Se cumplían ayer tres años exactos de su último partido oficial en España. La permanencia lograda el pasado domingo ante el Sabadell permitió que Ramis le diera, por fin, la alternativa que perseguía desde que llegó en invierno. Serantes ha vuelto.

Jon Ander Serantes volvió a disfrutar sobre un terreno de juego y, en concreto en España, mucho tiempo después. Seguramente demasiado para un guardameta de su nivel. Tres largos años, justos. Exactos. Porque fue también un 19 de mayo cuando vistió la camiseta del CD Leganés antes de emprender su aventura japonesa. De esa hace menos tiempo.

Concretamente, desde el 20 de diciembre de 2020 no se ponía los guantes en un partido oficial el de Baracaldo. Fue en un partido contra el Ehime FC con el que era su equipo, el Avispa Fukuoka, antes de recibir la noticia de que no renovaría su contrato. Decidió entonces regresar a España, donde le acogió el CD Tenerife. Volvía así a la competición española, donde no jugaba desde ese lejano 19 de mayo de 2018. De su última presencia en la categoría de plata hace todavía más, puesto que el guardameta vasco ascendió con el conjunto pepinero en la temporada 15/16. Fue entonces cuando se despidió de Segunda, en un duelo contra el CD Mirandés.

En su reencuentro eligió el color verde para la equipación. Saltó al terreno de juego con rostro serio, de concentración. Le llegó el primer balón en el minuto 3, controló con el pie derecho y entregó sin dificultades. Poco después, un disparo lejano de Trajkovski (19’) lo retuvo sin mayores dificultades. Y superada la media hora, un remate a quemarropa que sacó tirando de reflejos sobre la misma línea de gol (38’). Fue su intervención más brillante. Pero no la única. Sonrió Serantes, que incluso perdonó a Nikola Sipcic una cesión peligrosa antes de marcharse el encuentro al descanso.

Justo ahí llegó el gol, en un despiste de Kakabadze, ante el que nada pudo hacer el portero fusilado por Mollejo (42’). Al descanso se fue dialogando tranquilamente con algunos compañeros. Serio y concentrado, pero nada contento con la actuación colectiva.

Vivió más tranquilo en la segunda mitad. El Mallorca ya no se asomó con tanto peligro. Sin embargo, tuvo la oportunidad de lucirse desviando a córner un remate cruzado y potente de Mboula. De esos que van abajo y hace daño a cualquier guardameta. Él respondió bien, haciendo útil el trabajo del día a día. Ese que evita que te oxides cuando llevas tanto tiempo sin competir de verdad.

A Serantes le quedan dos encuentros más para reivindicarse, para demostrar que el Tenerife tiene portero para competir con Dani Hernández el que curso que viene. Pero la puesta en escena de ayer ya deja ver que así será.