A una semana del final de las rebajas, el comercio canario ya sabe que va a echar en falta entre el 20% y el 30% de las ventas alcanzadas hace justo dos años, cuando nadie había oído hablar del covid. Es la consecuencia lógica de la ausencia de una gran parte de los turistas que visitaron el Archipiélago en el verano de 2019. A esa reducción de la demanda se une la retracción de los consumidores locales, bien por la caída de la renta disponible –paro o ERTE–, o bien por el aplazamiento de las compras a la espera de que se despeje la incertidumbre en torno a la evolución de la pandemia.

Este mismo mes, el presidente de la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife, Santiago Sesé, incidió en la subida «mínima», del 0,3%, que experimentó el volumen de negocio del comercio minorista de las Islas en el primer semestre del año en comparación con el mismo periodo de 2020.

Muy mal dato, a pesar de tener signo positivo, si se recuerda que entre enero y junio del año pasado hubo un confinamiento y, más allá de este, las tiendas permanecieron cerradas durante semanas. Peor aún si se compara con lo ocurrido en el conjunto del país, que se anotó un crecimiento del 7%, y dramático al recordar que Eurostat ha señalado a España como uno de los países más retrasados en la recuperación del consumo.

Las esperanzas del comercio y el turismo caminan en el mismo sentido, con el primero un paso por detrás. Si retornan los visitantes, también lo harán los ingresos de las tiendas y grandes superficies. «La apuesta se centra en el último trimestre», afirma Abbas Moujir, presidente de la Federación de Áreas Urbanas de Canarias (Fauca). Es decir, el renacer se producirá si el proceso de inmunización mantiene el rumbo y permite relajar las restricciones que afectan a los viajes.

El comercio del Archipiélago está «muy conectado al turismo y el renacer de este, a la vacunación», confirma el secretario general de la Asociación Canaria de Medianas y Grandes Empresas de Distribución (Asodiscan), Alfredo Medina. El representante empresarial reconoce que existían «unas expectativas mayores» cuando se inició el periodo de rebajas. Unos anhelos que no se han concretado, en buena parte porque en julio, precisamente, ha sido cuando las Islas han tocado su techo de contagiosidad, afectadas por la variante delta del coronavirus.

En cuanto a la demanda local, Medina señala que, por la ausencia de turistas, el Archipiélago es la región en la que más difícil resulta evitar la destrucción de empleo y devolver a sus funciones a quienes están afectados por expedientes de regulación temporal (ERTE). En las dos primera semanas de agosto, el 18% de los canarios inmersos en procesos de regulación han retornado a sus puestos, pero aún quedan decenas de miles en esa situación.

Estos, sumados a los que han quedado en paro y a quienes miran con temor lo que pueda venir, constituyen un numeroso grupo que ha reducido de manera notable su nivel de consumo. «Ahora la gran preocupación es saber si volverán a prorrogarse los ERTE más allá de septiembre», explica Abbas Moujir. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha afirmado que así sucederá y, al menos hasta la fecha, siempre se cumplieron sus anuncios en este capítulo.

Trasladado el análisis del mercado laboral solo al sector del comercio, Medina señala que las cifras «siguen siendo malas», si bien, volviendo de nuevo a vislumbrar el futuro inmediato, añadió que cabe el «optimismo». Del mismo modo, Moujir señaló que al final de esta semana se conocerán los datos sobre la evolución del empleo en el sector en julio. En las Islas, «cayó un 3,3% en junio», avisa el presidente de Fauca.

Queda la esperanza de que en el último trimestre se puedan «relajar las restricciones» y que retornen los viajeros, afirma Abbas Moujir.

Alfredo Medina señala que las expectativas del sector eran mayores, pero el negocio está «muy conectado al turismo».