Emperadores asesinados

Se pueden tomar los primeros siglos del Imperio Romano para comprobar lo difícil que fue la supervivencia de los emperadores

Emperadores asesinados.

Emperadores asesinados. / El Día

Lara de Armas Moreno

Lara de Armas Moreno

Quizá el más popular de los asesinatos cometidos en la antigüedad romana sea el de Julio César que tuvo lugar durante los idus de marzo del 44 a.C. Un grupo de senadores, opuestos a sus ambiciones autocráticas, lo asesinaron en el Senado al lado de la estatua de su archienemigo Pompeyo. El crimen lo cometieron Tilio Cimbro, Servilio Casca, Marco Junio Bruto, Cayo Casio, Décimo Junio y un grupo de más de sesenta personas que se hacía llamar los Libertadores.

A este asesinato se suman otros muy populares como el de Calígula, Cómodo o Caracalla y resulta interesante ahondar en estos casos para comprender las similitudes que presentan. De hecho, hay investigaciones que han tratado minuciosamente las muertes por causas violentas de los emperadores, que no fueron pocas. Según datos recopilados por el Instituto de Ciencias Matemáticas e Informáticas de la Universidad de São Paulo, solo el 24,8% de los 69 emperadores romanos murieron por causas naturales. El resto fueron víctimas de asesinatos, muertes violentas en el campo de batalla o complots similares al de Julio César. Según el mismo estudio, cada gobernante tenía tan solo un 30% de probabilidades de llegar a una edad avanzada.

Se pueden tomar los primeros siglos del Imperio Romano para comprobar lo difícil que fue la supervivencia de los emperadores. De la dinastía Julio-Claudia (27 a.C. - 68 d.C.), Calígula y Nerón no tuvieron la suerte de morir por causas naturales. El primero fue asesinado por miembros de la Guardia Pretoriana bajo las órdenes de Casio Querea, que organizó también la muerte de la esposa y la hija del emperador. Por su parte, Nerón hizo algo muy común en la época, se quitó la vida tras ser declarado enemigo público de Roma. El suicidio fue asistido por su secretario, Epafrodito, quien lo apuñaló mientras el exemperador exhalaba con su último suspiro la célebre frase: «¡Qué artista muere conmigo!».

Durante el Año de los cuatro emperadores y la dinastía Flavia (69-96) reinaron seis emperadores, de los cuales solamente dos murieron por causas naturales. Galba falleció a manos de la Guardia Pretoriana tan solo siete meses después de comenzar su mandato; las tropas de Vespasiano acabaron con la vida de Vitelio; Domiciano fue víctima de una conspiración, y Otón se suicidó tras la derrota de la primera batalla de Bedriacum después de un corto reinado de tres meses.

De los siete emperadores que conformaron la dinastía Antonina (96-192) tan solo uno tuvo la mala suerte de morir violentamente. Cómodo sufrió varios intentos de asesinato, al menos uno de ellos con veneno, pero el atentado que terminó con sus trece años de reinado fue el ejecutado por el liberto Narciso, su entrenador personal. Tras su muerte fue condenado a la damnatio memoriae, por lo que sus estatuas fueron destruidas y su nombre fue borrado de los registros oficiales.

El periodo del año de los cinco emperadores y la dinastía Severa (193-235) fue particularmente caótico. De los nueve emperadores, solo uno murió por causas naturales. Pertinax fue asesinado por la Guardia Pretoriana que una vez lo puso en el poder. Didio Juliano murió ejecutado por orden de Septimio Severo, su hijo Geta fue asesunado por orden de su hermano, Caracalla, que murió a su vez a manos del ejército de Macrino tras ser considerado como uno de los gobernantes más despóticos de la antigua Roma. Macrino fue asesinado por Heliogábalo quien se cree que fue ejecutado por la Guardia Pretoriana y Diadumeniano fue asesinado tras la muerte de su padre, Macrino.

De todo esto también se puede concluir que lo que la guardia pretoriana da, la guardia pretoriana quita. Es curioso que la escolta de los emperadores que supuestamente debía defenderlos a capa y espada terminase de manera brutal con la vida de cualquier gobernante que no satisficiera sus necesidades. Fueron numerosas las rebeliones y conjuras que llevaron a cabo para imponer a su candidato favorito.

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