Las empleadas de hogar de Canarias siguen a la espera, seis meses después, de percibir el subsidio del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE. La ayuda prometida por el Gobierno central en marzo para que tuvieran, por primera vez en su historia laboral, una cobertura por el tiempo que tuvieron que dejar de trabajar a causa del confinamiento o porque les rescindieron el contrato las familias para las que realizaban tareas domésticas no se pudo solicitar a partir del 5 de mayo, dos meses después de que el Ejecutivo aprobara el Decreto Ley 11/2020 que recoge el paquete de medidas económicas y sociales para hacer frente al Covid- 19. Desde entonces, aseguran varias de ellas, todo han sido trabas.

Aunque estas empleadas, en su mayoría mujeres, están integradas en la Seguridad Social, al estar incluidas en un sistema especial en el que no cotizan no perciben tampoco ninguna prestación cuando se quedan sin trabajo. Eso hace que esperen la ayuda prometida como un gran alivio para poder subsistir en estos tiempos complicados.

La prestación no puede superar el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) de 950 euros. Alcanza el 70% de la base cotizable del salario en caso de despido, y también ese porcentaje sobre la parte que dejaron de cobrar por reducción de jornada. La duración de esta ayuda abarca desde la fecha en que el empleador le dio de baja o le redujo la jornada hasta un mes después del fin de estado de alarma o hasta la reincorporación con la jornada habitual.

Afiliadas en Canarias

En Canarias están dados de alta en el régimen de la Seguridad Social un total de 9.763 empleados de hogar, de los que 9.222 son mujeres y 657 hombres. En el Ministerio de Empleo no disponen de los datos sobre el número de trabajadores que han solicitado este subsidio en Canarias, los que lo han percibido o a los que les ha sido denegado. "Los datos se están territorializando", señalaron el pasado viernes.

El SEPE a confirmado a la Federación de Construcción y Servicios de Comisiones Obreras (CCOO), que aglutina a estos trabajadores, que aún no se ha comenzado a hacer efectiva la ayuda a este colectivo. José Manuel Ojeda, secretario insular de esta federación, asegura que hasta "hace un mes no había cobrado nadie en ninguna región".

Explica que se trata de empleadas con situaciones personales muy vulnerables, entre las que una mayoría son inmigrantes, que además, han tenido que enfrentarse a un trámite nada sencillo, y aunque desde la organización sindical les han intentado ayudar y asesorar, "no les ha resultado sencillo" tramitar la ayuda.

Son muchas las historias de mujeres a las que el confinamiento les sorprendió cuidando personas mayores o trabajando en las tareas domésticas en Canarias, y de un día para otro, se quedaron sin trabajo, sin ninguna protección, y hasta sin ahorros para vivir. "No conozco a ninguna chica que haya recibido esa ayuda" asegura Ana Xiomara Pabón, presidenta de la Asociación de Extranjeras Sin Barreras de Las Palmas (AesbaLP), a la que están vinculadas unas 150 migrantes -colombianas, ecuatorianas, peruanas y venezolanas-, de las que al menos un centenar trabajan como internas sin un contrato. "Apenas unas 50 tienen contrato, pero hacen ocho horas al día y cotizan por la mitad", subraya. La situación es aún peor para las que no disponen de permiso de trabajo. "Tienen que coger lo que salga, como estar internas de domingo a sábado, porque tienen que vivir, y esos trabajos los consiguen porque la gente de aquí no los quiere hacer", sentencia.

Piden a gritos un contrato

Pabón, que pese a su formación como auxiliar administrativo también tuvo que trabajar como empleada de hogar al llegar de Colombia, le pone nombre a cada historia de sus compatriotas. "Piden a gritos tener un contrato para poder cotizar", apunta. A través de su móvil, contacta con ellas para que relaten ellas mismas porqué no han recibido el subsidio.

A Noelia, colombiana con 52 años, la familia para la que trabajaba le dijo que no acudiera durante el confinamiento, y le siguieron abonando los 658 euros de salario, si bien de esa cantidad unos 570 euros se los pagaba a su empleador por el piso que le tenía alquilado. En julio fue despedida, y se quedó sin trabajo y sin casa. Solicitó al SEPE el subsidio con la ayuda de su sobrina -"porque está más puesta en los trámites por Internet"- , pero le llamaron y le dijeron "no tenía derecho a cobrarlo". Después intentó acceder a la ayuda para mayores de 52 años, pero también se la han rechazado. "Me pensaba que tenía ya quince años cotizados, pero me dijeron que son trece. Empecé con una familia trabajando 40 horas a la semana, pero cotizaron por menos, por 25 horas", señala. Hasta la ayuda para el alquiler, que conceden los ayuntamientos, se la han denegado. Para subsistir recurrió a un banco de alimentos. Ahora sale adelante con trabajos sin contrato. "He cuidado a una señora por las noches, y he ido a alguna que otra casa algunas horas, pero estoy muy preocupada porque todo está muy difícil".

María (nombre ficticio porque teme dar su nombre), también colombiana, se enfadó mucho cuando una empleada del SEPE le comunicó que no podía cobrar el subsidio. Trabaja para una familia diez horas al mes, dos días a la semana, y eso no le da derecho a percibir la prestación. "Es muy injusto porque nos partimos el lomo limpiando o cuidando mayores y no tienes derecho a nada" remarca.

Son dramas que también ha escuchado el secretario de la Federación de Servicios de CCOO." Me quedaba mal cuando oía a cada una de las trabajadoras que llamaba", asegura el sindicalista. Recuerda con todo detalle el caso de una mujer, que "lloraba al teléfono mientras le explicaba que cuidaba de un anciano que había muerto, y de repente, después de 20 años trabajando como interna se había quedado sin trabajo, y sin casa, porque el hijo del fallecido le comunicó que debía dejar la vivienda porque estaba vendida".

El doble de la cifra oficial

Advierte Ojeda que, precisamente por las circunstancias de esta actividad, se estima que en Canarias se dedican realmente al trabajo doméstico el doble de las que figuran dadas de alta como cotizantes en la Seguridad Social, es decir, unas 18.000 personas. También pone de relieve cómo el número de altas de estas trabajadoras ya descendió en marzo al pasar de las 9.874, incluidos los hombres, a 9.763. En este sentido, apunta como el dato de estas altas se incrementa a medida mejora la economía o desciende cuando va peor, puesto que es un reflejo de la situación de las familias.

Un ejemplo: En 2007 había 10.387 empleados de hogar registrados en la Seguridad Social en Canarias, frente a las 7.258 de un año depués, ya metidos de lleno en la anterior crisis económica.