Miguel Concepción, presidente del representativo, estaba ilusionado con la idea de vivir su segundo ascenso a Primera División (tras el de 2009 en Montilivi) y considera que el club estaba armado para resistir mucho tiempo en la élite.

Antes del partido, comentó que el ascenso hubiese sido «poner el broche de oro al Centenario» y constató que la Isla «estaba absolutamente volcada con el equipo, en un estado de ánimo pletórico y de mucho positivismo alrededor del Tenerife».

La decepción de ayer es una pena enorme porque «el club tenía los cimientos para crecer, quedarse en la élite [si hubiera subido] y competir» en una de las mejores ligas de Europa.

A la hora de repartir méritos, tiene claro Concepción que ha sido «muy bueno» el trabajo de Juan Carlos Cordero, al que ficharon «avalado por los buenos números y temporadas que había hecho en otros clubes para los que hizo grandes fichajes y operaciones, como en Granada o Cádiz».

Y de Luis Miguel Ramis, adujo que ayer iba a vivir «el gran partido de su vida». Se queda el jerarca palmero con la ilusión colectiva, el entusiasmo generado en torno al Tenerife y una trepidante fase de ascenso, en la que el cuadro chicharrero «fue capaz de dar su mejor versión en un duelo de mucha exigencia contra Las Palmas». Salió reforzado del doble derbi, pero ayer se le atragantó el Girona.