La extinción de la megafauna

La extinción de la megafauna

La extinción de la megafauna / ED

Lara de Armas Moreno

Lara de Armas Moreno

Es de sobra conocido que muchos de los grandes vertebrados se extinguieron durante el Pleistoceno tardío en la mayor parte del planeta. Esta extinción masiva ha estado bajo debate, pero se sabe que el cambio climático y el impacto del ser humano han sido factores fundamentales en la pérdida de la megafauna.

Hasta el momento no había sido posible cuantificar el impacto del ser humano en la extinción de las especies más grandes que han habitado el planeta después de los dinosaurios, tales como el tigre dientes de sable, los mamuts o los armadillos gigantes, los cuales llegaron a medir más de tres metros de largo.

En la actualidad, un grupo de investigadores han estudiado la posibilidad de que los grandes incendios localizados en el rancho de La Brea, un yacimiento de alquitrán al sur de California, fueran producto del ser humano. Las filtraciones de alquitrán conservaron los huesos de diversas especies y permitieron preservar su colágeno, esencial para analizar la datación por radiocarbono de los restos encontrados. Tras estudiarlos y compararlos con datos paleoclimáticos de distintas partes del planeta, los paleontólogos han podido concluir que las especies no se extinguieron exclusivamente a consecuencia de un clima más cálido, sino que sufrieron un episodio abrupto que duró aproximadamente 300 años y que pudo ser producido por megaincendios provocados por el ser humano.

Al parecer, hace unos 13.000 años, la temperatura se incrementó drásticamente, coincidiendo con el aumento de seres humanos en el norte de América. Estas dos circunstancias fueron la mezcla perfecta para una transformación radical del ecosistema ya que se produjeron numerosos incendios. En solo 300 años desaparecerían los grandes animales de La Brea. Las investigaciones han concluido que el fuerte y repentino crecimiento de la población fue el culpable de los devastadores incendios y no tanto el cambio climático, tal como se había pensado anteriormente. La evidencia señala que los índices de acumulación del carbón vegetal, que indican los fuegos, eran bajos antes de la llegada del ser humano y que se multiplicaron súbitamente por 30 después. Los investigadores afirman que «las condiciones que provocaron el cambio de estado a finales del Pleistoceno en el sur de California se repiten hoy en el oeste de EEUU y en otros muchos ecosistemas de todo el mundo». El registro fósil nos alerta de que llevamos profiriendo grandes daños a los ecosistemas desde tiempos inmemoriales.

De los análisis se han obtenido resultados de radiocarbono de 172 especímenes de siete especies extintas: Smilodon fatalis, Aenocyon dirus, Panthera atrox, Bison antiquus, Equus occidentalis, Paramylodon harlani, Camelops hesternus, y Canis latrans. El estudio se ha publicado en la revista Science.

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