Lazo ejecuta el penalti que acabaría convirtiéndose en el 1-0 en el partido de ayer entre UD Almería y CD Tenerife.

El brazo izquierdo de Bruno Wilson, suelto en el aire en un salto que ganaba claramente a Lucas Robertone, se convirtió en la excusa perfecta para que Álvaro Moreno Aragón señalara penalti en un centro desde la banda derecha sin aparente peligro para la portería del Tenerife en el minuto 47 departido. Al ser interpretación del colegiado, no intervino López Toca desde el VAR. José Carlos Lazo lo tiró ajustado al poste derecho, tanto que hizo inútil la estirada de Ortolá que había adivinado la intención del lanzador.

Ahí se acabó todo. El 1-0 borró de un plumazo una apañada primera parte de los insulares y dio paso a una segunda casi de trámite, en la que los visitantes lo intentaron con profesionalidad pero sin fe. Volvió la dinámica negativa a la cabeza de los futbolistas y ni siquiera los cambios lograron reactivarlos. Si hubo brotes verdes en este nuevo Tenerife fueron antes de la original pena máxima.

Cierto es que dos entrenamientos no dan para mucho. Quizás por eso, Luis Miguel Ramis apostó por un once continuista, en el que la presencia de Sipcic, Suso y Bermejo supuso la cuota de cambio del nuevo técnico sobre la pizarra. Luego, en el verde, las intenciones y las novedades tácticas. De salida se vio un equipo más alegre, con presencia en campo contrario y capaz de pisar el área con tres o cuatro atacantes y de acompañar para evitar una salida fácil del rival. Ni un atisbo de duda.

Cierto es que el primer remate fue de Ramazani (muy desviado), pero pronto respondió Álex Bermejo con cabezazo a centro de Álex Muñoz (9’). Luego fue Fran Sol el rematador en una acción similar (12’). Se jugaba más en campo andaluz. No sufrían los de Ramis, defendiendo en bloque medio, con las ayudas siempre cerc y dificultando la circulación de balón del rival. A menudo, todo hay que decirlo, lenta.

Con Shashoua participando mucho, el Tenerife parecía encontrar caminos para al menos inquietar. En la mejor de la primera parte se molestaron Fran Sol y Bermejo en el corazón del área. Los dos buscaron con ímpetu el centro de Shaq Moore (23’). Las cosas no iban bien para el Almería y Jose Gomes decidió mover el arbolito. Situó a Juan Villar como nueve, tiró a Ramazani a la izquierda y cambió a José Carlos Lazo a la derecha. Tenga relación o no, la posesión quedó menos dividida y los locales recuperaron el plan de toda la Liga: que pase poco, y si pasa, que sea en campo contrario para que decida su calidad individual.

Las últimas acciones ofensivas de la primera mitad fueron blanquirrojas. Ramazani (36’) y Juan Villar (37’), de cabeza, nos recordaron a todos que Ortolá existía. Lazo (41’) y Petrovic (45’+1) también quisieron probar fortuna, pero desde lejos y con poca fe.

El partido se iba al descanso en tablas y con la sensación de que era el Tenerife el que más lo necesitaba para recuperar fuerza y fe en sus posibilidades. Sin Valentín Vada y Gio Zarfino en la convocatoria, refrescar el centro del campo pasaba más por inventar alguna opción. Y claro, se veía que el físico iba a menguar en la segunda mitad.

Pero si encima se suma el penalti ya mentado nada más reanudarse el juego, el shock pareció repetir el esquema del derbi. De unos aceptables 45 minutos a verse por detrás y sin la solidez mental suficiente para darle la vuelta a la situación. Aún así tuvo muy pronto el Tenerife una ocasión clara para igualar la contienda. Percutió Álex Muñoz por la izquierda, encontró Fran Sol en el área y la dejada de este la remató, desde la frontal, Samuel Shashoua. El balón se marchó fuera por poco (58’). Dos minutos después, lo intentó a la media vuelta el delantero de Vicálvaro. Pero sin éxito.

Ahí pareció acabarse el conjunto tinerfeño. Ramis detectó la necesidad y dio entrada a Nono y Joselu por Suso y Shashoua. El Almería, con diez cambios con respecto al once del partido anterior, lució plantilla con sus hombres de refresco. Corpas, Umar Sadiq, Fran Villalba, Manu Morlanes y Maras fueron entrando poco a poco para mantener el balón lo más lejos posible de un Tenerife obligado a descubrirse a medida que el tiempo apretaba.

Así llegó el segundo. Aitor Sanz bajó a recibir a la altura de los centrales, quiso filtrar un pase y erró, generándose un contragolpe que él mismo quiso abortar. En su intento de parar a Sadiq le derribó y el penalti lo transformó el nueve de la escuadra del jeque (74’).

En realidad el madrileño pagó su cansancio y el de Folch, un doble pivote de mecha corta, además de la escasa implicación en la salida de los centrales, que juegan demasiado cómodos, recurriendo siempre al pase fácil. Cosas que ya tendrá apuntadas el sucesor de Fran Fernández.

A partir de ahí llegó el quiero y no puedo clásico. Dos faltas directas, una de Joselu (77’) y otra de Nono (79’), fueron los primeros intentos insulares en la recta final. Para entonces, el Almería ya se había dado por satisfecho. Bermejo, justo antes de ser sustituido, disparó demasiado cruzado (80’). Era el momento del Tenerife para meterse de lleno en el encuentro, pero la pólvora sigue mojada. Ocho goles en catorce jornadas lo dicen todo: el segundo peor registro realizador de la categoría, solo por detrás de la AD Alcorcón.