Entrevista | Esther Pérez Verdú Tecnóloga y coordinadora de proyectos digitales

«La gran mentira es hacer creer que todos pueden vivir de ser ‘influencers’»

«Me gusta más el 'influencer' que habla sobre cómo cuidar el planeta que sobre cómo ponerse la ropa», explica la tecnóloga y coordinadora de Proyectos Digitales

Esther Pérez Verdú.

Esther Pérez Verdú. / Andrés Cruz

Socia fundadora de NemeSys en 1996, primera empresa canaria que desarrolló páginas web. Profesora en diferentes cursos y máster de comunicación digital como el M:COM de la Universidad del Atlántico Medio o la Escuela Moda Cálida. y conferenciante en temas de innovación.

¿Qué papel juegan las redes sociales en el contexto actual?

Las redes sociales juegan un papel fundamental en nuestra comunicación e incluso en nuestra forma de vida. Por mucho que no nos gusten, porque las odiamos y las queremos a partes iguales, se han convertido, sin darnos cuenta, en el epicentro de nuestra comunicación. Bien sean las redes sociales tradicionales, a las que vamos los que tenemos cierta edad, o las nuevas que van surgiendo, nos comunicamos a través de ellas, miramos lo que está haciendo el vecino, publicamos lo que hacemos y vivimos una especie de vida paralela dentro de las redes sociales. Se ha convertido ya en el epicentro de la comunicación humana.

¿Existe una brecha generacional en todo esto?

Existe una brecha brutal y cada vez va a ser mayor. Estamos asistiendo a la generación de nuevas redes sociales. Todavía el metaverso está en pañales pero ya hay un sector de la población muy joven, más que los adolescentes, que ya está metido en el metaverso y se está comunicando a través de él. La brecha va a crecer porque si ya los séniors nos quedamos en Facebook y cosas como Tik Tok se nos quedan un poco estratosféricas, imagínate cuando empecemos a hablar del metaverso y de este tipo de comunicación que implica un avatar, una generación en 3D y una realidad virtual. Ahí la brecha va a ser mayor. Sí hay una brecha digital general y ahora en las redes sociales y en la comunicación digital más.

¿En qué puede afectar a la dinámica social?

Puede afectar en lo que lo ha hecho siempre la brecha digital, en que hay determinados sectores de la población que se quedan aislados de las novedades, que existe esa diferencia generacional que se hace más grande y esas diferencias de comunicación entre los más mayores y los más jóvenes. Y, por supuesto, en el plano institucional tienen de alguna manera que adaptarse a estos nuevos sistemas, cuando lo hacemos normalmente dejas atrás a un sector de la población que no está accediendo a ellos y que tiene la posibilidad de quedarse descolgados de novedades, de las formas de hacer las cosas o de las ayudas.

Hay un grupo de población que cada vez es mayor que necesita de esa cantidad masiva de información

Resulta paradójico. ¿Las redes sociales pueden provocar desinformación?

Sí, un aislamiento informativo total. De hecho, cada vez nos encontramos a más personas que deciden voluntariamente aislarse de toda esta cantidad de información y optan por volver al campo o a zonas aisladas. Realmente lo que está generando es una ansiedad, una sensación de estar perdiéndose algo o de no necesitar tanta información para vivir. Por otro lado, tenemos un grupo de la población que cada vez es mayor que necesita de esa cantidad masiva de información constante.

¿Qué potencial tienen las redes sociales para las Islas?

A nosotros, como territorio fragmentado y aislado del núcleo de la capital y de Europa donde se producen bastantes novedades, realmente tener acceso a esta información nos viene muy bien. Tanto a las islas capitalinas como a las no capitalinas, que normalmente han estado separadas y desinformadas. El acceso a la información hace que puedan estar más en el mundo y más informados. A nivel económico, todo este tipo de cosas, si conseguimos atraer el talento suficiente para generar esos perfiles profesionales que nos hacen falta para trabajar en todas estas nuevas tecnologías, el futuro de Canarias podría ser bastante interesante. Diversificar en sectores digitales o tecnológicos en una economía que está basada en el turismo, de repente empezar a trabajar en otros sectores, puede ser una variación de nuestra economía a mejor y por supuesto una mayor profesionalización. Necesitamos perfiles, gente que trabaje en el metaverso o en inteligencia artificial. Nos urge también que los jóvenes canarios se especialicen en estos temas para traer esa economía que necesitamos.

A veces veo ‘influencers’ y pienso en jóvenes influenciados por ellos de una forma brutal

¿Qué es un 'influencer'?

Tal y como lo conocemos hoy en día es una persona que tiene un perfil digital muy activo y que ejerce un nivel de influencia muy alto entre sus seguidores en línea. En cualquier sector, estamos hablando de moda, gastronomía, tecnología o videojuegos. Es una persona que tiene muchos seguidores. Hoy en día digamos que lo restringimos a ese concepto, pero realmente es una persona que tiene un grado de influencia. La hemos tenido toda nuestra vida, todos hemos tenido algún ídolo o una persona que seguimos porque nos gusta como ha ejercido su profesión o su función social. En nuestra época eran Gandhi, Marie Curie, Einstein o cantantes como Bob Dylan. Hoy en día los influencers no son tan conocidos. Como Internet ha puesto el mundo a disposición de todos, realmente un influencer puede ser tu vecino del quinto que, de repente, no conocías por mucho que te lo cruzaras en la escalera y que resulta que tiene un potencial contando videojuegos que ha hecho que tenga sus seguidores en Internet que lo convierte en influencer. El término no me gusta mucho porque de alguna manera siento que se ha bajado un poco el listón. A veces veo algunos influencers y pienso en jóvenes influenciados por estas personas y no me parece tan interesantes como otros ídolos que podría tener para seguir y fijarse. Pero, la vida es como es, y lo que no podemos es ir en contra de como está evolucionando este sector. Están influyendo en las nuevas generaciones de una forma brutal.

