Empate sin mucha historia del Tenerife en Burgos (1-1)

El equipo blanquiazul se adelanta con un lanzamiento de penalti anotado por Enric Gallego, repetido por invasión antes de la parada de Caro, y el Burgos iguala gracias a un tanto en propia meta de Mellot

Julio Ruiz

Julio Ruiz

El Tenerife saldó su última salida de la temporada con un 1-1 en El Plantío. Un empate sin mucha historia que, como mucho, anula la posibilidad que tenían los blanquiazules de progresar dentro de las medianías de la clasificación. A falta de una sola jornada, los de Asier Garitano son duodécimos a cinco puntos de su rival, un Burgos que, de paso, se quedó sin opciones de acceder a la promoción.

El representativo se encontró con un penalti a favor que convirtió en gol Gallego con dos lanzamientos. El árbitro ordenó que se repitiera el primero, después de que Caro lo rechazara y se produjera una invasión en el área de esas que solo se ven en la pantalla. En ese momento, el resultado fue por delante del juego. Ese empujón espabiló a un Tenerife que 'quiso' ser generoso con un perseverante Burgos al regalarle el tanto de la igualada, propiciado por una pérdida de Nacho y culminado con un rebote en Jérémy Mellot.

La carta de presentación del duelo de la penúltima jornada fue de más esfuerzo táctico que físico. Un ritmo lento a modo de tanteo en la franja central que rompió el Burgos con el recurso más simple, el juego directo. El comienzo se agitó con un balonazo largo enriquecido por Fer Niño para que Montiel conectara con Sancris y los locales intimidaran con una ocasión clara. Fue un aviso que dio paso a una fase volcada hacia el costado del campo ocupada por Loïc y Teto, por un lado, y por Borja y Sancris, en el otro. Durante un rato, todo pasó por ahí, pero ni Teto logró finalizar un acercamiento al área (5’), ni Fer Niño pudo sacar partido a un centro de Borja (6’).

Después de esa etapa de acoplamiento, el Burgos fue ganando terreno ante un Tenerife impreciso en la creación y carente de iniciativa. Los de Garitano tenían poco el balón y cuando lo tocaban, lo hacían lejos de Caro. Luismi apenas participaba y Gallego se mostraba combativo, pero estaba aislado. En cambio, los locales ya habían empezado a combinar con más fluidez. De todo eso surgió una petición de penalti de Borja por un supuesto agarrón de Williams –nada de nada– y, sobre todo, una parada de Tomeu a un remate de cabeza de Córdoba, que le había ganado el salto Mellot tras una falta lateral (21’). La tibia respuesta se produjo por un error de entrega de Arroyo. Aitor estuvo atento, avanzó y envió el balón al área sin que llegara a su destinatario, Teto, que ya había armado la volea (22’).

La dinámica estaba cayendo del lado burgalés, pero el destino quiso que todo cambiara en el minuto 23 por un penalti tan claro como absurdo, un toque de Mumo al tobillo de Sergio, que intentaba alcanzar un centro procedente de Roberto, apurando al máximo la línea de fondo. Demasiado, a juicio de los locales. Caparrós no lo dudó. Gallego asumió la responsabilidad, lanzó al lado derecho, a media altura, y Caro despejó. Pero el Tenerife pasó de la decepción a la esperanza. El colegiado se llevó la mano al auricular. Le habían avisado desde el VAR de que se había producido una invasión –mínima– en el área antes de la ejecución. Golpe de suerte para el Tenerife, nueva ocasión para Enric. Esta vez no falló. Eligió el ángulo opuesto y, aunque 'Churripi' volvió a adivinar su idea, coló el balón cerca de la escuadra. Primer remate y máxima efectividad.

Sexto tanto del delantero barcelonés en la temporada 23/24. No marcaba lejos del Heliodoro desde el 4 de junio de 2022, día en el que los blanquiazules eliminaron a la UD Las Palmas en las semifinales de la promoción de ascenso.

El 0-1 reactivó a un Tenerife que comenzó a tener más la pelota, se anticipaba mejor, era más agresivo en la presión, jugaba con más decisión... El efecto fue contrario en el conjunto de Jon Pérez Bolo. De la fluidez pasó a la desesperación. Empezó a cometer más errores y a hacer más faltas. Todo lo contrario a lo visto hasta el gol.

De repente, y se podría decir que sin méritos, el plan del Tenerife adquirió un mayor sentido y fue más funcional. Sin hacer gran cosa, todo se le había puesto de cara.

De ahí al descanso, el Burgos solo se asomó en ataque con un remate de cabeza de Niño, a pase de Arroyo, detenido por Tomeu. Por contra, el Tenerife estuvo cerca de ampliar su ventaja en el 43’. El protagonista fue Williams en un balón suelto dentro del área, sin la puntería necesaria. Aitor, que venía en mejor posición, lamentó que su compañero se anticipara.

Tras la pausa, el Tenerife se salió con la suya en su intención de que no ocurriera nada relevante durante casi toda la segunda parte. Lo de casi fue por la acción que propició el empate en el minuto 85. Evitable, por cierto. Porque Nacho perdió el balón en posición defensiva, en el lateral izquierdo, y facilitó un centro al área de Ojeda que terminó con el balón en la red. Niño cabeceó y Tomeu despejó en corto, la pelota rebotó en Mellot y cambió de dirección. Premio merecido para un Burgos que no había dejado de insistir, sin la frescura inicial pero ayudado por sustitutos como el exblanquiazul Bermejo o el grancanario Ojeda.

Quitando este momento puntual, el Tenerife no estuvo tan lejos un desenlace similar al del Carlos Tartiere. Ese 0-1 del 28 de octubre construido desde un pleno de efectividad en ataque, con un gol en el primer remate a puerta, y la posterior resistencia defensiva.

Le faltó que la suerte fuera completa. Entre un tanto y otro, el Tenerife se manejó con cierta coherencia, teniendo en cuenta su trayectoria en esta temporada. Se defendió con orden, concentración y firmeza –salvando el citado fallo de Nacho y la carambola del gol en propia meta de Mellot–, y atacó de vez en cuando. De hecho, fue Teto el que estrenó el segundo tiempo con un disparo desde la frontal del área que se envenenó al rozar la pierna de un defensor (51’).

A su manera, el Tenerife fue domando el encuentro. El Burgos se aplicaba y trataba de ampliar sus recursos, pero no encontraba la vía de acceso. Ni siquiera la lesión de Loïc, por un pinchazo muscular en el minuto 61’, desestabilizó a los blanquiazules. Su relevo, Nacho, no solo fue protagonista por la jugada del 1-1. También lo fue en el área opuesta. El madrileño tuvo un mano a mano con Caro tras recibir un pase de Teto, pero el guardameta acertó a taponar el corto ángulo que le había quedado (61’). Más tarde, ya con el empate en el marcador, remató con la pierna mala, la derecha, otro centro de Teto. El balón no cogió camino.

Poco después de la primera ocasión del lateral zurdo, Aitor había salvado a su equipo sacando un balón rematado por Niño que iba directo a una portería desocupada por la salida en falso de Nadal, en un saque de esquina. A esas alturas, parecía que la fortuna no iba a abandonar al Tenerife (64’).

Así, con este empate sin historia, se completó el recorrido de los blanquiazules en sus visitas, ya sin aspiraciones desde la jornada anterior y a falta de solo una, con el ascendido Valladolid como adversario en el Rodríguez López.