Política de mano dura

Meloni anuncia que Italia aumentará a 18 meses el período máximo de detención de los migrantes

Ambos países han mantenido diversos intercambios desde que alrededor de 7.000 migrantes llegaron la semana pasada a Lampedusa en unas 48 horas

Un grupo de migrantes, este lunes, a su llegada a Lampedusa tras ser rescatados por la Guardia Costera.

Un grupo de migrantes, este lunes, a su llegada a Lampedusa tras ser rescatados por la Guardia Costera. / CIRO FUSCO / EFE

Irene Savio

Italia vuelve a la mano dura contra los migrantes. Es lo que se desprende del último anuncio de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que este lunes ha comunicado un nuevo paquete de medidas para detener los flujos migratorios al país, como un aumento del periodo máximo de detención de los migrantes en centros de reclusión, de 135 días a 18 meses. "Esto significa, y quiero enviar un mensaje muy claro al conjunto de África, que, si uno confía con los traficantes para vulnerar las leyes italianas, tiene que saber que cuando llegará a Italia será detenido y repatriado", ha argumentado la ultraderechista, cuya iniciativa llega después de las llegadas masivas de migrantes a Lampedusa de la semana pasada.

Las medidas fueron aprobadas como como parte de un decreto ley emitido por el Consejo de Ministros italianos, lo que significa que, para no decaer, deberán ser convertidas en ley por el Parlamento en 60 días. E implican que, de cumplirse, los inmigrantes que desembarcarán en Italia serán encerrados en "centro de repatriación permanente", unas estructuras que funcionan de una forma parecida a las prisiones. De hecho, el plazo máximo de los 18 meses ya estuvo en vigor en Italia entre 2011 y 2014, pero posteriormente el Gobierno del centrista Matteo Renzi lo abolió. 

Repatriaciones difíciles

Tanto es así que el año pasado alrededor de 6.400 extranjeros fueron detenidos en estos centros, transcurriendo allí un promedio de 40 días entre las rejas, de acuerdo con datos del Comité de Vigilancia de las cárceles italianas. Y, de estos, menos de la mitad fueron repatriados, lo que se debe a que Italia solo puede repatriar a ciudadanos de países con los que tiene acuerdos, o que acepten las expulsiones explícitamente. De ahí también que el Gobierno de Meloni haya también anunciado reuniones próximas con los países de origen de los inmigrantes que están llegando a Italia, en gran parte de África subsahariana.

El anuncio de Meloni se ha producido en momentos en los que la situación de Lampedusa ha encendido las alarmas también en la Unión Europea (UE) y, en particular, en Francia. Sin embargo, esta vez, Roma y París no están, al menos por el momento, en conflicto, como ha ocurrido en el pasado, sino que están mostrando signos de colaboración.

Ambos países han mantenido diversos intercambios desde que alrededor de 7.000 migrantes llegaron la semana pasada a la isla en unas 48 horas, lo que preocupó a París por la posibilidad (muy plausible) de que los migrantes intenten cruzar a su territorio. Esta comunicación también continuó este lunes con una reunión entre el ministro de Interior italiano, Matteo Piantedosi, y su homólogo francés, Gérald Darmarin, quien se desplazó hasta Roma para abordar la situación.

Agitación europea

Francia quiere "ayudar a Italia a preservar sus fronteras", explicó Darmarin en una entrevista previa al encuentro. El ministro reiteró asimismo que París no acogerá a los migrantes antes de que presenten sus solicitudes de asilo, pero está dispuesta a hacerlo "si se trata de refugiados". "Debemos aplicar las reglas europeas, que adoptamos hace algunos meses", reiteró.

Esta colaboración entre Francia e Italia no parece del agrado de todos en el Gobierno de Roma. "¡Basta de charloteos, los italianos se esperan y se merecen hechos concretos de parte de Francia y Europa!", ha comentado la Liga, en un comunicado, después de las declaraciones de Darmarin.

En verdad, este aparente cambio en la relación entre ambos países, ahora más en sintonía, se produce en un momento en el que todos los intentos previos de Italia y la UE para frenar los flujos desde Túnez han fracasado. Lo que algunos observadores achacan a la presencia de grupos criminales en puertos tunecinos como el de Sfax (una de las principales localidades desde las que zarpan los migrantes), así como al clima de persecución que el actual Gobierno del país norteafricano mantiene hacia la población migrante negra. 

Tal es la situación que, tan solo durante el fin de semana, la policía de Túnez, con el apoyo de helicópteros y unidades antiterroristas, volvió a causar pánico en esta comunidad en Sfax con un gran operativo en el que cientos de migrantes subsaharianos fueron detenidos.