¿Eso no es peligroso?

En algunos casos diría que sí, pero de la misma manera que una persona está expuesta a influencias de terraplanistas o de grupos racistas. Es peligroso, evidentemente, cualquier falta de formación o de educación, de contrastar la información o lo que te llega. Al fin y al cabo se reduce a una falta de educación. Cuando surgen todos estos influencers y estas temáticas, que jamás nos habríamos planteado que podrían ser un grado de influencia, lo que nos planteamos es qué falta en nuestra sociedad para que de repente cuatro millones de personas sigan a una persona que habla sobre gastronomía o sobre cómo ponerte la ropa y no sientan ningún interés en cómo cambiar el planeta para no cargárnoslo o no tengan interés en cómo se investiga para curar el cáncer. A mí me gustan más los influencers que te hablan de estas dos últimas que los que te hablan sobre ropa.

Hay una cierta frivolidad, pero no es más que un reflejo de la sociedad. La tenemos metida en vena

¿Tiene una cierta pátina de frivolidad?

Sí, desafortunadamente, pero no es más que un reflejo de la sociedad. Si hablamos del mundo real vemos que realmente la sociedad tiene esa pátina bastante metida en vena. Los programas vemos en la tele, lo que escuchamos más en la radio o lo que leemos más, cuando lo hacemos. Todo eso es reflejo de la sociedad, es decir en Internet lo que estamos haciendo es amplificando lo que realmente está pasando en la sociedad, lo cual es normal. Un joven tiende a replicar lo que hacen los mayores y sus referentes. En Internet se encuentran un mayor abanico de posibilidades, influencers que hablan precisamente, en la mayoría de los casos, desde esa frivolidad, se sienten más atraídos a eso que a temas que no están tan acostumbrados a ver como la ciencia o la tecnología. Prefieren este tipo de información porque es un reflejo de la sociedad, realmente lo que estamos haciendo es amplificar y ampliar el espectro de lo que estamos viviendo en el mundo real.

¿Se puede vivir de eso?

Sí se puede vivir de eso, lo que pasa es que son pocos los que pueden vivir de ello. Quizás esa es una de las grandes mentiras que estamos trasladando del mundo de los influencers. Serlo y vivir de ello no es fácil. Requiere de mucho tiempo y de mucha dedicación. Hemos visto el caso de Dulceida que ha sacado una serie en Netflix hablando incluso de como sufrió el bajón de seguidores porque no pudo con toda la presión. No es fácil, y lo que estamos vendiéndole a nuestros jóvenes es que es sencillo y que es un mundo de glamour, de maravillas y van a poder vivir de ello. Realmente no es así. Es como cuando hablamos de crear una empresa de éxito. Mark Zuckerberg solo hay uno. Puedes crear otras cosas pero es difícil, hay que tener una formación, hay que saber de lo que hablas, de lo que publicas y hacerlo bien. Ese paso nos lo estamos saltando y le decimos a la gente que ser influencer es fácil. Es verdad que es sencillo abrirse una cuenta en redes sociales y publicar contenido de calidad y que le interese a la gente, sea cual sea el sector. Pero vivir de ello es otra cosa. Implica tener que dar charlas o crear una estrategia de marca. Realmente los influencers son marcas andantes. Ellos son una marca, miden todo lo que es publicidad, se venden como marca publicitaria y todo eso requiere de un trabajo que no es fácil. Por muy grande que sea Internet el mercado tiene un tamaño y habrá cabida para determinados influencers pero no para todos los que quieran dedicarse a ello.

Puedes crear otras cosas pero es difícil, hay que tener una formación, hay que saber de lo que hablas

¿Pueden aportar algo a la economía canaria?

Aquellos que tengan su actividad en Canarias y facturen desde aquí, evidentemente generan una economía. Todos aquellos que hablan de Canarias y atraen público a las Islas están generando economía. De alguna manera pueden generarla, si no se van a Andorra. Como cualquier otro negocio puede ser tractor de economía.

¿Se puede ser 'influencer' toda la vida?

Tiene, como los deportistas, un tiempo limitado. Un influencer es difícil que esté tantos años como en un trabajo más convencional. Tiene una vida limitada, el espacio en el que es el sabor del momento y cuando se pierde el interés tendrá que buscarse otra vía para conseguir dinero.

En Internet nos cansamos más pronto de las cosas y hay más oferta de todo tipo. Ya no somos fieles

¿Tienen fecha de caducidad?

Depende del sector. Si estás hablando de moda y de belleza, con una determinada edad desgraciadamente en el mercado ya dejas de ser influencer. Si tu nivel de influencia tiene que ver con una profesión, que no dependa del tema físico o de temas que pasen de moda, es posible que tengas algo más de recorrido. Pero si algo estamos viendo en Internet es que el grado de cansancio de la gente llega mucho antes que en el ámbito normal. En Internet nos agotamos más pronto de las cosas, tenemos más oferta de todo tipo y nos cansamos antes. Los dejamos de seguir porque aparece otro que nos gusta más o porque ya no nos interesa lo que nos está diciendo. En Internet una cosa que hemos dejado de ser es fieles. Ya no somos fieles ni a marcas ni a personas. Cuando se nos pasa ese momento de luna de miel nos vamos.

¿Qué futuro espera a las redes?

Realmente no se sabe y eso es, quizás, lo que le da un punto apasionante. Cada vez nos estamos yendo a entornos más audiovisuales y todo lo que viene ahora de realidad virtual, gemelos digitales e inteligencia artificial va a generar otro tipo de redes sociales.

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