Esta vez fue Asier Villalibre el que lo hizo. Posiblemente, el que hubiese elegido la tan estupefacta como feliz afición bilbaína.

El ‘Búfalo’ empató en el minuto 90 una final que se fue a la prórroga y en la que luego completó la remontada un golazo de Iñaki Williams. Oscar de Marcos había igualado primero el tanto con el que Antoine Griezmann, que metió los dos del Barcelona, había abierto el marcador.

Villalibre tomó así el relevo de Yuri Berchiche, héroe dos veces, en octavos y en semifinales, Iñaki Williams, verdugo Barça en cuartos, y una interminable tanda de penaltis en dieciseisavos. Comenzó su relación con lo indescifrable el Athletic en Elche, donde se clasificó para octavos de final tras una tanda de penaltis eterna en la que tuvo que superar cuatro ‘match balls’ seguidos.

La continuó en Tenerife, con un empate de Yuri al final de la prórroga que dio paso a otra tanda a la que puso la guinda precisamente Villalibre. Ya ante rivales más temibles, Williams apareció al filo de la hora para peinar un balón imposible ante Sergio Busquets que se le hizo imposible a Ter Stegen e irremontable al Barça.

Y terminó la lista de milagros coperos del Athletic, que todavía no tiene porqué estar cerrada a falta de disputarse la final, con el recordado gol de Yuri en Los Cármenes que deshizo la remontada con la que el Granada soñaba hacer más historia aún de lo que ya hizo llegando a semifinales. En esa estela, y como esta Supercopa no deja de ser una continuación de aquella Copa aún por terminarse, el Athletic quiso seguir a la altura.

Como dijo Williams al terminar: “a veces todo se resume en corazón y fe”. La necesaria para un nuevo milagro, el quinto. Esta vez lo obró Villalibre. Agua Bendita.