Pese a no llevar galones de manera oficial, se la puede considerar algo más que la capitana del equipo de Primera del Batistana. Cerca ya de los 30 años pasa por ser una de las gimnastas más veteranas de la élite nacional. Siempre al más alto nivel. Una trayectoria brillante y un desempeño sobre el tapiz, con cierto halo mágico, que la convierten en casi única dentro de su modalidad. Es Leticia Batista. Si nos ceñimos a su DNI, su tiempo en la rítmica de élite seguramente habría caducado desde hace mucho. Si atendemos solo a su clase y sus ganas, su retirada parece todavía muy lejana. La impronta que deja en los Campeonatos de España, esa admiración que despierta de la grada y las medallas que acumula año tras año son argumento suficiente. Su discurso, la ratificación de que le queda cuerda para rato.

“Sí, lo de la edad me lo preguntan bastante, pero es que yo me cuido mucho y no tengo intención de retirarme”, afirma Leti, que logra mantener su listón tan elevado en una mezcla de sacrificio y motivación. El primero pasa por una disciplina, tanto a la hora de “saber aprovechar el tiempo de entreno” tal y como reconoce su hermana Jacke, como por “el descanso, cuidarte de las lesiones” y llevar a cabo una alimentación “guiada por un nutricionista”; ingesta estricta pero a la vez “con cierta flexibilidad”. La segunda, por la exigencia de “intentar estar a la altura” que se genera al entrenarse “junto a gimnastas tan jóvenes”. “A veces me siento hermana mayor e incluso madre... pero en el buen sentido. No me supone una carga ni un agobio”, añade Leticia sobre un conjunto en la que saca 13 años a la más joven del grupo.

Y es que la menor de las hermanas Batista tiene claro que si bien “seguir al nivel” que ella exhibe “es raro y complicado”, el día que no lo logre sí dará un paso al costado. “Tengo claro que para ser un relleno, dejaría de hacer gimnasia. Me exijo mucho, lo mismo que las demás, y cuando entro al tapiz me da igual la edad que tengo cuando entrenando y compitiendo. Ahí toda hablamos el mismo idioma. No hay excusas, y cuando las use dejaré la gimnasia”, esgrime con rotundidad. Todo pese a tener que doblar su compromiso al ejercer también de entrenadora. “Es cierto que la presión es grande, pero en los campeonatos Jacke se carga la mochila de las responsabilidades y me quita peso de encima”, comenta Leticia sobre una simbiosis de la que también saca partido su hermana mayor “ya que con esa doble visión dentro del tapiz pueden trabajar solas, ya que Leti se encarga de corregirlo todo”.

Pero ese nivel que se autoimpone Leticia no se queda en el día a día, sino que también se manifiesta cuando llegan las recompensas. “Cada año me emociono más cuando las cosas salen bien, quizá porque cuesta más”, reconoce Batista. Quizá por esa filosofía, la veterana gimnasta no entiende “la apatía de algunas personas a la hora de festejar” un triunfo. Todo lo contrario que ella, que trata de “absorber cada momento porque a lo mejor es el último”.

El oro que más le sabe

Una vivencia que se repitió hace dos semanas en Valencia, cuando nada más acabar el segundo pase de su conjunto apretó el puño y esbozó una gran sonrisa. Su experiencia le decía que el oro se lo llevaría el Batistana. “Había lanzado mal un aparato y me di la vuelta para intentar escuchar si caía al suelo, pero mi compañera estaba muy atenta detrás y lo cogió. Ahí supe que el ejercicio había salido perfecto”, relata sobre ese delicado momento. “Lo recuerdo y se me ponen los pelos de punta”, añade mientras extiende el brazo. Es por ello que su respuesta no puede ser otra cuando se le cuestiona por si este oro de 2021 sabe más que los anteriores. “Sí”, dice de forma tajante.