma, y que da origen a las demás, el transporte de arena hacia sistema interior que todos conocemos es mucho menor», señala el investigador, «las dunas en el futuro serán más bajas y además con la ruptura de la duna costera el viento erosiona más rápido el campo dunar».

Trabajo de campo

El estudio fue elaborado a través de un trabajo de campo realizado en 2021 y cuyas conclusiones se hicieron públicas hace unos meses. El experimento, nunca antes realizado a nivel de detalles sobre los quioscos, recogió datos de la topografía en los alrededores del quiosco número 5, ubicado en Playa del Inglés, en las inmediaciones de la Punta de La Bajeta. Además se hicieron mediciones sobre el comportamiento del viento al toparse con el quiosco y sobre cómo se distribuyen las partículas de sedimento alrededor del mismo con la colocación de once sensores que captaban datos sobre la velocidad o dirección del viento cada dos segundos. También se tomaron muestras de arena. 

Entre los resultados obtenidos, los investigadores pudieron comprobar cómo el sensor instalado en la parte delantera del quiosco, donde el viento llega directamente desde el mar sin ninguna perturbación, registraba una velocidad de 50 metros por segundo, pero los que estaban instalados en la parte trasera registraron una velocidad de hasta un 70% menor, dependiendo de la orientación del viento. Y eso provoca que la arena no se transporte de manera homogénea.

«Detrás del quiosco se empieza a observar cómo se acumula el sedimento más fino, pero no llega la arena como llegaría de forma natural porque se encuentra el quiosco como obstáculo», relata García Romero, «entonces en el área se empieza a desarrollar el efecto de una herradura cerrada hacia los vientos predominantes que genera una pequeña acumulación de arena alrededor del quiosco, pero justo detrás está vacío, erosionado, y no entra arena al sistema». A simple vista, detrás de los chiringuitos se puede apreciar una larga estela sin arena y en ocasiones con un gran número de piedras que se encuentran enterradas por la arena, lo que indica nuevamente falta de arena.

Los investigadores también han apreciado cómo el viento, al chocar contra el quiosco, en ocasiones reduce su velocidad, pero en otras la acelera, provocando así una erosión más rápida del suelo en los alrededores.

Futuro

¿Y qué pasará si esta situación persiste?. Que se volverá a ver una superficie erosionada como en los años 80. «La sombra eólica cruzará y entrará hacia el interior del sistema, habrá dunas más llanas y superficies de erosión más grandes, que es sinónimo de desaparición de dunas», señala el investigador, quien sostiene que no es que falte arena, sino que no se le permite pasar desde Playa del Inglés a Maspalomas con la colocación de tantos obstáculos en el camino.

En 2018 el Cabildo puso en marcha el proyecto Masdunas de restauración ambiental de la reserva natural que en su primera fase logró reincorporar al sistema 60.000 metros cúbicos de arena

Pero el deterioro del sistema dunar no llega solo por los quioscos, sino también por otros impactos presentes en la playa como los lotes de hamacas, los goros construidos con piedras por los usuarios y hasta el servicio de limpieza de playas, este último quizá uno de los más importantes. Explica el investigador que una vez la arena consigue remontar playa arriba sorteando todo tipo de obstáculos y se coloca justo a la entrada de la duna costera, a la mañana siguiente el servicio de limpieza allana esos montículos y se lleva por delante esas acumulaciones que estaban listas para incorporarse al sistema. Ya se ha trasladado esta situación al Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana y ha habido reuniones de coordinación entre el equipo investigador, el Consistorio, el Cabildo, la Demarcación de Costas y el Gobierno de Canarias para intentar atajar esta situación.

Por otro lado, el Cabildo tiene en marcha desde 2018 el proyecto Masdunas de restauración ambiental de la reserva natural, un proyecto que en su primera fase logró reincorporar al sistema 60.000 metros cúbicos de arena, de los que el 80% se mantiene cinco años después. También se han registrado avances en la conservación de la charca, los prados húmedos, el palmeral y los matorrales ribereños termomediterráneos, según anunció el Cabildo en octubre.

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