Sentencia histórica

Confirman las condenas de los asesinos del cantante chileno Víctor Jara

El artista fue secuestrado, torturado y finalmente ejecutado: recibió 44 disparos

Víctor Jara, cantautor chileno asesinado.

Víctor Jara, cantautor chileno asesinado. / Twitter

Abel Gilbert

"¡Cuánta humanidad / con hambre, frío, pánico, dolor / presión moral, terror, locura! / Seis de los nuestros se perdieron / en el espacio de las estrellas. / Un muerto, uno golpeado como jamás creí/ se podría golpear a un ser humano". El cantautor Víctor Jara escribió esos versos de lucidez y desesperación en el Estadio Chile, donde había sido llevado, junto con otros miles, después del golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973. Allí lo torturaron. "Yo te enseñaré, hijo de puta, a cantar canciones chilenas, no comunistas", escuchó de un informado, amo y señor de las vidas ajenas. El 16 de setiembre encontraron su cuerpo en las inmediaciones del cementerio de Santiago con 44 impactos de bala. A Littré Quiroga, quien se desempeñaba como director de prisiones, le habían disparado 23 veces. El Tribunal Supremo de Chile confirmó casi medio siglo más tarde, las condenas que ya había dictaminado la Corte de Apelaciones en 2018, contra los autores del doble crimen.

Los exmilitares Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Haase Mazzei, Ernesto Bethke Wulf, Juan Jara Quintana y Hernán Chacón Soto fueron sentenciados a 15 años de cárcel. En tanto, el exfiscal militar Rolando Melo Silva recibió una condena de ocho años y un día como encubridor de los crímenes que en su momento espantaron a la comunidad internacional.

La novedad judicial se conoce a pocos días de la conmemoración del medio siglo del trágico derrocamiento de Salvador Allende. La semana pasada, el máximo tribunal había confirmado las sentencias contra los autores del asesinato del diplomático español, Carmelo Soria. Dos dictámenes ejemplares y emblemáticos en tan poco tiempo no parecen ser fruto de la casualidad en momentos de intensa discusión en Chile sobre lo ocurrido aquel 11 de setiembre de 1973, con la ultraderecha lanzada a una plena ofensiva política e ideológica.

El expediente

"La sangre para ellos son medallas / La matanza es acto de heroísmo / ¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío?", anotó en un papel Jara, el autor de 'El derecho de vivir en paz', en una de las gradas del Estadio Chile, que en la actualidad lleva el nombre del artista. El texto pudo salir de la mazmorra y se convirtió en un documento de la perplejidad de quienes estaban allí encerrados e iban a ser pasados por las armas.

El golpe desató fuerzas de venganza que venían siendo anticipadas. En la noche de la asonada, Quiroga fue detenido en su oficina por una patrulla y lo llevaron al Estadio Chile. A lo largo de su cautiverio, Quiroga fue objeto de "constantes y violentos episodios de agresión física y verbal por parte de los oficiales de Ejército allí presentes".

Jara llegó un día más tarde. Lo habían arrestado en la Universidad de Santiago, luego de que las instalaciones fueran atacadas por efectivos del Ejército e integrantes de la que sería la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA), la política secreta del dictador Augusto Pinochet. De acuerdo con el expediente, cuando el cantante y director teatral llegó al Estadio Chile junto a los demás prisioneros, "fue reconocido de inmediato por el personal militar que se ubicaba en el acceso al recinto, siendo agredido verbal y físicamente". El dictamen no deja dudas: las agresiones contra Jara "tuvieron como principal aliciente la actividad artística, cultural y política del mismo, estrechamente vinculada al recién derrocado Gobierno". El autor de 'Te recuerdo, Amanda', era uno de los emblemas del proyecto que encarnaba Allende. Los verdugos lo sometieron a "torturas físicas". Los golpes más severos los recibió en su rostro y en sus manos.

Tras consumarse el asesinato de ambos, sus cuerpos fueron lanzados a la vía pública y encontrados "por pobladores que pertenecían a organizaciones comunitarias y sociales, en las inmediaciones del Cementerio Metropolitano, en un terreno baldío cercano a la línea férrea, los que limpiaron sus rostros y pudieron reconocerlo".

A la espera de una extradición

El 'caso Jara' simbolizó el precoz ejercicio de venganza de la dictadura. Todavía queda un eslabón fundamental de la cadena criminal sin condena: Pedro Pablo Barrientos, el militar acusado de haber torturado y disparado contra el músico, poeta y director teatral. El Tribunal Supremo chileno pidió su extradición hace cinco años. En julio pasado, el juez Roy Dalton, del Distrito Central de Florida, despojó al represor de la ciudadanía estadounidense.

Barrientos fue a EEUU en 1990, cuando en Chile se iniciaba la transición democrática. La justicia norteamericana ha concluido que obtuvo la ciudadanía de manera ilegal, al ocultar su participación en delitos de lesa humanidad. En 2016, Joan Turner Jara, la viuda de Jara, presentó una querella millonaria contra el exoficial en un tribunal federal de Orlando. La pérdida de su ciudadanía, estimó Nelson Caucoto, un histórico abogado de Derechos Humanos, podría facilitar la extradición y, de esta manera, se cierre casi por completo el círculo alrededor de esa causa. Barrientos, recordó el letrado, "es una figura clave dentro del homicidio de Víctor Jara y Littré Quiroga".